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Marx o el espíritu del mundo

Jacques Attali.
Cuán es la intencionalidad de Attali en su investigación: fuera de algunos fundadores de religiones, ningún hombre o mujer ejerció sobre el mundo una influencia comparable como la que tuvo Karl Marx en siglo XX. Sin embargo, en este nuevo siglo, sus teorías, sus concepciones del mundo fueron y son universalmente rechazadas. La práctica política construida alrededor de su nombre fue arrojado al carro de la basura de la historia. Hoy el que estudia la obra de Marx lo consideran un “despistado”, un “casito patológico”. Pero es bueno sostener que Marx se equivocó al creer moribundo el capitalismo y la realización del socialismo a la vuelta de la esquina. Y muchos le echan la culpa de causar los mayores crímenes de la historia y de las peores perversiones que marcaron el fin del anterior milenio, del nazismo, del estalinismo, de las rebeliones de los pueblos del tercer mundo inspiradas en su espirito, pero desviada de su contenido teórico.
Pero el investigador Attali se ha dado cuenta que estudiando su obra, sus textos originales de cerca, sin ningún prejuicio se descubre que el capitalismo constituía una liberación de las alienaciones anteriores y que nunca lo consideró en agonía y que jamás creyó posible el socialismo en un solo país, sino que, por el contrario, hizo la apología del intercambio y de la globalización y previó que la revolución, se llegaba solo si se haría como la superación de un capitalismo universal.
Jacques Attali, al descubrir su vida también tomó conciencia de la actualidad de este destino considerado en todas sus contradicciones. Lo plantea así: “El siglo que vivió Karl Marx se parece de manera sorprendente al nuestro. Como hoy, el mundo estaba dominado demográficamente por Asia y económicamente por el mundo Anglosajón. Como hoy, la democracia y el mercado trataban de conquistar el planeta. Como hoy, las tecnologías revolucionaban la producción de la energía y de objetos, las comunicaciones, las artes, las ideologías anunciaban una formidable reducción del rigor y la dificultad del trabajo. Como hoy, nadie sabía si los mercados estaban en vísperas de una obra de crecimiento sin precedentes o en el paroxismo de sus contradicciones. Como hoy, las desigualdades de los más poderosos y los más miserables eran considerables. Como hoy, algunos grupos de presión, a veces violentos, hasta desesperados, se oponían a la globalización de los mercados, al ascenso de la democracia y la secularización. Como hoy, alguna gente tenía esperanza en otra vida, más fraterna, que liberaría a los hombres de la miseria, de la alienación y el sufrimiento. Como hoy, una gran cantidad de escritores y políticos se disputaban el honor de haber encontrado el camino para conducir a esa meta a los hombres, por las buenas o por las malas. Como hoy, algunos hombres y mujeres valientes en particular, periodistas como Marx, morían por la libertad de hablar, de escribir, de pensar. Como hoy, el capitalismo reinaba como dueño y señor, influyendo en todas partes en el costo del trabajo modelando la organización del mundo y también porque su acción se encuentra en la fuente de lo que constituye la esencia de nuestro presente”.
La obra de Marx también se encuentra en el punto nodal de todo cuanto constituye el hombre moderno occidental. Porque “de el judaísmo, heredó la idea de que la pobreza es intolerable y de que la vida no tiene ningún valor a menos que permita mejorar el destino de la humanidad. Del cristianismo heredó el sueño de un porvenir liberador donde los hombres y mujeres se amen los unos a los otros. Del renacimiento heredó la ambición de pensar el mundo racionalmente. De Prusia, heredó la certeza de que la filosofía es la primera de las ciencias y de que el estado es el corazón, amenazante de todo poder. De Francia hereda la certidumbre de que la revolución es la condición de la independencia de los pueblos. De Inglaterra, hereda la pasión de la democracia, del empirismo y de la economía política. Y de Europa, la pasión de lo universal y de la libertad”.
Filósofos anteriores a Marx habían pensado el ser humano es su totalidad, pero es el primero que capta el mundo como un conjunto a la vez político, económico, científico y filosófico y como Hegel pretende dar una lectura global de lo real; pero, a diferencia de él, solo ve lo real en la historia del hombre y no ya en el reino del Espíritu absoluto. En la obra del pensador de Treveris se manifiesta una increíble sed de conocimientos en todas las disciplinas, en todas las lenguas. Se desvela hasta su último aliento por abarcar la totalidad del mundo y de los resortes de la libertad humana. Es el espíritu del mundo.
Lo planteo sin nostalgia. Cuando estudiábamos en el bachillerato en la década de los 70, nos acompañó el “marxismo soviético y chino” – recuerdo las revistas de China reconstruye, Pequín informa y los Libritos rojos que Mao Tse Tung adoctrinaba a los campesinos chinos y las obras completas de Marx y Engels de la URSS que mostraban los “avanzados ideológicamente” que jamás estudiaron. Estudiamos las obras de Georg Lukács que traducía Manuel Sacristán de la editorial Grijalbo de México. De Lukács estudiamos: Thomas Mann e Historia y conciencia de clase.
Mi primer contacto serio con Marx fue en la Universidad Nacional; bajo la orientación del profesor Rubén Jaramillo Vélez; porque tradujo los Escritos juveniles de Marx publicados en la editorial anthropos y del profesor Fredy Téllez, recién llegado de París donde se doctoró con François Chatelet, a la sazón director del programa de Filosofía Paris VIII y nos orientó en el estudio de las obras de Marx como La tesis doctoral : La diferencia de la filosofía de la naturaleza de Demócrito y Epicuro, Los manuscritos económicos filosóficos, 1844. Ideología alemana, Miseria de la Filosofía, La cuestión Judía y unos cuantos capítulos de El Capital. Y comentadores de Marx como Louis Althusser:Pour Marx y Ernest Mandel con el estudio de Los escritos del joven Marx.
A Marx lo convirtieron en el siglo XX en un aventurero político, un arribista funcionario, un tirano doméstico, un parásito social. Otros vieron en él un profeta, un extraterrestre; el primero de los grandes economistas, el padre de las ciencias sociales, de la nueva historia, de la antropología y hasta del psicoanálisis. Otros llegaron a ver en Marx el último filósofo cristiano. En el aquí y el ahora, cuando el “comunismo” parece haberse borrado para siempre de la faz de la tierra y su pensamiento ha dejado de ser un desafío de poder; por fin resulta posible hablar del pensamiento de Marx con serenidad, de manera seria y por lo tanto valiosa. “Es el momento de contar sin falsos pretextos su increíble destino y su extraordinaria trayectoria intelectual y política. De comprender como pudo redactar, cuando tenía menos de 30 años, el texto político más leído de toda la historia de la humanidad. De revelar sus relaciones singulares con el dinero, el trabajo y las mujeres. De poder al mismo tiempo reinterpretar ese siglo XIX del que somos herederos directos, hechos de violencias y de luchas, de desamparo y democracia, de dictadura de derecha e izquierda y de opresión, de miseria y de epidemia tan lejanos a los resplandores del romanticismo y a los arcanos de la belle époque…”
(Apartes). Profesor de Filosofía. Universidad del Atlántico. Grupo de investigación Cronotopias
Jacques Attali.
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