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La cruzada por evitar un planeta 2 grados centígrados más caliente

La comunidad científica advierte lo catastrófico que sería sobrepasar este límite en la temperatura.

EL TIEMPO
Evitar que la temperatura aumente 2 grados centígrados (2 °C) para el final de siglo, respecto de la era preindustrial, es uno de los más grandes retos para la humanidad. Pero suena tan simple que muchos lo miran de lejos y con insignificancia. Entender qué hay detrás de este desafío podría salvar las condiciones de supervivencia para el hombre. No es un número al azar. Se dice que quien lo puso por primera vez sobre la mesa fue el profesor de la Universidad de Yale, William Nordhaus. En artículos de su autoría, publicados en los años 70, alertó que para evitar los peores impactos de este fenómeno, la temperatura no debería incrementarse en más de dos grados.
“Ha habido mucha discusión a nivel científico con respecto a ese objetivo, sin embargo hay bastante aceptación porque muchos investigadores nos hemos dado cuenta de que con el conocimiento que se tiene de los daños que trae el cambio climático, lo urgente es comunicar esta ciencia a la gente del común”, dice el ecólogo colombiano Camilo Mora, profesor de la Universidad de Hawái (Estados Unidos).
Simplificar la ciencia. Eso, en el fondo, es lo que representa esa cifra. No es la solución a todos los problemas, pero tampoco una sentencia de muerte, aunque algunos la califican así. “Esto simplifica una complejidad enorme. Imagínese sistemas que incluyen el clima, las especies y la gente. Si tarda conseguir un Ph. D. para entender un poco de estos temas, ahora piense lo que es tratar de comunicar esto a 7.000 millones de personas para que vean que es algo para tomar en serio”, añade Mora.
Tras el tire y afloje de las discusiones, la cifra de los 2 °C se asumió oficialmente como objetivo de las negociaciones climáticas internacionales en la Cumbre del Clima de Cancún (México), en el 2010. Este año, en París, sonará de nuevo, aunque el 2 ya lo están estirando al punto que se acerca cada vez más al 3.
Efecto invernadero
Lo que provoca el aumento de la temperatura de la Tierra tiene nombre propio: efecto invernadero. “Esto existe desde que la atmósfera está y se compone de gases”, explica José Daniel Pabón, profesor del departamento de Geografía de la Universidad Nacional de Colombia.
El aumento de estos (como el dióxido de carbono, el metano y el óxido de nitrógeno) se traduce en el calentamiento global, causante de graves desastres naturales y la pérdida de biodiversidad en el mundo.
“El cambio climático es la unión de dos cosas: una, nosotros produciendo CO2 por nuestros estilos de vida y dos, el acabar con ecosistemas naturales, porque necesitamos carreteras, ciudades, agricultura. El problema de destruir los ecosistemas es que estos naturalmente capturan ese carbono, los que nos limpian el error que estamos cometiendo”, señala Mora.
La atmósfera cuenta con la concentración justa de gases de efecto invernadero para la existencia de la vida como la conocemos hoy. Con el aumento de las emisiones de estos gases, entre más alta concentración, mayor es la captura de calor y menor la capacidad de los ecosistemas de capturar el carbono. Por eso la insistencia de bajar las emisiones y de que no se destruyan los bosques que las atrapan.
Sin ningún gas de efecto invernadero en la atmósfera –señala el libro Cambio climático, lo que está en juego– la Tierra tendría una temperatura 30 °C más fría (o de 18 °C bajo cero) lo que la haría inhóspita para la vida. Por eso, si la concentración se dispara, la temperatura podría alcanzar picos extremos de calor que también la harían imposible.
“Hago una analogía: el aumento de dos grados en la temperatura es como tirarse desde Monserrate; no hay forma de recuperarse. Puede uno ganarse la lotería y salir fracturado no más. Pero lo más probable, basado en el conocimiento que tenemos hoy, es que de eso no nos recuperamos”, dice Mora.
Este año, en el que mes a mes se superan los registros históricos de mayores temperaturas, cerrará con la confirmación de que la Tierra es un grado más caliente que en la era preindustrial. “Como científicos hemos recopilado enciclopedias, no libros ni artículos, de lo que significa que el planeta se caliente un grado centígrado, por eso dudo de que se recupere de un aumento de dos grados. Esto se ha acelerado en los últimos 50 años, pero el origen se dio en la Revolución industrial”, precisa Mora.
El deshielo de los glaciares, que provocaría un aumento en el nivel del mar, que podría incluso desaparecer islas, es tal vez uno de los efectos más visibles que traería no cumplir con la meta. Y aunque se hable de aumento de temperatura, no todo va a ser calor. “No es que la precipitación vaya a descender. Puede que suba o baje”, insiste el profesor Pabón, de la Nacional.
De allí la posibilidad de que fenómenos como el Niño o la Niña golpeen con más fuerza. “Nosotros hicimos un cálculo y lo publicamos en Nature: hoy en día se extinguen 20.000 especies al año. A eso se suma que la deforestación es de 6 millones de hectáreas por año. Eso es vergonzoso para una especie inteligente como nosotros”, criticó Mora.
En noviembre pasado, el Ministerio de Ambiente de Colombia celebró la disminución de la emisión de gases de efecto invernadero –178’258.000 toneladas de dióxido carbono en el 2012–, lo que representa un 20 por ciento menos que la última medición (del 2010). La reducción, explicaron las autoridades, se debió a la disminución en la tasa de deforestación en el 2012.
La celebración durará poco, pues la tasa de deforestación de 2014 creció un 16 por ciento respecto al año anterior, la que indica que emisión de gases será mayor y en la misma medida la contribución negativa de Colombia al cambio climático.
¿Qué se puede hacer? Reducir las emisiones es la prioridad. Por eso en París se sueña con un acuerdo vinculante.
“Tenemos que generar una revolución ambiental. Creemos que el problema lo está generando alguien por allá malvado, como el diablo. Creemos que la solución la tienen los políticos, pero nosotros podemos resolverlo si nos volvemos responsables”, insiste Camilo Mora.
La ventaja que tiene el hombre es que ya cuenta con los elementos que limpian el carbono: los árboles. “A través de la fotosíntesis cogen ese carbono del aire y lo convierten en proteína. Ahí en proteína ya queda encerrado y eso lo llamamos carbón bank. La gente debe saber cuántos árboles tiene que sembrar para neutralizar el carbono que cada uno genera, ya que si todo lo que se genera se limpia no hay problema”, enfatiza Mora.
Lo cierto –agrega– es que el problema se resolverá: o lo hacemos nosotros racionalmente o lo hace la naturaleza de manera violenta por nosotros.
EL TIEMPO
Con información de EFE
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