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Elecciones en Estados Unidos costarían US$ 6.600 millones

El Center for Responsive Politics alerta sobre riesgos en financiación. Monto puede ser ilimitado.

JUAN MONTOYA ALZATE
Las actuales elecciones en Estados Unidos no solo son las más inusuales en décadas, sino también las más costosas. Se calcula que candidatos a la Casa Blanca y al Congreso, partidos y otros grupos políticos gastarán un total cercano a los 6.600 millones de dólares en las campañas que finalizarán este 8 de noviembre.
EL TIEMPO entrevistó en Washington a Sheila Krumholz, directora ejecutiva del Center for Responsive Politics (CRP), quien pone cifras concretas a estas elecciones, a la vez que alerta sobre los riesgos de dejar la democracia representativa a cargo de los más ricos.
¿Cuánto se gastará en esta elección?
Nosotros calculamos que en este ciclo se gastarán 6.600 millones de dólares en las elecciones federales. Esto significa un aumento respecto de los 6.300 millones gastados durante el anterior ciclo. Y honestamente, de no ser porque Donald Trump sabe bien que él es una celebridad con acceso a los medios, hubiera sido mucho más que eso.
¿Cuánto dinero puede gastar un candidato en las elecciones estadounidenses?
Los candidatos en las elecciones nacionales pueden gastar lo que quieran. Sin embargo, hay límites para las donaciones. Los individuos y los comités de acción política (PAC, por sus siglas en inglés) pueden entregar cantidades limitadas a los candidatos y a los partidos, pero hay una libertad absoluta sobre lo que los candidatos gastan. Además, fuera de los grupos, hay comités independientes de gasto, super-PAC y organizaciones sin ánimo de lucro.
Estas organizaciones pueden recaudar cantidades ilimitadas de dinero, de una cantidad ilimitada de donantes, siempre y cuando lo hagan de forma independiente respecto al candidato.
¿Con cuánto dinero pueden contribuir los donantes?
Las donaciones individuales a las campañas están limitadas a 5.400 dólares en un ciclo regular. Es decir que se pueden gastar 2.700 en las elecciones primarias y 2.700 para la elección general.
Los PAC pueden donar 10.000 dólares en un ciclo normal, y los partidos pueden realizar gastos coordinados. Sin embargo, las campañas están bastante limitadas. El mismo candidato puede contribuir ilimitadamente, pero tiene que hacer un gran trabajo para amasar los millones de dólares que se necesitan. Para una carrera hacia la Cámara de Representantes, unos 1,5 millones; para una carrera exitosa al Senado, más de 10 millones; y para una carrera presidencial, en este punto, un billón de dólares. Es una cantidad inimaginable de dinero que los estadounidenses promedio no pueden financiar, a menos que el candidato sea millonario o esté conectado con los altos círculos de poder.
Hillary Clinton ha sido blanco de múltiples ataques por el dinero que ha recaudado su fundación. ¿Cuál es su opinión sobre la recepción de estos recursos?
La Fundación Clinton ha sido fuente de preocupación para muchos porque es una organización grande, con presencia en muchos países del mundo. Es influyente y ha recaudado ingentes recursos de fuentes y gobiernos foráneos.
Pero este no es un problema nuevo. Hace mucho tiempo, los estadounidenses hemos lidiado con la beneficencia política, la cual es realmente un bolsillo extra del abrigo del candidato. Así que si alguien quiere congraciarse con un político, puede contribuir a la campaña y seguir donando y entregando sumas mayores a las organizaciones asociadas al candidato.
De esta manera compran al candidato en una forma completamente legal. Por todo esto, no estoy en la posición de evaluar si la Fundación Clinton ha roto alguna ley, pero el solo hecho de que se hayan girado grandes cantidades de recursos desde fuentes extranjeras es, naturalmente, una causa de preocupación. La pregunta es si los candidatos actuarán autónomamente y ajenos a estas presiones.
¿Qué hay sobre Donald Trump? ¿Podría beneficiar sus negocios desde la silla presidencial?
Su política tributaria sería inmediatamente beneficiosa para sí mismo y la gente que gana a su nivel. Hay cosas que él podría hacer a su favor en el sector inmobiliario y otros sectores. Ese siempre es el caso. Tenemos que estar vigilantes ante la posibilidad de autoenriquecerse.
