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Correo de los lectores de Revista Motor 608

Revista MOTOR
Defensa de los carros viejos
Pienso que hay muchos carros de modelos hacia abajo del año 1990 que todavía sirven como nuevos porque los han cuidado mucho, aunque otros dan lástima y deben chatarrizarse.
¿Por qué el Gobierno se deja influenciar por los gran­des monopolios que quieren meterle a la gente los carros nuevos que se dañan hasta con solo prenderlos? Si la tasa de accidentalidad la ocasionan la gran mayoría -yo creo un 85 por ciento- de los carros nuevos que no sobrepasan los ocho años, ¿por qué el Gobierno quiere sacar del mercado los carros que han llevado adelante este país? Yo digo que está para los públicos y los de carga, pero a los particulares no es necesario desde que estén en buen estado. También hay que pensar que un ente regulador vea que los carros que han pasado los 30 años de uso estén buenos mecánica y estéticamente para que los conviertan en clásicos y no se chatarricen.
Los carros ya no los fabrican como antes. Ahora son desechables, los bómperes se rompen con solo hacerles fuerza; eso es lo que no me gusta de los carros nuevos. La gente se cree muy grande al conducir un carro nuevo porque le da velocidad, pero no sabe utilizarla y por eso se estrella. Ojalá publique esta nota en MOTOR para que la gente lea y sepa que por chatarrizar un carro modelo 89 no se van a salvar de los grandes accidentes.
Fernando Elías Murcia.
R./ La seguridad y protección a los ocupantes y peatones, además del peso e ineficacia del metal de los carros viejos, es lo que determina que hoy todos sean obligatoriamente diseñados con materiales pensados para la protección de las personas y no para salvar unas cuantas latas, que sí son reem­plazables. Las vidas no. Por eso hoy todos los vehículos son colapsables para proteger en accidentes, y no desechables. No hay ninguna ley ni posibilidad cercana que sepamos de que el Gobierno ordene descontinuar automóviles particu­lares, pues habría una afectación a la propiedad que debería reponer. Pero sí existe la revisión técnico-mecánica que determina la funcionalidad correcta de un vehículo. Mientras cumpla, todo carro tiene derecho a rodar. Seguramente, el 95 por ciento de los accidentes son causados con carros recientes, pero la razón fundamental es que los viejitos cada vez ruedan menos y son una minoría creciente por inefica­ces, obsoletos, contaminantes, consumidores de gasolina, y arreglarlos cuesta más que su valor real. Finalmente, podría decirle que si bien la industria hace permanentes ofertas de carros nuevos, nadie está obligado a comprarlos si los consi­dera inadecuados, y quien quiera un vehículo podría moverse en el marcado de los viejos usados si le es tan favorable y atractivo como usted sugiere.
 
¿Achicar los rines?
¿Es bueno reducir los rines de 17 a 15 pulgadas en un Ssangyong Kyron, para poner más caucho en menos rin ante las destartaladas vías bogotanas y para aliviar en algo los golpes a la suspensión en terrenos agresivos? ¿Puedo hacer esa reducción del rin? ¿Habría alguna anomalía en la refrigeración de los frenos? ¿La reducción de peso sería apreciable? ¿La suspensión en algo se beneficia?
Iván Sandoval.
R./ Su pregunta es contraria a la usual de las perso­nas que quieren aumentar el tamaño de los rines. Para el rendimiento del vehículo, lo fundamental es que sea la llanta de la misma altura o perímetro, independiente del tamaño del aro en el cual está montada. Tiene razón al buscar más suavidad de marcha con unas llantas que tengan hombros más grandes y por lo tanto más flexibles. Esta hará que absorban más los huecos e impactos. El problema radicará, en ese caso, en conseguir las ruedas de la medida equivalente adecuada y que el rin más pequeño no interfiera y pegue con las mordazas de los frenos, que es lo más probable que suceda, al menos en el tren delantero. No debe haber gran diferencia de peso.
 
En ibagué
El Concejo acaba de adjudicar la colocación de cámaras para fotomultas a un particular que se va a comer el 60 por ciento del producido y deja el 40 por ciento para el municipio de los comparendos que facture. No pagará impuestos y adicionalmente impondrán unas ridículas velocidades de 30 kph en todas las dobles calza­das como la entrada a esta ciudad, de Bogotá, la variante a La Línea, corredor de todo el desarrollo de nuestro país, las avenidas Ambalá, Carrera 5, Jordán, la variante al norte del Tolima vía Honda, etc. Mejor dicho, toda la ciudad. Hasta el defensor del pueblo se volteó, pues antes decía que no y ahora lo contrario, aprobando dicho acuerdo. ¿Hasta dónde llegaremos con tanta corrupción, pues se nota que esto solo busca sancionar a media Colombia que pase por esta ciudad, ruta obligada para muchos viajeros? Hoy intenté andar en mi moto a 30 kph con mi esposa y es hasta complicado mantener el equilibrio, amén de las trincheras de huecos de esta ciu­dad. ¿Cuáles serán los acuerdos internos politiqueros para haber aprobado dicha norma?
