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La prensa alemana advierte sobre los enemigos del papa

'Die Zeit' dedicó todo un dosier al análisis de los primeros meses del papa Francisco.

El ojo hipercrítico del periodismo germano, que asumió la tarea, durante ocho años, entre el 2005 y el 2013, de seguir, fiscalizar e interpretar para el resto del mundo cada paso y actuación de Benedicto XVI, el primer pontífice alemán desde el medioevo, exalta ahora, en sus balances de fin de año, a Francisco como gran personaje no solo del año 2013, sino como un suceso refrescante y decisivo para la supervivencia de la Iglesia católica.
Pero si bien las alabanzas para Francisco son la constante en un grueso número de reportajes, crónicas y análisis dedicados a los primeros nueve meses de pontificado del papa argentino, la enumeración de los aciertos y virtudes no constituye lo más trascendente del exhaustivo cubrimiento sobre el acontecer en el Vaticano.
En verdad relevante y al tiempo inquietante es el hecho de que Alemania se ha convertido en el primer país donde ha comenzado a registrarse, de manera seria y sin tapujos, el temor por la seguridad del papa latinoamericano. Se habla de la existencia de un poderoso clan de cardenales para quienes el argentino, con su espontáneo entusiasmo, modestia, informalidad y, sobre todo, su decidido ánimo reformista, se ha convertido en una amenaza a su tradición de poderío.
El prestigioso semanario Die Zeit, que esta semana dedicó todo un dosier al análisis de los primeros nueve meses de Francisco, titulado ‘El mundo lo ama... pero...’, revela sin subterfugios el nombre y los motivos de las cabezas visibles de los cardenales que están operando como férreos antagonistas del nuevo papa.
Se trata de dos figuras de nombre y apellido germanos: el cardenal Gerhard Ludwig Müller y monseñor Georg Gänswein, dos pesos pesados del catolicismo alemán.
Aunque sus nombres no resulten conocidos en América Latina, son figuras fácilmente visibles por la posición de preeminencia que ocupan en el Vaticano, nada más y nada menos que el primero a la diestra de Francisco y el segundo, a su izquierda.
Al señalarlos como los antagonistas de Francisco, los analistas germanos saben muy bien de lo que están hablando.
Tanto Müller como Gänswein han labrado su profusa biografía eclesiástica en el poderoso y milenario “semillero”, o más bien “criadero”, teológico del arzobispado de Ratisbona, en el sur de Alemania, desde donde se han dictado dogma y doctrina católica desde el año 1108, y se ha decidido el curso de la Iglesia, casi tanto o más que en el propio Vaticano, desde esa fecha.
Es el mismo semillero de donde provino el papa emérito Jo-seph Ratzinger, quien en octubre del 2012, cuatro meses antes de renunciar, elevó a su discípulo, el cardenal, Gerhard Ludwig Müller, exobispo de Ratisbona, al cargo de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la segunda posición con más rango y poder en el Vaticano, –después de la del pontífice–, cuya función es análoga y, de hecho, sucesora de lo que fue el Tribunal de la Inquisición.
Die Zeit sitúa a Gerhard Ludwig Müller, de 64 años, como principal antagonista y contendor de Francisco, con base en el análisis de las posiciones eclesiásticas de los dos jerarcas, que se repelen como el agua y el aceite, y las reacciones y declaraciones del segundo sobre el apostolado del papa hispanoa-mericano.
“Muy raras veces ha sucedido que los dos principales hombres más importantes del Vaticano sean dueños de posiciones tan encontradas, como está sucediendo entre el papa argentino, Jorge Mario Bergoglio, y el guardián de la fe, Gerhard Ludwig Müller.
Mientras Francisco está decidido a trabajar por una Iglesia modesta y misericordiosa, Müller lidera el grupo de cardenales para quienes el poder y la riqueza de la Iglesia son materias indiscutibles. Mientras Francisco llegó decidido a buscar y encontrar aliados, también entre los contrarios, como es el caso de su acercamiento a los protestantes, el cardenal Müller ve en ellos a grandes enemigos, de los que la Iglesia está obligada a protegerse.
Mientras Francisco tiende su mano a los católicos descarriados, como por ejemplo a los divorciados, Müller cierra el diálogo con ellos e insiste con puño de acero en seguir prohibiéndoles la comunión y un lugar en la Iglesia.
Mientras Francisco aparta a los fieles de obispos despilfarradores y vanidosos como el extitular del obispado de Limburg, Tebarz van Elst, el cardenal Müller abiertamente lo protege, le busca aliados en Ratisbona e insiste en que debe regresar a su cargo y posición.
