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'Vatileaks', escándalo que refleja guerra por el poder en el Vaticano

Las filtraciones son el arma elegida y están causando un daño severo a la imagen de la Iglesia.

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Con 85 años de edad y siete de pontificado a sus espaldas, a Benedicto XVI le está tocando vivir uno de los momentos más complicados de su papado.
Desde que el 25 de enero apareció el primer documento confidencial de la Santa Sede en un programa de la televisión italiana, no ha cesado la publicación de comprometedores informes reservados y cartas destinadas al Pontífice, por lo que el escándalo ha sido bautizado con el nombre de 'Vatileaks', en alusión a las famosas revelaciones de documentos reservados de la diplomacia estadounidense (Wikileaks).
Nada de esto habría sido posible sin la traición de uno de los hombres más cercanos al Papa: su mayordomo, Paolo Gabriele, arrestado el 23 de mayo por robar varios de los papeles que pasaban por la mesa de Benedicto XVI. Y aunque de momento no hay otros acusados, nadie cree que el mayordomo haya actuado en solitario. (Lea acá: Detenido mayordomo papal, sospechoso de filtrar secretos del Vaticano).
Las hipótesis sobre motivaciones profundas de este asunto son múltiples, pero predomina la idea de que hay un fuerte conflicto entre dos facciones de la curia romana. Algunos van más allá y plantean que se ha iniciado una lucha de poder de cara a la sucesión de Benedicto XVI. "La mayoría en el próximo cónclave es lo que está realmente en juego", escribió el diario La Stampa.
Y un supuesto 'cercano' a los 'topos' -entrevistado por el diario romano La Repubblica- puso a circular la versión de que las filtraciones no son para dañar al Papa, sino para protegerlo a él y a la Iglesia de la supuesta corrupción existente dentro de la Santa Sede. De hecho, el 'Vatileaks' comenzó con una carta enviada a Benedicto XVI por el nuncio en Estados Unidos, el arzobispo italiano Carlo María Viganò, en la que este sacerdote denunciaba la "corrupción, prevaricación y mala gestión" en la administración vaticana. (Lea también: El Vaticano acusó formalmente al mayordomo del Papa).
Punto de quiebre
Esa carta es un punto clave, porque para entender 'Vatileaks' hay que remontarse al verano pasado, cuando el arzobispo Carlo María Viganò pasó de la Secretaría General de la Gobernación del Vaticano a la nunciatura apostólica en EE. UU.
Su nombramiento como jefe de la que probablemente es la más prestigiosa legación de la diplomacia vaticana puede parecer un ascenso, pero, para muchos, se trató de un caso de promoveatur ut amoveatur, una fórmula latina para referirse a una 'patada hacia arriba'.
El propio Viganò no deseaba cambiar Roma por Washington. Él mismo se lo dice a Benedicto XVI en una carta fechada el 7 de julio y hecha pública el 25 de enero por el programa Los intocables, de la cadena de televisión italiana La 7.
En esta misiva y en otras dos con fecha del 27 de marzo y del 8 de mayo, Viganò sostiene que los perjudicados por su lucha contra la corrupción lo calumniaron frente al secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, quien pasó de apreciarlo a no confiar más en él.
Luego le escribió al Papa para pedirle que, por favor, retrasara su nombramiento como nuncio. Pues, según explicó, el viaje "se percibiría por todos como un veredicto de condena de lo que he realizado y, en consecuencia, como un castigo".
Y para el grueso de los analistas es claro que el hecho de que las peticiones de Viganò no fueran escuchadas activó a los 'topos'.
En una entrevista en el diario La Stampa, una fuente vaticana sentenció: "Todo comenzó cuando el Secretario de la Gobernación perdió su batalla contra la corrupción".
