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La mujer que guía al escuadrón femenino del Esmad

Trabajar en el Escuadrón Móvil Antidisturbios es labor de valientes, así haya quienes los critiquen.

PAULA ALEXANDRA PIMIENTO NIÑO
La capitana Viviana Alvarado es la comandante de la sección femenina, encargada de orientar y organizar al grupo de este género en el Esmad de Bogotá. Ella es la persona que le pone la cara a cada operativo, que más allá de dispersar manifestantes, orienta su actividad a recuperar el orden público en cualquier lugar.
“El Esmad femenino nació luego de entender que los públicos no son iguales, hay diferentes escenarios y hay públicos en donde es necesario que participe la mujer. La sensibilidad de la mujer nunca se va a perder, vamos a obrar como mujeres, buscamos lastimar menos y sentir más. Hemos encontrado mujeres y niños en protestas y notamos que hay personas que necesitan la presencia del escuadrón femenino y por eso se creó”, aseguró la oficial.
El escuadrón cuenta actualmente con 104 mujeres a nivel nacional, distribuidas en ciudades como Bogotá, en donde un grupo de 50 patrulleras, 2 oficiales y 4 suboficiales se entrenan a diario para estar listas y responder con la mayor rapidez ante cualquier evento que requiera de su apoyo.
Contrario a la creencia popular, ellas cuentan con las mismas funciones que un grupo masculino, de hecho, viven en un cuartel general desde donde salen ante cualquier llamado.
“Cuando nos ponemos todos una armadura, quedamos igual a los hombres. El manifestante no sabe quién está detrás, finalmente ver al Esmad es ver a todos igual. Una vez pasó algo muy curioso: ellas se quitaron el casco al finalizar el enfrentamiento, se quitaron su moño y lucieron su cabello, eso hizo que las personas que estaban cerca y los manifestantes quedaran asombrados al ver quiénes estaban ahí, quiénes lograron qué. Ese momento marcó a la sección femenina del Esmad”, agregó la capitana.
Un día normal en el Esmad femenino
La jornada de Viviana comienza oficialmente a las 7:00 a. m., hora en la que debe formar en el salón principal, junto con sus 50 patrulleras que reciben la instrucción de lo que se hará en el día.
“En el momento en que debemos salir a responder, por mi cabeza pasan muchas cosas, principalmente el regresar con vida y que quienes van conmigo también regresen a salvo. En el procedimiento pueden suceder muchas cosas, hay eventos exitosos y unos que no lo pueden ser. Mientras se llega al lugar se siente euforia, miedos, adrenalina, ansiedad, planeación. Se piensa: ¿en dónde voy a ubicarme?, ¿cómo lo voy a hacer?, ¿cómo estarán las cosas?”, afirmó.
Y es que en este trabajo nadie está exento de nada, los infortunios se dan y cualquiera puede ser víctima de situaciones que se ven, pero que nadie quiere protagonizar.
“Tuvimos una compañera herida con una papa bomba y fue difícil superar esta situación de manera grupal. No estaba al mando, pero es alguien que conforma mi grupo. En otra oportunidad vi cómo una patrullera salió herida de un procedimiento, la hirieron en la cabeza. Fue complicado porque pude ser yo o cualquier persona, una recuperación de un golpe por un objeto contundente o que detone no es fácil, estamos avanzando en su recuperación”, dijo.
Pero no solo se trata de momentos complicados, la capitana Alvarado enfrenta decisiones rápidas en las que solo un error marcaría la diferencia entre la vida y la muerte.
“Controlar las órdenes que dan por radio, coordinar el grupo y tener en los pies un artefacto explosivo casi a 15 centímetros y saber correrse para seguir son cosas que se viven y por las que una no se puede dejar vencer por los nervios o la ansiedad”, comenta.
La ‘armadura’ que las protege de todo
Con sus uniformes impecables, perfectamente peinadas y maquilladas, estas mujeres acuden al llamado diario que les da la partida para iniciar el día.
“Nuestro uniforme está conformado por un overol hecho en nomes, un material que no permite que las llamas se expandan rápidamente. Además, tenemos protectores superiores e inferiores que pesan aproximadamente 10 kilos, un casco de dos kilos y un escudo de cuatro kilos; en total son casi 16 kilos los que debemos mover durante un procedimiento. Quienes llevan gases o elementos específicos son los que manejan un poco más de peso”, precisó.
Nada en su equipo es blindado, al contrario de lo que muchos piensan, los elementos de protección están hechos de metal, pastas resistentes y polímeros.
“El casco antimotín tiene una rejilla y una parte de polímero que nos permite ver. El protector superior es una lámina de plástico fuerte al igual que el protector genital que está diseñado especialmente para las mujeres. La parte inferior está hecha en el mismo material y nos protege finalmente el 70 % del cuerpo”, complementó.
“Cosas que pasan y no deberían pasar”
Ella y sus pupilas están alerta las 24 horas del día para responder ante cualquier llamado, pese a esto, no están exentas de vivir olvidos que parecerían imposibles, pero que en medio de la adrenalina y la rapidez terminan siendo parte de la experiencia.
“Siempre se queda un escudo, se queda algún elemento, cogemos el bus que no es, el conductor no aparece, la tanqueta no prende. Son cosas que procuramos que no pasen, pero puede ocurrir y hay que saber de qué manera salir de ellos”, puntualizó Alvarado.
Así como existen momentos en que una risa aliviana la tensión del momento, al interior de un operativo se pueden vivir momentos poco agradables.
“Podemos estar haciendo una actividad pintando caritas y pasar a un enfrentamiento en una universidad, una marcha, bloqueo de vías, un desalojo; estamos entrenadas para hacer todo lo que pueda hacer un miembro del Esmad. En una oportunidad realizamos un procedimiento en un sector complicado de Bogotá y nos lanzaron excremento humano; ha sido lo más feo, humillante, raro y denigrante que nos han lanzado”, detalló.
La ‘armadura’ tiene adentro seres humanos
“Tenemos un curso que dura cinco semanas, allí entrenamos a altas temperaturas, entre los 38 y 40 grados, utilizando el protector para que cada policía entienda cómo el clima nos puede afectar y deshidratar. La idea es llegar a amar el protector, asimilar el peso”, destaca Viviana.
“Dentro de esos protectores corporales hay seres humanos: papás, mamás, hijos y hermanos. Nos ha correspondido tomar ese rol en la Policía. Un trabajo que está diseñado para una situación específica y alguien tiene que hacerlo. Hay hombres que lo hacen y mujeres que lo hacemos”, cuenta esta mujer, quien hace un llamado a la cordura a las personas que solo esperan su llegada para agredirlos.
PAULA ALEXANDRA PIMIENTO NIÑO
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PAULA ALEXANDRA PIMIENTO NIÑO
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