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Torturas y perversión en el parque del infierno en Tailandia

Los creyentes se pasean entre las escenas dantescas como en un museo de los horrores.

EFE
Pecadores asados en una olla ardiente, adúlteros torturados por demonios o políticos corruptos castigados son algunas de las grandes esculturas exhibidas en el mayor parque del Infierno budista en Tailandia.
Una pareja de "praed" o "fantasmas hambrientos" de varios metros de alto, rostros cadavéricos y protuberantes genitales presiden este Infierno que alberga alrededor de dos centenares de figuras de cemento en el templo Phai Rong Wua, en la provincia de Suphanburi.
En los últimos años se ha convertido en un siniestro reclamo para miles de turistas y familias con niños, muchos con el susto dibujado en la cara, que visitan este templo, situado unos 82 kilómetros al noroeste de Bangkok.
Los creyentes se pasean entre las escenas dantescas como en un museo de los horrores y van dejando pequeñas donaciones en algunos altares improvisados para ganar méritos y evitarse así un periodo agonizante en el averno.
"El fin es que los visitantes vean con miedo el pecado, que sepan que si pecan irán al Infierno. Todo el mundo sabe que el Infierno es horrible. Si no pecan, van al cielo y no al Infierno", afirma el monje Phra Suchart Kaewsawarn, de 56 años.
Suchart, autor de la mayoría de las esculturas, señala que los pecados, según los preceptos budistas, son matar, robar, cometer actos lascivos o adulterio, mentir e intoxicarse con alcohol o drogas. "Los peores pecados son matar al padre o la madre o a un monje. También tenemos castigos para la corrupción política", asevera el monje.
Un espectro con las manos desproporcionadamente enormes y la cara destrozada representa a un pecador que golpeó a sus padres, mientras que otros condenados por matar animales son destripados por buitres.
Un servidor de Yama, el dios y juez del infierno, clava la lengua de otro que mintió y se lucró de forma ilícita, varios adúlteros escalan sin cesar un árbol lleno de espinas punzantes y a otro le sacan los ojos por haber visto pornografía.
Como explica el profesor Benenict Anderson, autor del libro ‘The Fate of Rural Hell’ sobre la singular historia de este templo, "no hay jerarquía en los castigos" en los que "una mujer que ha obligado a su marido a hervir arroz es torturada de forma tan horrible como un asesino".
El autor intelectual de este "narokphum" ("infierno", en tailandés) fue el venerado monje Luang Phor Khom, quien encargó los primeros maniquíes a finales de la década de los años 60 del siglo pasado con espíritu didáctico y para atraer más donaciones al templo. Cuando el venerado abad falleció en 1990, el parque había empezado a decaer debido a la falta de fondos para mantenerlo, aunque en los últimos años ha vuelto a renacer debido al aumento de popularidad y su estatus como inspirador de otros parques infernales en otras partes del país. Uno de sus últimos recursos para aumentar las donaciones fue la venta de amuletos, aunque el propio Luang Phor se comprometió a abandonar este comercio tan poco budista cuando consiguiera saldar sus deudas, cosa que no ocurrió ni después de su muerte.
En su libro, Anderson explica que en su primera visita a este parque temático del infierno tuvo que llegar en una embarcación a través del río Ta Chin, pues no había carreteras para llegar al entonces remoto lugar. Ahora se ha convertido en una atracción con el objetivo didáctico de las escenas infernales descritas por Dante o El Bosco, aunque con un valor estético cuestionable. Mientras que algunas féminas muestran pechos turgentes y posturas lascivas, otros modelos son raquíticos, de facciones toscas o con músculos desmesurados.
Frente al castigo eterno de las escatologías cristiana o musulmana, el "narokphum" budista es una de las diversas dimensiones del Universo del que los humanos pueden escapar mediante la acumulación de méritos y la reencarnación. Incluso los diferentes estadios en el Cielo no son más que los últimos niveles antes del Nirvana o el absoluto budista.
Mientras tanto, el monje Suchard aconseja seguir las enseñanzas de Buda, hacer meditación y realizar buenas obras, como hacer donaciones al templo, para evitar el infierno y subir peldaños hacia el Cielo y el Nirvana.
Gaspar Ruiz
Tailandia
EFE
EFE
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