¿Cuál es la motivación de los grandes donantes?
Pueden estar motivados por cualquier cantidad de razones. Hay algunos que simplemente creen que el candidato es el más capacitado para el trabajo. Eso es lo que nosotros esperamos, pero también hay oportunidades para donantes que representan corporaciones, intereses de comercio.
La idea es contribuir a las campañas, construir relaciones y congraciarse con gente que tiene poder sobre sus fortunas e industrias. Particularmente en las campañas al Congreso, creo que la naturaleza transaccional de nuestro sistema de financiación es el riesgo más grande.
Los donantes están allí para ganar o perder poder sobre la agenda legislativa, y en parte esto depende de la relación con el candidato. Este vínculo muchas veces está relacionado con el dinero que han dado a la candidatura.
Pero ¿son estas contribuciones buenas para los gobernantes?
Este es el sistema que hemos tenido. Siempre hemos tenido un sistema financiado por privados. Por eso creo que la influencia que se asocia con estas contribuciones siempre ha sido un problema.
De cualquier forma, estamos siendo confrontados por la falta de compromiso cívico. Así que necesitamos desesperadamente que la gente regrese a la arena pública, que reconozca que los intereses privados están presentes en nuestro sistema político y que se den cuenta de que si queremos que nuestra democracia prevalezca, necesitamos que la gente esté tan involucrada y afectada como los principales veedores de sus representantes en el Congreso, en Washington, en las capitales de estado y a lo largo y ancho del país.
¿Hay transparencia?
Ese es el gran reto aquí. Queremos que las personas tengan acceso a información creíble, confiable y oportuna, para que se comprometan cívicamente. Al advertir de dónde viene el dinero, estamos atándoles una mano en la espalda. Los políticos no pueden estar protegiendo sus propios intereses y abdicar el interés nacional.
¿Le preocupa que la gente vea esta elección como arreglada o corrupta?
Me preocupa mucho que se hable de unas elecciones arregladas, porque lo peor que puede pasar es que los estadounidenses sean más cínicos y apáticos frente al sistema. Esto podría tener un efecto desastroso para la salud de la democracia.
El gran experimento democrático estadounidense está evolucionando y en curso. Hay mucha gente activa, vinculada, preocupada e informada. Tenemos que encontrar una forma de aumentar efectivamente esa fuente de pasión cívica y su vinculación.
Aunque la tecnología ofrece la oportunidad de vincularse más fácilmente, estar en la arena política era parte de la sociedad apenas unas décadas atrás, pero perdimos eso al ir al computador en vez de salir a las calles. Nos hemos separado de la sociedad. Tenemos que encontrar una forma, sea en línea o personalmente, en la que la gente se una y hable sobre sus problemas de forma respetuosa. Que haya diálogo, y encontrar un camino que nos saque de este desorden.
¿Cuál es su mayor temor durante estas elecciones?
El mayor riesgo es que la gente siga hartándose y abandone el debate, que deje la democracia en manos de otros. No obstante, hay gente dispuesta a entrar en el juego democrático. El dinero puede contratar un ejército de cabilderos para representar sus compañías, así que necesitamos que los estadounidenses vuelvan y se sienten a la mesa para representar sus propios intereses.
Hillary invirtió más dinero en propaganda de TV que Trump
Hillary Clinton ha pagado más de 400.000 anuncios de televisión, algo más del doble que lo dedicado por el magnate inmobiliario a estos fines. Solo en gastos de anuncios de televisión, cuando faltaba un mes para las elecciones, Clinton llevaba gastados 157 millones de dólares, frente a 44 millones de Trump, quien había empezado apenas sin gastar nada en propaganda, y que en un principio se centró en la cobertura gratuita que le dieron los medios de comunicación. Sin embargo, en las últimas semanas Trump ha ido aumentando su presupuesto de propaganda. En lo que no se ha gastado Trump ni un peso es en publicidad en español, un idioma que ha mantenido totalmente alejado de su campaña, ya que ni siquiera su página web tiene versión en este idioma.
JUAN MONTOYA ALZATE*
* Participa en el programa General Elections Embed, administrado por el Centro Internacional para Periodistas y patrocinado por el Departamento de Estado de EE. UU.
Washington
Enviado especial EL TIEMPO Express
JUAN MONTOYA ALZATE
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