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Versus entre el libro impreso y el libro digital

Jueves 1 de septiembre de 2016

Libro físico vs libro digital

El resurgimiento del libro físico

Contrario a los pronósticos que lo daban por muerto, el libro físico pasa por un buen momento.

 

El año pasado se cumplió el plazo que Nicholas Negroponte, fundador del Media Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), dio para que el libro digital superara al libro físico, pues para el 2011 las ventas de dispositivos como el Kindle estaban en la cima del mercado. Sin embargo, el ‘boom’ desaceleró y, contra todo pronóstico, el libro físico no solo resistió sino que se potencializó.

En Colombia, según el último informe de la Cámara Colombiana del Libro (CCL), hubo un crecimiento del 6 % en ventas de libros físicos. Mientras que, el formato digital se estancó, pues así ocupen el 20 % del mercado, como mostró The New York Times, es un porcentaje que no ha variado en los últimos cinco años. Incluso, ha habido una disminución en la venta de dispositivos tecnológicos para leer: de 20 millones en 2011 se pasó a 12 millones en 2014, según Forrester Research.

¿A qué se debe el cambio de paradigma? Para Adriana Laganis, librera de Arteletra, el libro físico nunca estuvo en riesgo de desaparecer, pues el formato y la experiencia son diferentes. Una tesis similar sostiene Édgar Blanco, librero de La madriguera del conejo, “se parte de una rivalidad que no existe, son incomparables. El principio de lo que es la experiencia del libro no se puede reemplazar, hay cosas que cambian, como las radionovelas por la TV y es el ciclo natural, pero hay otras que no.”

Para los defensores del libro físico, la experiencia al leer es lo que les ha permitido seguir con el mercado. “Al que le gusta leer en papel nunca se va a cambiar al digital, nunca podría dar el mismo placer. Por ejemplo, si uno leyó algo que le gustó y quiere retroceder a otra página, lo hace y no pasa nada. Eso en un Kindle es un problema”, afirma Mauricio Lleras, librero y dueño de la librería Prólogo, fundada en 2007.

Álvaro Castillo, uno de los libreros de San Librario, concuerda con esta afirmación y añade que, así la coyuntura pueda llegar a ser complicada, la gente sigue leyendo y prefiere el físico porque además de dar una sensación diferente, está ahí en medio del mundo y en medio de todos.

Otro que pasa por un buen momento es el mercado de las librerías independientes, entre otros motivos, porque la distribución se ha equilibrado en comparación con las grandes marcas, afirma Laganis. Para Blanco, uno de los placeres de un buen lector es ‘pasearse por las librerías’, por lo que hay un constante flujo de clientes aunque, asegura, que también están los fieles, pues al ser de nicho suele haber un público leal, así sea menor. Lo mismo dice Lleras, “ es muy bonito cuando un lector se apropia y dice que esta es su librería del barrio. Esos reconocimientos hacen que haya un público fiel.”

Cabe añadir que ese público joven es una de las apuestas y por qué no, de los retos más importantes para quienes comercializan el libro físico, pues es el segmento de la población más ligado a la tecnología. Para Laganis es importante remarcar que los jóvenes, además

de estar consumiendo, se están uniendo a la producción, pues la transformación del mercado editorial, que se está especializando en darle al formato un criterio más especializado, le ha dado espacio a ilustradores, fotógrafos y diseñadores, entre otros.

Por último, las librerías también se han visto en la misión de darle un nuevo sentido al hábito de leer. La madriguera del Conejo, creada por un grupo de 15 personas de distintas profesionales entre los que hay abogados, ingenieros y periodistas, nació hace cuatro años y permite al lector sentarse, tomarse algo y, también, leer lo que está en las vitrinas. arteletra, como las demás librerías de nicho, comenzó hace 13 años queriendo ser diferente: “La rigidez aburre y la meta de las librerías debería ser antojar. Acá el lector puede llegar, sentarse y comenzar a leer cualquier libro. Aparte, la música, la decoración y las luces están hechas para que el cliente se desentienda del ruido de la calle. Es como una especie de oasis”.

El oficio del librero

No solo el libro físico pasa por un buen momento, sino que el oficio del librero también parece tener un futuro prometedor. Castillo, quien lleva 28 en esta ocupación, cree que así no haya tantos libreros como antes, sí hay jóvenes interesados en formarse, por lo que confía en un buen relevo, aunque es consciente de que hay riesgos, pues es un trabajo de pura vocación, “uno no estudia para esto”. Tanto así que Mauricio Lleras aún no se considera librero, pues ‘este un oficio para toda la vida’.

La responsabilidad de quien recomienda algo es infinita, según Castillo, pues “hay que ser honestos con los lectores y pensar bien en lo que quieren ellos por encima de todo. Si se hace bien el trabajo, gana el cliente y gana la librería”. Lleras concuerda y afirma que es un trabajo con un grado de complejidad, “especialmente cuando llega alguien que uno conoce. Es una presión muy grande. Lo más difícil es desentrañar los gustos de las personas”.

Por otro lado, Blanco lo ve como un ‘oficio sencillo’, pues no tiene el efecto que, por ejemplo, los medios sí poseen, aunque reafirma el hecho de que su deber está por encima de su gusto literario: “Uno a veces recomienda cosas que no nos parecen buenas pero que al lector sí le interesan. Por ejemplo, Amazon recomienda libros a partir de las compras y casi siempre atina, pero la gente nos prefiere. ¿Por qué? Es diferente que a uno le caiga bien una página a que le caiga bien una persona. Ser honestos hace que le caigamos bien a la gente y por eso vienen y compran”.

Aparte del factor comercial, el papel del librero es, para Laganis, de suma seriedad no solo por el gusto del lector sino porque “los libros cambian vidas y nosotros tenemos el poder de facilitar el camino”. El buen momento, tanto del libro físico como de los libreros, no es fortuito y antes que celebrar, hay que seguir construyendo, pues “es un campo enorme que permite construir y por qué no, soñar, que mucha falta nos hace”.

DIEGO FERNANDO PÉREZ TORRES

El resurgimiento del libro físico

Arteletras, Prólogo, San Librario y La madriguera del conejo son cuatro librerías independientes de Bogotá que, según sus libreros, no se han visto afectadas por el libro digital.

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