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EEUU

¿Qué pasa si no se reconocen los resultados de las elecciones de hoy?

El escándalo de los correos electrónicos de Hillary logró que algunos indecisos se unieran a Trump.

El escándalo de los correos electrónicos de Hillary logró que algunos indecisos se unieran a Trump.

Foto:Mandel Ngan / AFP

Estados Unidos podría entrar en 'dimensión desconocida' e inédita si los resultados son apretados.

Aunque no hay muchos indicios de que pueda repetirse, en las últimas semanas viene creciendo en Estados Unidos el temor de un escenario similar al que se dio tras las elecciones del año 2000, cuando el país se levantó y duró más de un mes sin saber quién sería su próximo presidente.
Si bien George W. Bush, para ese entonces gobernador de Texas e hijo del expresidente George H. W. Bush (1989-1993), fue el aparente ganador, su triunfo en Florida, por poco más de 500 votos, provocó un recuento de la votación y una batalla que se libró ante las cortes durante los siguientes 37 días, hasta que el tribunal supremo, en un voto marcado por líneas partidistas (cinco a favor de los republicanos contra cuatro de los demócratas), le dio la razón a la campaña de Bush pese a que el candidato demócrata Al Gore, para ese entonces vicepresidente, había ganado la votación popular.
En esta ocasión, el fantasma de Gore viene merodeando desde que el candidato republicano Donald Trump anunció que podría no reconocer el resultado de las elecciones en caso de perder.
Sobre el papel se trata de un escenario distinto al del 2000, pues el magnate de Nueva York lanzó su amenaza incluso antes de conocer los resultados de las elecciones de este martes, mientras que Gore lo hizo cuando las leyes del estado provocaron un recuento automático –dada la estrechez de los resultados– y porque quien ganara el estado terminaría ocupando la Oficina Oval. Gore, además, reconoció su derrota una vez la Corte Suprema dio su opinión.
La amenaza de Trump ha sido caracterizada por demócratas y republicanos como inconstitucional y ausente de cualquier sustento legal, además de ser una falta de respeto, pues ofende el sistema democrático que por años han defendido los estadounidenses.
Pero en la práctica podría darse una situación semejante que justificaría su posición.
Si bien parece que la exsecretaria de Estado podría ganar las elecciones con un margen cómodo matemáticamente, es posible que la contienda termine siendo muy apretada y solo sea resuelta por un par de estados. Si en esos estados la votación es también estrecha, Trump o Hillary podrían pedir un recuento de votos, pues la mayoría de estados lo permiten, y no reconocerían el resultado hasta que este surta el trámite.
Lo complicado en ese punto es que eso podría generar otra batalla legal de impredecibles consecuencias. Ya ambas campañas, conscientes de esa posibilidad, se han armado con un ejército de abogados en Florida, Carolina del Norte, Nevada y Nuevo Hampshire, todos estados donde las encuestas dicen que hay virtual empate y el ganador podría definirse por un puñado de votos.
De hecho, ya los demócratas han comenzado a denunciar –y demandar– supuestas amenazas de republicanos para alejarlos de las urnas mientras estos los acusan de inscribir personas que son ilegales y no pueden votar.
En un escenario semejante, los prospectos son aún peores que los del año 2000. Desde la muerte del juez Antonin Scalia, la Corte Suprema solo cuenta con ocho miembros (cuatro de orientación demócrata y cuatro de republicana). Eso porque los republicanos en el Senado se han negado a confirmar al sucesor de Scalia, que fue nominado por Obama desde hace meses.
Si el caso llega a la Corte Suprema y esta se divide en líneas partidistas como ocurrió en el año 2000 que tanta polémica dejó, se estaría frente a un escenario sin antecedentes.
Las leyes lo que indican es que el caso tendría que regresar a una corte inferior, que sería la encargada de dar el veredicto. Pero nadie, ni siquiera los republicanos, quieren considerar una situación donde el próximo presidente de la gran superpotencia sale electo por magistrados de menos rango y la falta de legitimidad que eso implicaría. Por supuesto, nada de esto será necesario si Clinton gana por un amplio margen o viceversa, pues las demandas serían vistas más como un “pataleo de ahogado”.
Nadie sabe si Trump, aun perdiendo por un margen amplio, decida demandar las elecciones de todas maneras. Una de las frases recurrentes del magnate en este tramo final ha sido que los comicios han sido arreglados para favorecer a Clinton y le ha prometido a sus seguidores dar la pelea sin importar las consecuencias. Y si eso pasa, Estados Unidos estaría entrando en una dimensión desconocida.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
En Twitter: @sergom68
Washington
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