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Europa

Días de incertidumbre preelectoral en Francia

En la plaza de la República de la capital francesa, cientos de manifestantes protestaron el domingo pasado contra la corrupción política.

En la plaza de la República de la capital francesa, cientos de manifestantes protestaron el domingo pasado contra la corrupción política.

Foto:REUTERS

Propuestas van desde los valores centrales de cada familia política hasta inquietudes particulares.

La importante manifestación de apoyo al candidato de derecha François Fillon, el domingo pasado en París en la plaza del Trocadero, le dio oxígeno para seguir adelante y participar en la primera vuelta. De Inédito califican analistas e intelectuales el desarrollo de esta campaña electoral.
Dos de los candidatos favoritos, Marine Le Pen, líder del Frente Nacional, y François Fillon, líder de los republicanos, están en la mira de la justicia. Ambos denuncian “un gobierno de jueces” y rechazan el papel de los medios de comunicación. Pierre Rosanvallon, miembro del prestigioso Collège de France, describe este momento como “el giro populista de la campaña”.
Rosanvallon constata en el diario Le Monde que la crisis política tiene origen en la debilidad de los partidos políticos tradicionales, la campaña carece de proyectos de sociedad e ideas con fuerza, lo que lleva a los votantes a identificarse más por individuos que por programas.
A tan solo seis semanas de las elecciones presidenciales francesas, las encuestadoras dan como favorita para pasar a una segunda vuelta a la candidata de extrema derecha Marine Le Pen. Luego del brexit y de la llegada de Donald Trump, la prensa francesa, de derecha e izquierda, intelectuales y militantes señalan el peligro de la llegada de Le Pen al poder.
Las propuestas de los cinco principales candidatos son amplias y variadas y van desde los valores centrales de cada familia política hasta las inquietudes particulares de los franceses, en una época de fuertes incertidumbres en el Viejo Continente. El próximo 23 de abril es la primera cita con los votantes.
En la cabeza de Marine Le Pen
En su libro En la cabeza de Marine Le Pen, el filósofo Michel Eltchaninoff hace una radiografía de quien aspira a la primera magistratura de Francia. En primer lugar, la desliga del corpus ideológico de su padre, Jean-Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional, partido de extrema derecha. Le Pen padre se basa en una visión pesimista de la sociedad, el rechazo a las batallas ganadas por las feministas y la lucha contra los inmigrantes, quienes, a su juicio, son los causantes del desempleo y la inseguridad.
Pero, sobre todo, es recordado por sus provocaciones, como asegurar en 1987 que las cámaras de gas en la Alemania nazi fueron “un detalle de la historia de la Segunda Guerra Mundial” o afirmar en el 2005 que “la ocupación alemana no fue particularmente inhumana”. Desde que Marine Le Pen llegó a dirigir el partido, ha tratado de alejarse de los comentarios xenófobos de su mentor.
A diferencia del viejo líder, reconoció públicamente la barbarie de los campos de concentración, rechazó cualquier tipo de racismo biológico y dejó de lado temas como el aborto o las relaciones homosexuales. Marine Le Pen no identifica el comunismo como un enemigo por combatir, reivindica el feminismo y la importancia de nuevos temas de agenda como el ecológico.
No obstante su estrategia reformadora, su pensamiento está inmerso en los postulados de extrema derecha. El discurso de Le Pen evoca los nuevos temores, como el islam y los problemas económicos y sociales de la globalización. A su vez, propone una fuerte regulación de las fronteras y la defensa de un nacionalismo exacerbado. Critica a los medios de comunicación, asegura que los franceses viven un nuevo totalitarismo representado por la finanza internacional y la casta, de donde ella misma surge.
Sus palabras llegan con mayor fuerza al noreste y al sureste del país, las regiones más deprimidas por el alto desempleo, la inseguridad, la llegada de los inmigrantes, las dificultades de integración socioeconómica de los jóvenes y los bajos salarios. Allí, la mayoría de la población está constituida por obreros y empleados. Varios exmilitantes del Partido Comunista manifiestan hoy su intención de dar su voto al Frente Nacional.
En suma, Marine Le Pen plantea un discurso atractivo para ciertos ambientes sacrificados hoy por la crisis, pero peligroso con propuestas costosas como salirse de la zona euro y antirrepublicanas como eliminar la gratuidad escolar para los hijos de inmigrantes.
Izquierda, dividida por Europa
Benoît Hamon, del Partido Socialista, y Jean-Luc Mélenchon, candidato del Frente de Izquierda, apoyado principalmente por el Partido Comunista y el Frente de Izquierda, no permiten prever, antes de la primera vuelta, una unión.
Hamon es calificado como un hombre de la maquinaria y presenta posiciones económicas muy distantes y críticas del quinquenio Hollande.
Si bien defiende el Estado de bienestar y el mantenimiento de una economía liberal, sus propuestas han generado un amplio debate en el campo económico.
Con el espaldarazo del escritor best seller Thomas Piketty (autor de El capital en el siglo XXI), la idea faro de Hamon es la de crear el ingreso universal.
