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Mundial Rusia 2018

Mina, el ángel que cayó del cielo para poner los pies en octavos

Yerry Mina celebra el gol contra Senegal.

Yerry Mina celebra el gol contra Senegal.

Foto:AFP

Anotó el de la victoria contra Senegal, que le dio a Colombia el paso como primero del grupo.

Camilo Nieto
Yerry Mina nos tenía engañados. Él no salta cuando salta, más bien, parece que cae del cielo, como un ángel, justo en el lugar adecuado para hacer un milagro. No hay otra forma de entender sus apariciones repentinas en el área, ni como se sostiene en el aire, como si tuviera alas invisibles. Cuando flota allí arriba, Mina hace que el tiempo se detenga, mientras tanto elige dónde cabecear y dónde ir a bailar. No define con la cabeza, sino con el aura de luz que allí encima lleva. Es cuando sus compañeros, sus rivales, los espectadores y telespectadores abren la boca para expulsar el grito de gol. Para darle gracias por el milagro.
En el pasto Mina se ve fuerte y alto como un obelisco, pero cuando está en el aire, se ve liviano como el viento. Desde allí es un defensa que cabecea como delantero: es un ángel que cabecea como los dioses. A Senegal le anotó con un puntillazo abajo, irrepetible. Luego descendió de su vuelo cuando la pelota acariciaba la red. Puso sus guayos firmes en el césped, que hasta ese momento había sido un cuadrilátero verde, donde Falcao y Cuadrado eran maltrechos costales de boxeo. Entonces guardó sus alas oscuras y corrió hacia el costado que eligió, dejando atrás un aura imperceptible y victoriosa. Fue al encuentro de sus compañeros y celebró con su swing electrizante y contagioso. Porque Mina danza en el aire y baila en el suelo.
Atrás dejó los lamentos de los jugadores de Senegal, que seguro sabían que él era el más peligroso por arriba, y sin embargo, no lo vieron caer de las nubes. Ese gol significó la clasificación de Colombia a octavos de final del Mundial de primera del grupo. Es un gol tan valioso e inolvidable, que ya puede estamparse sobre piedras benditas, como si fuera una escritura sagrada.

El balón va al primer palo y yo decido atacar ese palo, me levanto y voy con toda, ¡como lo hago siempre!

“El balón va al primer palo y yo decido atacar ese palo, me levanto y voy con toda, ¡como lo hago siempre!”, dijo Mina después del gol de ayer, y lo dijo sin importar que revelaba parte de su secreto. Al fin y al cabo, él sabe que allá arriba no hay quién lo detenga.
Este es el segundo gol que anota Mina en el Mundial. En el primer partido contra Japón fue suplente. Sufrió con impotencia la derrota que sembró espinas en el camino de Colombia. Pero en el segundo partido, contra Polonia, el destino era para él. Su misión era ser un ángel guardián de la defensa, y no solo hizo eso; además ratificó que es la dulce compañía del gol. Debe ser porque el arco rival lo atrae, lo llama. Allá fue para pedirle a James Rodríguez que le diera la pelota, que se la pusiera bien arriba, donde solo podía llegar él, cuando se sostiene en el aire, como si lo pisara. Si James hizo seis goles en Brasil 2014 y eso lo llevó al Real Madrid; Mina ya lleva dos en Rusia, como para quedarse en el Barcelona.
El ángel de piel morena ya ha hecho dos milagros en el Mundial, en su primer mundial. Pero no hay que olvidar que cuando llegó a la Selección le hizo un gol a Uruguay en la eliminatoria con la misma fórmula aérea, y que también le hizo dos goles a Camerún, en un amistoso, uno de ellos con el martillo luminoso que lleva en la cabeza. Así que sus goles no son casualidad, eso ya queda claro:

Cabeza arriba, pies en tierra

Le dedico este triunfo a mis compañeros, al pueblo colombiano, a mi familia, y a Guachené

Como Mina está más cerca de las nubes que del pasto, sabe quién le dio esta misión de guiar el camino de la Selección: “La gloria y honra es para Dios. Sin él nada es posible. Él es el que sabe cómo hace sus cosas”, dijo Mina, después de ser elegido como el mejor jugador del partido por la Fifa. “Le dedico este triunfo a mis compañeros, al pueblo colombiano, a mi familia, y a Guachené”, agregó, porque nunca se olvida de dónde viene, aunque no sepa hacia donde irá ni que deparará su futuro.
Sin embargo, aunque vive en el aire, Mina tiene sus pies clavados en tierra. Se ha esforzado para dar sus saltos: comenzó en el fútbol desde bien atrás, porque comenzó de arquero, por aquello de seguir la herencia familiar. Y si su mamá decidió llamarlo Yerry al nacer; su papá escogió que no iba a ser portero. En esas simples decisiones iluminaron el camino de su hijo, que también intentó de volante y finalmente se quedó en la defensa. En el Deportivo Pasto inició su sueño y en Santa Fe se ganó un nombre. Su tránsito en el fútbol colombiano fue veloz, porque como le gusta dar saltos, trepó al Palmeiras. Hasta que el Barcelona decidió llevárselo, y pagó tan poco (12 millones de euros), que hizo pensar que en Brasil no supieron negociar, o no confiaron en esa perla.
Pero al llegar a España, Mina no abandonó su origen humilde. Esa cualidad parece intacta, se nota cuando habla a las cámaras, con nerviosismo, y cuando habla cotidianamente. Como cuando llegó por primera vez al entrenamiento del Barca y estrechó la mano de Messi, como admirado –como cuando el ángel le habla al que le dicen dios–. Jordi Alba le indicó que lo esperaban en el entrenamiento al siguiente día y Mina respondió con un amable “bueno, sí señor”, que demostró su sencillez, su respeto, cualidades que a veces se refunden en el mundo real de la pelota.
En Barcelona ya lleva seis meses y solo ha jugado ocho partidos. Los rumores de prensa indican a diario que el club catalán le busca equipo, que no lo tiene en sus planes o incluso que nunca lo tuvo. Aunque este jueves Mina obligó a más de uno a variar sus titulares: “Mina, merecido MVP (mejor jugador del partido)”, “Mina metió a Colombia en octavos”, se leyó en Mundo Deportivo y Sport, los principales diarios catalanes.
Y sin embargo, Mina no parece impaciente. Espera que su futuro siga siendo milagroso, así como son sus goles, los que todo Colombia pide, canta y baila.
Pablo Romero
Redactor de DEPORTES
En twitter: @PabloRomeroET
Camilo Nieto
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