Desde entonces, las filtraciones no han cesado. Y algunas de estas han sido casi delirantes. El 9 de febrero, el diario Il Fatto Quotidiano tituló en su portada: 'Complot contra el Papa, antes de 12 meses morirá'. La noticia estaba basada en un documento auténtico, aunque la credibilidad de su contenido resulta dudosa. Al parecer, el cardenal Paolo Romeo, arzobispo de Palermo, durante un viaje personal a China en el mes de noviembre, habló de la existencia de un plan para asesinar a Benedicto XVI.
Sus interlocutores hicieron llegar un informe al respecto al cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos, presidente emérito de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, quien, a su vez, lo presentó tanto a la Secretaría de Estado como al secretario personal del Papa, monseñor Georg Gänsewin, para que investigaran si lo que decía era verdad. En el documento también se daba el nombre del cardenal de Milán, Angelo Scola, como el sucesor elegido por Benedicto XVI para guiar la Iglesia Católica tras su muerte.
'Prepárense para lo que viene'
Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, comentó la noticia calificándola de increíble y pidió a los católicos que se agarrasen, porque se avecinaban más curvas en el camino. "Debemos todos tener los nervios firmes y no nos podemos sorprender por nada", dijo, y denunció que la fuga de documentos confidenciales pretendía "crear confusión y desconcierto".
El Vaticano reaccionó a las filtraciones ordenando una doble investigación y creando una comisión formada por tres cardenales para aclarar lo sucedido. Al purpurado español Julián Herranz le correspondió la presidencia de este organismo. Antes de que su trabajo comenzara a dar frutos de forma pública con la detención del mayordomo de Benedicto XVI, la Santa Sede tuvo que ver otra vez cómo más de sus papeles privados salían a la luz pública.
Las curvas que vaticinaba Lombardi aparecieron esta vez en forma de libro. Su Santidad. Las cartas secretas de Benedicto XVI, firmado por Gianluigi Nuzzi, el mismo periodista responsable del programa televisivo Los intocables, con el que comenzó el escándalo, es un texto que recopila más de cien comunicaciones confidenciales como informes de las nunciaturas apostólicas, cartas al Papa y otros documentos. Uno de estos informa de la petición realizada por la banda terrorista vasca Eta para utilizar la nunciatura de Madrid en unas negociaciones de paz.
El arzobispo Angelo Becciu, quien por su cargo como sustituto de la Secretaría de Estado es el 'número tres' en la jerarquía vaticana, le ha restado trascendencia al escándalo diciendo que las filtraciones "no revelan luchas o venganzas, sino la libertad de pensamiento". Y argumentó: "No somos momias, y los diversos puntos de vista, incluso las valoraciones opuestas, son más bien normales en el Vaticano. ¿Dónde está el escándalo?".
En todo caso, Benedicto XVI confesó esta semana lo afligido que está por esta situación: "Lo sucedido ha entristecido mi corazón". Y lamentó que en estos últimos días se hayan "multiplicado deducciones, amplificadas por algunos medios de comunicación, del todo gratuitas y que han ido más allá de los hechos, ofreciendo una imagen de la Santa Sede que no se corresponde con la realidad". Pero la mayoría coincide en que el 'Vatileaks' no ha hecho más que comenzar y que esta novela por capítulos sobre las intrigas vaticanas continuará.
'Van por Bertone'
Mano derecha del Papa sería objetivo principal
Una de las hipótesis que con más fuerza circulan en Roma es que el objetivo '1A' de las filtraciones es tumbar a la mano derecha del Papa, Tarcisio Bertone.
El nombramiento en el 2006 de este teólogo y experto en derecho canónico para encabezar la burocracia vaticana, conocida como la Curia -normalmente dirigida por un diplomático papal experimentado-, causó mucho recelo. Hoy se le acusa de autoritario, de bloquear el acceso al Papa, de intervenir en la política italiana y de ocuparse muy poco de la Curia. (Siga este enlace para leer: Detenido mayordomo papal, sospechoso de filtrar secretos del Vaticano).
Tras su cabeza estaría el 'ala diplomática', que incluye al influyente predecesor de Bertone, el cardenal Angelo Sodano.
(Con información de Reuters)
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