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Violencia, enfermedad urbana que mata a los jóvenes

La intolerancia y las agresiones han cobrado más vidas que la neumonía y los accidentes de tránsito.

Más de mil familias por año viven historias de violencia que extinguieron a un ser querido, y que jamás podrán borrar de sus mentes. Son tantas, que el homicidio ha permanecido entre los cinco primeros lugares de mortalidad en Bogotá, entre 2007 y 2012, con 8.528 defunciones. La mayoría de ellos, hombres de entre 15 y 44 años que estaban en la plenitud de sus vidas productivas.
Marleny Herrera, una mujer que ronda los cincuenta años, sabe bien de esto. El rosario que mejor sabe rezar es de la muerte de las personas que más ama: sus hijos y sobrinos. Tal vez si el destino no la hubiera llevado a criar a su familia en Ciudad Bolívar, la localidad más violenta de Bogotá, las cosas hubieran sido distintas.
El primero de sus hijos murió cuando aún era un estudiante de colegio, hace unos 10 años, a manos de los paramilitares. Uno de sus sobrinos murió al poco tiempo. El otro, Jhonatan Andrés Garay, de 24 años de edad, murió el 16 de agosto bajo extrañas circunstancias.
Tras dudar mucho, Marleny decidió llamar a Arca de Restauración, un centro de rehabilitación de Mosquera, para internarlo por su adicción al bazuco y la marihuana. Cuatro personas lo recogieron en un vehículo en la mañana para llevarse y en ese mismo carro apareció muerto pocas horas después.
“Uno de los muchachos que lo recogió me dijo que mi hijo había tenido un paro, que se había desmayado y que estaba sin signos vitales. Mi tenía golpes en la cara, sangre en la boca. No había espacio en el carro para que él mismo se tirara contra el vidrio”, relata la mujer con la mirada extraviada, en medio del llanto. El caso aún es materia de investigación.
Bogotá y el mundo
Escena de un tiroteo en Nueva York en el 2012. Sucedió en la 5.a avenida con 34, en pleno Manhattan. Fuente: Reuters.
La de Marleny una de tantas historias trágicas e innecesarias de la vida en Bogotá. En el 2012 (las cifras del 2013 aún no se han oficializado), el homicidio fue la cuarta causa de mortalidad, con 1.128 casos, 422 menos que en el 2009, cuando fue la tercera causa de muerte.
Pero la ciudad ha avanzado: durante los últimos dos años la tasa de asesinatos pasó de 22,4 casos por cada 100.000 habitantes a 16,7, entre ese año y el 2013. “Salvamos la vida de 6 personas por cada 100.000 habitantes”, dijo el saliente secretario de gobierno, Hugo Ernesto Zárrate. Aun así, no ha sido suficiente.
¿Es la de Bogotá una situación ajena a la del resto del planeta? Sí. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, OMS, no figura entre las primeras 10 causas de mortalidad en el mundo. Tampoco en las del grupo de países de ingresos medios-altos de la que Colombia hace parte, ni en los de más bajos ingresos.
No obstante, si se miran las cifras por regiones, las heridas intencionales sí fueron la octava causa de mortalidad en América Latina, con una tasa de 33,9 personas por cada 100.000 habitantes.
“En esta región es más alta que en otros continentes, por un tema de violencia y de conflictividad social muy grandes. Por ejemplo, las tasas de países centroamericanos han sido altas, durante conflictos y después de sus procesos de paz y esto tiene que ver con el narcotráfico y el microtráfico”, señaló Hugo Acero, experto en temas de seguridad y convivencia ciudadana.
Acero explicó que esto tiene que ver con la resolución violenta de conflictos, un enorme machismo, el no reconocimiento a las normas desde el punto de vista cultural, y el hábito de tomarse la justicia por mano propia. “Es, en resumen, la cultura del ‘yo no me dejo’”, dijo.
Si se compara con otras ciudades del continente como Buenos Aires, Lima y Nueva York, el homicidio no figuró como una de las principales causas de deceso en el balance general de 2012 de esas ciudades. Sin embargo, en la ‘gran manzana’ sí depredó a los más jóvenes en esa ciudad.
Fue la décima causa de mortalidad en menores de un año, la sexta en infantes de 1 a 4 años de edad, la séptima en menores de 5 a 14 y adultos de 35 a 44. Además, fue la primera en los de 15 a 24 años y la segunda causa adultos de 25 a 34 años, de acuerdo con la Oficina de Estadísticas Vitales de Nueva York.
Pobreza y violencia
En Ciudad Bolívar, la segunda casa de mortalidad es el homicidio. Foto: Archivo particular
La muerte ronda a Ciudad Bolívar. No se esconde bajo el vestido de una enfermedad, sino bajo el del frío metal de un revólver o el filo de un arma blanca. Demasiado dolor para los más de 713.000 habitantes de esta localidad.
Es la zona más violenta de Bogotá, pues durante seis años consecutivos los asesinatos o los fallecimientos producidos por las secuelas de una agresión ocuparon el segundo lugar en esta triste lista. Ahí, la tasa de mortalidad ha rondado los 26 y 31 puntos en la tasa de mortalidad por cada 100.000 habitantes.
Ese mismo día que murió el hijo de Marleny, dos de sus amigos se ahorcaron y una semana después, su sobrina de 16 años apareció sin vida en la misma localidad. Otro sobrino murió a bala por andar con las personas equivocadas. Así es su vida: una seguidilla de muertes inexplicables que no encuentran la justicia, aunque vive a escasas cuadras de un CAI de la Policía.
Todas las localidades del sur sufren de lo mismo: Los Mártires, Santa Fe, Kennedy, Bosa, San Cristóbal, Rafael Uribe, Tunjuelito y Usme. Solo se salva Sumapaz, un territorio eminentemente rural y que fue uno de los territorios predilectos de la guerrilla en el centro del país.
El Alcalde Gustavo Petro ya ha instalado su gobierno en dos de esas localidades (Ciudad Bolívar y Kennedy) y ahora hará lo mismo en el barrio Las Cruces (Santa Fe). Pese a algunas obras de malla vial y de equipamientos culturales, su presencia no se tradujo aún en menos finales de sangre.
“Un atraso de 30 años en esas localidades no se va a resolver en dos años y medio. Aspiramos a que de aquí al 31 de diciembre del 2015 estos territorios que han sido calificados como de mayor violencia y conflictividad se hayan convertido en territorios de vida y paz”, explicó el exsecretario Zárrate.
Acero considera que la intervención del Distrito exige otro tipo de acciones. “La presencia de Petro no tiene ninguna incidencia en materia de seguridad. ¿Acaso se le ha hecho seguimiento a las metas? Lo que falta es una inversión de recursos en planeación participativa, donde ciudadanos puedan hacer seguimiento a las inversiones”, anotó.
Mientras tanto, la rabia, el dolor, el sufrimiento, pero sobretodo, la desesperanza, es lo único que le queda a Marleny: “Aquí se encuentra gente muerta y nadie sabe nada. No hay policía, no hay justicia no hay ley. Aquí se murió y muerto se quedó, porque aquí no se sabe nada”.
NATALIA GÓMEZ CARVAJAL
Redacción Bogotá
natgom@eltiempo.com
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