Desde ministros, congresistas, políticos locales, autoridades hasta sus más humildes habitantes sabían, muchos meses antes, que una tragedia iba a ocurrir en Armero hace 30 años. Con casi un año de anticipación, expertos geólogos habían advertido de las posibilidades de una avalancha por la actividad del volcán nevado del Ruiz. El tema se debatió en el Congreso de la República, donde se denunció, con estudios en mano, que el pueblo “iba a desaparecer” y hasta los periódicos nacionales publicaron dos meses antes la inminente catástrofe. Sin embargo, ninguna autoridad dio la orden de evacuar y fue así como el 13 de noviembre de 1985 ocurrió la peor tragedia natural que ha sufrido Colombia.
Esa noche, el volcán Nevado del Ruiz, que llevaba meses arrojando cenizas, expulsó gases, materiales y aire atrapado calientes que derritieron un casco de nieve y produjeron una avalancha de agua, piedras, escombros y lodo que bajó a unos 60 kilómetros por hora por el cauce del río Lagunilla y a las 11 p. m. llegó a este próspero municipio, el segundo en importancia del Tolima, habitado por 40.000 personas.
La fuerza de la avalancha sepultó a unas 25.000 personas, a las que tomó en su mayoría durmiendo y por sorpresa en sus casas. Una de las víctimas fue el propio alcalde, Ramón Antonio ‘Moncho’ Rodríguez, quien a diario repetía que el volcán era una “bomba de tiempo” y, junto con líderes comunales, intentó hacerles ver a los gobiernos nacional y departamental el peligro que corrían.
La avalancha arrasó al final 4.200 viviendas, destruyó 20 puentes y acabó con todas las vías. Nada quedó en pie. Sobrevivieron 15.000 de sus habitantes, que todavía hoy se lamentan de no haber evacuado.