“Mientras la visión de la Iglesia de Francisco se basa en que los creyentes y sus necesidades deben ser tenidos en cuenta a la hora de decidir las normas, para Müller es la Iglesia quien rige sobre el mundo católico y es ella quien impone a sus fieles lo que está bien y lo que está mal.
“Mientras Francisco está decidido a encontrar y señalar a los pecadores en el mismo Vaticano, Müller se aferra persistentemente a su necesidad de que sea su tribunal quien administre las condenas.
“Mientras la materia prima del apostolado de Francisco es reimplantar la misericordia como distintivo católico, el capital del Müller es propagar y administrar el miedo católico, materia prima de lo que ha sido desde tiempos inmemoriales la función de los temidos guardianes de la fe”, resalta el grueso informe de Die Zeit, que clasifica al antagonismo existente entre el papa latino y su segundo en el Vaticano como un peligroso pugilato.
Desde la perspectiva de cardenales germanos, como Müller, Francisco es visto como un “latino irresponsable que ha llegado y se ha atrevido a desafiar y a desordenar la estructura milenaria de la Iglesia”, custodiada celosamente desde hace siglos por la teología europea desde Ratisbona.
‘Sufrí la renuncia de Benedicto’
De ese arzobispado de Ratisbona, enclavado en el minúsculo municipio del mismo nombre en lo más profundo del estado federado de Baviera, también proviene monseñor Georg Gänswein, el llamado ‘George Clooney’ del Vaticano, por su apostura física, y quien actualmente ocupa el puesto más visible a la izquierda de Francisco, por designio del papa Benedicto, quien, además, pocos meses antes de su renuncia lo nombró prefecto de la Casa Episcopal.
Por ese nombramiento, Gänswein, exsecretario privado de Ratzinger durante los ocho años de su papado, se ha visto condenado a tener que servir a dos papas. “Al papa Francisco durante el día y al papa emérito a partir de las nueve de la noche”, según sus propias declaraciones a la prensa europea.
La experiencia diaria de esa circunstancia inédita en la historia del Vaticano ha convertido a Gänswein en uno de los personajes más enigmáticos de la Iglesia católica, puesto que su reconocida y jurada lealtad a Ratzinger lo ha llevado, incluso, a sostener fuertes discusiones con el papa argentino.
Uno de los incidentes más sonados tiene que ver con la contrariedad de Gänswein porque Bergoglio se negó a vivir en la casa papal, y prefirió seguir siendo huésped de la casa de Santa Marta.
Gänswein consideró que este gesto del papa latinoamericano de inclinarse por vivir una sencilla casa de huéspedes, por su deseo de mantener contacto con la realidad, y vivir en compañía y modestamente, eran una afrenta contra Ratzinger.
“¿Es que acaso el papa anterior y los anteriores papas no eran ni vivían modestamente?”, le increpó hace meses Gänswein a Francisco en un debate que hizo eco en toda la prensa mundial.
En declaraciones a L’Osservatore Romano, Gänswein dijo al respecto que el debate ya se había zanjado y que ocasionalmente Francisco y él reían y bromeaban sobre la materia; sin embargo, el monseñor germano también se mantuvo en que sintió y siente la renuncia de Benedicto XVI como una “amputación”.
En el informe de Die Zeit, Gänswein es citado con declaraciones sobre el pontificado de Francisco de un talante altamente irónico y amargado.
“Lo que estoy haciendo es esperar a que llegue cada día para enterarme de qué será hoy diferente de como ha sido siempre”.
Y no hay duda de que Francisco está dando muchos ejemplos de que su pontificado es y será diferente de lo que ha sido siempre.
Para muestra, el botón de que por primera vez un comité de laicos, en el que, también por primera vez, una mujer tiene un papel diferente al de hacer el aseo, fue conformado por Francisco para sanear las finanzas del Vaticano, con miras a un manejo transparente de los fondos católicos depositados en el banco del mismo Vaticano.
Son temas mayúsculos para una Iglesia enquistada en siglos de secretos. Por eso, en su informe, Die Zeit ventila directamente que por estos días “sospechosamente circula en el Vaticano, recurrentemente, la opinión de que Francisco, al identificarse más con los círculos de izquierda y alejarse de los de derecha, está viviendo muy peligrosamente”.
Y como en las películas de Hollywood sobre las intrigas vaticanas, el semanario introduce interrogantes que, en otro momento, parecerían bromas pesadas. ¿Será que uno de estos días Francisco será hallado envenenado en la casa de huéspedes de Santa Marta? ¿O tal vez ahogado en el Tíber?
Muy a propósito, el informe los deja abiertos, con todo su peso. Su intención, evidentemente, es contribuir a conjurarlos.
PATRICIA SALAZAR FIGUEROA
Corresponsal de EL TIEMPO
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