Jorge Nicolás Prada Triana.
El drama de la Autosur
En ese afán por construir un país globalizado para aspirar a parecerse a los más grandes, ima­ginándonos una nación poderosa, como salida del sombrero del ma­go, o sea de la nada, terminan en­redando a los ciudadanos en unos líos que acaban por enfermarnos de tanto sinsabor, cuando vemos que el Estado es incapaz de resol­ver los asuntos más sencillos como el tema de la movilidad, entre otros muchos. Es absolutamente vergonzoso tratar de movilizarse por el corredor vial de una vaina que llaman dizque Autopista Sur, una vía que va desde Soacha hasta más allá de la escuela de policía General Santander de Bogotá, que es la más importante para conectar el mundo que queremos unir con la capital del país. Pues ese ade­fesio es el fiel reflejo de la incapa­cidad que tiene el Gobierno para administrar la nación, una cosa an­gosta llena de huecos, de peatones que no tienen andenes por donde caminar, buses recogiendo y de­jando pasajeros cada metro, carros varados, vehículos parqueados en todas partes, los comerciantes de carnes en el frigorífico se toman la vía por asalto en las mismas narices de la policía… en fin, la representa­ción gráfica de lo que es una anar­quía en toda su magnitud. Son tres míseros carriles por calzada, por donde se abren paso a codazos todos los vehículos que transitan por ahí, llevando la carga de la glo­balización, del libre mercado para competir con el mundo entero, a una velocidad extrema de 3 a 5 kilómetros por hora. En cambio, a su lado en el trayecto de Soacha a Bogotá, como mostrando las joyas de la corona, hay dos flaman­tes carriles de Transmilenio por donde pasa cada 30 minutos un bus articulado con 500 personas arrumadas de cualquier manera como si se tratara de llevar gana­do a la destazadora. A esa vaina que llaman Autopista le ponen un cruce cada cinco cuadras para que vehículos y peatones traten de pasar de un lado a otro de la manera que puedan, y entonces en ese caos, en un trancón infinito, de cualquier parte aparece otro actor de ese desgobierno: el ladrón que, a sabiendas de que ahí todo es po­sible, con toda desfachatez, arma­do hasta los dientes cual Rambo, va despojando de objetos valiosos a la gente que sabe que en ese lugar, como en casi todo el país, la ley no existe. Entonces ahí sí, sin ley ni Dios, pasar por esa vía es una verdadera proeza que merece una recompensa.
Así, pues, sin autoridad que controle la movilidad, sin planea­ción para resolver un problema como ese, sin responsables del de­sarrollo vial, sin quien repare la vía, sin quien vigile e imponga el man­do, sin justicia, ¿cómo diablos pue­den hablar de productividad, de globalización, de libre comercio? Esa cosa mal llamada Autopista del Sur es una vía nacional, o sea que debe ser el mismo presidente de la República quien tome las medidas del caso; pero también por ahí está el señor alcalde de Bogotá, puesto que esa vía pasa por su municipio, pero también está el alcalde de Soacha… Mejor dicho, eso demuestra la incapa­cidad de los gobernantes para atender los menesteres básicos de sus cargos, y hablan de TLC y libre comercio, desarrollo y equidad. ¿Qué podemos esperar del resto de asuntos, que sí son realmente trascendentales, de esta linda patria?
Hernando Aramburo Restrepo. Bogotá.
Interferencia de los celulares
No sé si ha hecho algún comentario sobre las antenas de celulares y su repercusión en los autos nuevos. En Barranquilla las están colocando a una altura no adecuada y están generando problemas en el encendido de los carros, los bloquean, dis­paran las alarmas, etc. ¿Quién debe regular esto? ¿Con quién se debe hablar?
Juan Carlos Sánchez.