Quienes critican esta propuesta consideran que la medida crea “una sociedad de asistidos” o que podría generar “el fin del empleo”.
Quienes la defienden, como el profesor de La Sorbona Jean-Eric Hyafil, argumentan que “es una reforma sociofiscal que permitirá una redistribución más clara y eficaz”.
Las diferencias entre ellos son claras. Hamon busca darle oxígeno a la integración europea, y Mélenchon se destaca por sus posturas antieuropeas.
Del grupo de candidatos, Mélenchon sobresale por su calidad oratoria, su respaldo a la inmigración y la propuesta de aumento del salario mínimo para generar mayor consumo en las clases populares.
En su programa ‘El futuro en común’, con gran éxito de ventas en las librerías, se destaca una plataforma digital de avanzada y con desafíos de gran interés para las nuevas generaciones.
Fillon, católico y gaullista
En los grandes duelos que hicieron a Francia, el periodista Carl Meeus describe a François Fillon como un hombre reservado, metódico, calmado y que busca llegar a la meta con pasos lentos pero seguros.
Si el ‘Penelopegate’, escándalo desatado por presuntos contratos ficticios a su esposa con dineros del erario, no hubiera estallado en plena campaña, hoy sería el candidato más opcionado. En la semblanza de Meeus, este es descrito como inteligente, leal y alguien a quien e no le gusta tomar riesgos.
A diferencia de Macron, Fillon juega la carta de la experiencia, del hombre público que ha luchado incluso contra los de su propia familia política. El duelo entre el antiguo presidente Nicolás Sarkozy y él mismo ha sido a muerte.
El periodista Franz-Olivier Giesbert describe a Fillon como un líder que representa el rigor y se inscribe en la tradición de los hombres de Estado. Fillon es conocido por su diálogo directo, alguien que dice lo que piensa y que, incluso, defendió las políticas de Margaret Thatcher, considerada en la derecha francesa “una madre desalmada”. El corte decididamente liberal del programa presidencial de Fillon, quien pretende enderezar las finanzas públicas, tambalea ante el escándalo personal y el posible enjuiciamiento.
Macron no convence del todo
Uno de los más opcionados para pasar a segunda vuelta es el candidato Emmanuel Macron, del movimiento En Marcha, el más joven de la campaña. Su llegada a la presidencia daría un verdadero vuelco a la tradición por su juventud, 39 años, y por no haber pasado por una elección popular.
La marca Macron se graduó en uno de los colegios públicos más prestigiosos de Francia, pasó por Sciences Po, realizó un máster en filosofía en Nanterre, el centro educativo emblemático de Mayo del 68 y se graduó de la Escuela Nacional de Administración, el sello de los hombres públicos franceses. Trabajó en el mundo financiero con la banca Rothschild y, con la llegada de Hollande al Elíseo, en el 2012, fue secretario general de la presidencia y luego Ministro de economía, hasta agosto del 2016.
En la biografía Emmanuel Macron, en marcha hacia el Elíseo, el periodista Nicolás Prissette lo describe como un hombre brillante e inteligente que ha sabido aprovechar al máximo cada paso que ha dado. Se destaca no solamente por sus calificaciones, sino también por rodearse de grandes mentores intelectuales, políticos como el desaparecido líder de izquierda Michel Rocard o reconocidos empresarios, como Pierre Bergé, expareja de Yves Saint Laurent.
Se define como de izquierda y asegura que su principal objetivo es luchar contra la desigualdad. Pese a participar en un gobierno socialista, nunca quiso pertenecer al partido de gobierno y, por el contrario, planea conquistar a buena parte del electorado de derecha.
A diferencia de Le Pen, Macron cree en una Europa unida, considera que hay que recibir a los inmigrantes, como lo ha hecho Ángela Merkel, y está convencido de que la creación de empleo es la vía para generar igualdad.
Pero es visto con incredulidad por los filósofos e intelectuales más importantes del país y criticado por sus adversarios por falta de un sólido proyecto presidencial.
En el semanario L’Obs, Marcel Gauchet y Michel Onfray descifran al candidato, y no para bien. Gauchet asegura que encarna una aspiración generacional y genera empatía. Pero se cuestiona si eso es suficiente para ser presidente. Su posicionamiento fuera del debate izquierda-derecha es para los intelectuales un error. La existencia de tal ruptura ideológica, en Francia, tiene sentido, pertinencia y unas raíces imposibles de borrar.
Para Gauchet, esta estrategia de Macron genera ambigüedad en su discurso. Recientemente, historiadores criticaron sus declaraciones en el sentido de que en Francia no hay una cultura francesa o de que la colonización de Argelia “fue un crimen contra la humanidad”.
“Negar una cultura francesa es inconcebible de alguien que quiere dirigir el país” afirma Onfray. Sobre el segundo tema, ofreció disculpas días más tarde, pues el debate dejó en claro que no es posible equiparar la colonización de Argelia con las acciones nazis.
Macron, el último de los candidatos en presentar su programa, consolida el tema educativo como una de sus banderas y afirma que ese es “el corazón” de su batalla.
MARÍA FERNANDA GONZÁLEZ E.
Ph. D. en ciencia política
Universidad de La Sorbona
Institut des Amériques
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