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El Papa, desde Kenia, pide resultados en cumbre del clima en París

Advirtió que si el evento de cambio climático no tiene éxito habrá consecuencias catastróficas.

DARÍO MENOR TORRES
Nairobi. El papa Francisco no tiene problemas para soñar. Duerme cada noche a pierna suelta, según ha comentado en alguna ocasión, y siempre que puede plantea su idea de un mundo mejor.
Es consciente de que para algunas personas sus propuestas pueden sonar utópicas, pero no por ello deja de defenderlas, asegurando que es posible llevarlas a la práctica.
Ayer tuvo una ocasión estupenda para presentar sus recetas en su visita a la oficina de Naciones Unidas en Nairobi, base principal de este organismo internacional en África.
En su defensa de esa “utopía fantástica” que tiene una “perspectiva realista” cuando se pone a la persona y a su dignidad como “punto de partida”, el papa Francisco habló de un evento en el que el mundo se examina: la conferencia internacional sobre el cambio climático que comienza el lunes en París.
Las consecuencias pueden ser “catastróficas” si no tiene éxito la COP21, como se conoce esta cita. El Papa esperó que el bien común prevalezca sobre “los intereses particulares”, que pueden intentar “manipular la información para proteger sus proyectos”.
Con estas palabras hacía una crítica clara a quienes aseguran que el calentamiento global no está provocado por la acción del hombre.
En este discurso, el más largo hasta ahora de su viaje a África, denunció, además, cómo el comercio ilegal de diamantes, de madera o de marfil provoca “matanzas de elefantes, alimenta la inestabilidad política, el crimen organizado y el terrorismo”.
Por la mañana, el Papa tuvo palabras para los jóvenes, quienes son mayoría en Kenia, pues un 60 por ciento de sus 45 millones de habitantes tiene menos de 24 años.
En su encuentro con representantes de otras religiones y de otras iglesias en la nunciatura apostólica, Jorge Mario Bergoglio lamentó que “con demasiada frecuencia” los jóvenes “se radicalizan” al hacer un mal uso de la religión para “sembrar la discordia y el miedo, y para desgarrar el tejido de nuestras sociedades”.
Las palabras del papa Francisco no son gratuitas en una sociedad con una gran diversidad religiosa como la de Kenia. La mayoría de la población es cristiana, con un 47 por ciento de protestantes y un 23 por ciento de católicos, mientras que un 11 por ciento profesa el islam. Estas diferencias se han exacerbado por los distintos ataques terroristas que ha sufrido el país en los últimos años por parte de los islamistas radicales de Al Shabab, originarios de Somalia.
El sumo pontífice recordó en el encuentro interreligioso los “bárbaros ataques” de este grupo terrorista en Kenia.
En la misa que presidió en la Universidad de Nairobi ante cientos de miles de personas, que tuvieron que pasar por estrictas medidas de seguridad y sufrir la lluvia y el consecuente barro, el Papa volvió a tener presentes a los jóvenes.
En su homilía hizo un llamamiento a la juventud keniana para que construya “una sociedad que sea cada vez más justa, inclusiva y respetuosa de la dignidad humana”.
Sus esfuerzos para conseguir una sociedad incluyente, donde las diferencias sean una riqueza y se dé la espalda a interpretaciones extremistas de la religión, fue aplaudida por el líder de los musulmanes kenianos, Abdulghafur El-Busaidy, quien calificó a Bergoglio de “revolucionario hombre de Dios, con un excepcional compromiso y dedicación para servir a la humanidad”.
El cardenal John Njue, arzobispo de Nairobi, no fue ajeno al ambiente y protagonizó una divertida escena al final de la ceremonia.
Mostrando a los feligreses el cáliz dorado que el Papa le acababa de regalar, Njue no pudo resistir las ganas de bailar y siguió el ritmo con todo el cuerpo mientras alzaba con las manos la copa litúrgica. Resulta difícil de imaginar una imagen así en la plaza de San Pedro del Vaticano.
DARÍO MENOR TORRES
Para EL TIEMPO
Nairobi
DARÍO MENOR TORRES
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