R./ Es lo más improbable o casi imposible que suceda pues en el diseño y fabricación de todos los vehículos, uno de los puntos más severos y contro­lados es su blindaje a todas las interferencias que puedan sufrir sus sistemas electrónicos, no solamente de parte de los teléfonos, sino también de radio, te­levisión, comunicaciones y muchas más. Las señales de los celulares están en todas partes, no solamente en vecindad de las antenas. Precisamente su omni­presencia es lo que hace su diferencia y se enganchan por celdas a medida que se desplazan los teléfonos, de donde proviene su nombre. Esas señales son totalmente inofensivas hasta el punto de que hoy el uso de los teléfonos ya está permitido en los aviones, pues se comprobó que no interfieren los sistemas de navegación. También hay que tener en cuenta que dentro de los mismos automóviles se pueden generar señales por bluetooth, wifi, del GPS, de la televisión y el radio, y no molestan a los computadores o la elec­trónica del vehículo. Es posible que algunas alarmas de fabricación externa a los vehículos, es decir, no originales, sí sean vulnerables. O que las antenas que usted cita sean para otros menesteres.
 
Costo desproporcionado del Soat
Quiero atraer a su atención al costo del Soat compa­rado con el seguro todo riesgo de mi vehículo. Tengo una Nissan Pathfinder 2003, por la cual pago una póliza co­lectiva de $ 696.000 anuales. Por el Soat pago $ 660.000.
¿Por qué el Soat cubre solamente gastos médicos básicos a terceros, y por montos irrisorios, mientras que el seguro privado cubre responsabilidad civil; los pasa­jeros; el vehículo; asistencia jurídica; conductor elegido, entre otros, y por montos que superan enormemente el cubrimiento del citado Soat? Me pregunto: ¿cómo es posible que cuesten lo mismo si los cubrimientos son tan dispares? Me parece que no es aceptable ni tiene presen­tación que un seguro que cubre tan poco cueste tanto en términos reales.
Sería interesante investigar el porqué de ese sobre­costo y por qué tenemos que seguir pagando los usuarios de vehículo particular las falencias de las políticas guber­namentales en términos de control y demás; también revisar cuánto se están ganando las aseguradoras con este negocito.
Ya sé que hay una parte de lo que pagamos que se va al Fosyga para cubrir a quienes conducen sin seguro, claramente siendo esta una situación de control policial. Cabe anotar que no estoy en desacuerdo con que exista dicho fondo, pero si hubiera mejores controles y menos personas sin Soat este fondo podría usarse para dar me­jor cubrimiento a víctimas o para bajar el monto de lo que tenemos que contribuir quienes compramos el seguro, además sabiendo que ya tienen un sistema por el cual con solo digitar el número de la placa del vehículo saben si está asegurado, sin necesidad de tener que pararlo.
Andrés B.
¿Cuentos de los ingenieros?
Tengo un Mazda 2 desde junio de 2014 con 502 km, el cual tiene un motor de razón compresión 10 a 1. No obstante me dijo el asistente de ventas que puedo echarle gasolina corriente en Medellín. Procuro seguir su sugerencia de usar una mezcla al 50 por ciento con extra. Observo que el rendimien­to es inferior a los 46 km/gal que dice el manual, aproximadamente al nivel del mar, pienso yo. Al preguntar al mecánico de la distribuidora me respondió que lo recorriera al menos 2.000 km y notaría la mejoría. ¿Cree usted en esa salida? De momento creo que no, porque pienso que los automotores y los hombres vienen muy bien armados de fábrica, pero cuando empiezan a tocar­los mecánicos y médicos con las vacunas, empiezan a dañarlos, razón por la cual no lo he dejado intervenir. Usé un Sprint 179.000 km con la correa de distribución original, porque dado que ayer estudié mecánica, antes de ingeniería, sabía que el motor es de libre distribución y no causaría da­ños costosos al dejar de funcionar, pero lo revisaba periódicamente. Las genuinas, en realidad ho­mologadas, se deshilachan, no así la original. Los ingenieros mecánicos de Colombia no estudian mecánica de automotores, por ende se les puede escuchar pero no necesariamente acatarlos. Prefiero la opinión y el altruismo compartido de MOTOR, y los sábados en El Tiempo.
Antonio Jaramillo.
R./Esa relación de compresión del motor que cita puede estar en el límite de octanaje de la gasolina corriente, por lo cual sugerimos el 50-50 para no correr riesgos. De todas maneras, los motores modernos de hoy como ese tienen en sus computadores programas de protección que re­trasan la chispa ligeramente y modifican la mezcla aire-gasolina para evitar la detonación cuando los sensores la informan, y eso genera una baja ligera de potencia. Dependiendo de si se da ese caso, y no en todos los motores, cuando se pone la extra el computador adopta el mejor programa, llegan más caballos, hay que usar menos acelerador y entonces es posible bajar muy poco el consumo.
Revista MOTOR
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