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Mary escapó de la muerte, pero perdió a su hija y su memoria

Dice que tuvo muerte clínica durante 4 minutos. No recuerda luces, túneles, ni la mitad de su vida.

RICHARD REVELO
Mary Correa estaba embarazada, tenía 23 semanas de gestación y una de sus citas de control prenatal fue aplazada una semana. Tomaba medicamentos porque tenía la presión alta y sus pastillas se acababan de terminar. Cuando fue al médico le dijeron que su presión estaba volando y que tenía que ser hospitalizada de inmediato. No le dolía la cabeza, se sentía “bien”. Desde aquel momento, esta periodista no recuerda lo que pasó con ella. Su historia la ha podido reconstruir gracias a las palabras de sus familiares.
Archivo particular
Según los relatos de sus seres queridos, al saber de su hospitalización, Correa fue a su casa por ropa, llamó a la pareja con la que vivía, llamó a su hermano para que la ayudara y una vez internada en la Clínica Comuneros de Bucaramanga (ciudad en la que vivía en ese entonces), le practicaron exámenes de laboratorio. En medio de dichos procedimientos comenzó a sentirse mal. Los médicos les contaron a sus familiares que ella se encontraba “muy mal” y que cualquier intento para inducir el parto sería de altísimo riesgo para ella y para su bebé. No había lugar para una cesárea, pues su presión era tan alta que se podía desangrar.
Ese martes 7 de marzo de 1995 algo no iba bien, pasaron las horas y no hubo información. Ya el miércoles a las 2 a.m. le dijeron a su hermano que Mary se encontraba en muy delicado estado de salud, pero que fue trasladada a una habitación, a cuidado intermedio.
Mary, que entonces tenía 37 años, relata que recibía la visita de amigos y familiares quienes le cuentan que ella les respondía a sus palabras con gratitud, pero de forma muy extraña, sin cercanía, sin sus dichos, sin sus formas habituales. A su hermano le hablaba de forma amable, pero distante: no le decía “negrito”, como solía llamarlo.
Horas más tarde, la mujer comenzó trabajo de parto y hacia las 7:30 de la noche dio a luz a su hija, Natalia, como en medio de la confusión pidió que la llamaran. Infortunadamente la bebé murió cuando ya estaba en la incubadora.
Mary siguió muy grave, pero con los días su estado de salud mejoró. Sin embargo, sus familiares notaron que ella no reconocía a nadie, que había perdido la memoria.
Ya en casa, la mujer cuenta que en medio de su incapacidad quienes la cuidaban veían que hacía cosas tan inusuales como ponerse a leer y coger los libros al revés. A Mary se le olvidó hasta escribir y fue remitida a siquiatría. Al conocer su caso, y mientras avanzaban sus sesiones semanales para recuperar sus recuerdos, su especialista encontró que ella no avanzaba más. Por eso, se dio a la tarea de investigar qué ocurrió exactamente durante su paso por el hospital: “pidió la historia clínica, la epicrisis, y ahí él supo que estuve dos veces en sala de parto, que en la primera me tuvieron que revivir con un desfibrilador, que duré cuatro minutos con muerte clínica, que al otro día mi hija había nacido y que en la incubadora se murió”, cuenta Correa, quien ahora a sus 56 años habla desde Medellín, su ciudad natal y lugar que escogió para vivir tras su jubilación.
Según esta docente, la explicación médica para su pérdida de memoria salió de una tomografía en su cabeza: su cerebro tiene pequeñas cicatrices que, según le dijo su especialista de ese tiempo, pudieron ser producto de las descargas eléctricas del desfibrilador. Cuando Mary fue hospitalizada, presentaba una complicación conocida como síndrome de Hellp, que se agravó a eclampsia. Tuvo convulsiones.
Las terapias se extendieron durante año y medio y la clave de su recuperación estuvo en su regreso al trabajo como editora económica. Una vez regresó a su periódico, comenzó un aprendizaje desde cero y sus profesores eran quienes alguna vez fueron sus pupilos. Olvidó por completo cómo manejar un computador y cómo moverse por la ciudad. La solución que encontraron en su trabajo fue enviarla a hacer reportería con direcciones apuntadas y, en caso de que se extraviara, llamara al periódico para que la ayudaran a ubicarse. En la labor también se involucraron con el paso de los meses las recepcionistas y taxistas que conocían de su caso y la ayudaban a recuperar su rumbo cuando la veían deambulando por alguna calle. “Me ayudó mucho que la gente me diera confianza, que me hiciera reír. Mis compañeros me molestaban y decían que me venían a limpiar el disco duro y me frotaban la cabeza. Ellos vieron que cuando no estaba tensionada, recordaba más”, cuenta esta comunicadora, para quien el humor fue otra de las herramientas para recuperarse.
Mary cuenta que cuando se sintió recuperada volvió a su otra profesión, la de profesora de periodismo en la Universidad Autónoma de Bucaramanga, que alternó con sus labores de editora hasta el año 2000, cuando se dedicó por completo a la docencia. En 2007 volvió a Medellín y dio clases en la Universidad Pontificia Bolivariana hasta diciembre.
Durante su etapa de docente, cada vez que comenzaba semestre les contaba su historia de vida a los nuevos alumnos, pero no solo para que comprendieran por qué era incapaz de distinguir entre mayúsculas y minúsculas al escribir en un tablero (una de las consecuencias de sus lesiones cerebrales), sino para enseñarles que con esfuerzo y optimismo todo se puede superar. “Hay personas con experiencias muy dolorosas que no se echan a morir. Lo que uno se propone en la vida lo saca adelante con ayuda de la gente, pienso que ese es el valor más importante que hay en mi historia”, asegura esta mujer que ahora, 19 años después de ‘revivir’ enfrenta nuevas batallas por su salud.
Olvidos de por vida
Mary no puede conducir vehículos por sus problemas de coordinación, se le olvidó tocar guitarra, le resulta imposible caminar hacia atrás y no recuerda nada relacionado a su experiencia como estudiante de colegio. “Hace dos años hicieron una reunión de reencuentro y no recuerdo a mis compañeras”, dice.
¿Daño en la memoria sí fue consecuencia del desfibrilador?
Para el doctor Frank Pernett, Jefe de Hospitalización de la Clínica del Country, no es posible que las lesiones que Mary manifiesta que aparecieron en la tomografía que le realizaron sean producto de las descargas eléctricas del desfibrilador. Ese procedimiento “es la aplicación de una carga de corriente (bifásica o monofásica) con el fin de tratar arritmias cardiacas fatales, y sus efectos son únicamente a nivel cardiaco. Esto se realiza en el contexto de una reanimación”, afirma Pernett, quien a su vez sugiere que “es el paro cardiaco (que sufrió la periodista) el que explicaría las lesiones cerebrales".
RICHARD REVELO
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RICHARD REVELO
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