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Helena Araújo: su liberación fue el exilio

La escritora falleció en febrero pasado en suiza, en donde se había radicado.

Nace en un país en donde gobiernael presidente liberal EnriqueOlaya Herrera, después de 45 años de dominación conservadora.Nace en una Bogotá parroquial ,en donde reinan las tradicionesheredadas de la Madre Patria. Nace en un hogar llenode comodidades y de afecto, en donde su padre, Alfonso Araújo, importante político liberal, ha sido ministro y embajador, y su madre, Emma Ortiz de Araújo, se destaca en la sociedadbogotana por su belleza y elegancia.
Helena Araújo, la segunda hija de esehogar, disfruta de grandes comodidades con sus hermanos: Emma, María Mercedes y Roberto, y tiene la oportunidad de vivir enVenezuela, Brasil y Estados Unidos, en donde su padre desempeña importantes cargos diplomáticos. No obstante, ella no se acomoda. Rebelde por naturaleza, lo que más la golpea, cuando tiene conciencia del mundo en que vive, es la situación de inferioridad de la mujer. La sumisión, la incapacidad de las mujeresde rebelarse, la sublevan. Protesta contra esasituación indignante, a través de artículos, ensayos críticos, cuentos y novelas.
Graduada en literatura y filosofía en la Universidad de Maryland, después refuerza esos temas en la Universidad Nacional. Además de estudiar, investigar y escribir, es profesora de literatura. A los 19 años, cuando decide casarse, ya es importante escritora.
A pesar de su rebeldía intelectual, socialmente respeta las reglas establecidas y contrae matrimonio católico con un apuesto deportista. En su hogar nacen, con poca diferencia de años, cuatro hijas: Priscilla, Giselle, Nicole y Jocelyn. Helena, madre amorosa, se siente incapaz de ser la esposa dominada por su marido y solicita el divorcio, entonces una audacia que ni la sociedad ni la Iglesia ven con buenos ojos. Obtiene el divorcio pero pierde la custodia de sus hijas. Pasan dos años sin verlas. Cuando su exesposo contrae nuevo matrimonio, recupera a sus hijas, se va con ellas a Suiza y jamás regresa.
Su muerte, hace poco, en Lausana, revivió en Colombia el recuerdo de esta escr itora, crítica, rebelde, ferviente feminista, que hace 40 años, por voluntad propia, se asiló en Suiza para buscar, dijo entonces, más libertad, menos ataduras sociales, menos restricciones. Dejó escrito su primer libro: La ‘M’ de las moscas, y después escribió Fiesta en Teusaquillo, un retrato de la sociedad a la que pertenece, en donde dio rienda suelta a su inconformidad y fue implacable en su crítica social.
En un perfil de Helena, escrito por el profesor de la U. de Lausana, Norberto Gimelfard, se destaca su gusto por la investigación y su capacidad infinita de indignarse ante las injusticias contra las mujeres. Investigando esa situación, Helena encuentra historias asombrosas de mujeres del siglo XIX, que en ambientes aún más cerrados lucharon contra la opresión.
Fue el caso de la escritora cusqueña Clorinda Natto de Turner, quien por defender los derechos de la mujer y de los indígenas es expatriada a Argentina; de Mercedes Cabello de Carbonera, natural de Moquegua (Perú), a quien por publicar obras de crítica social la declaran enferma de “melancolía” y la encierran en un hospital . Y peor le va a la uruguaya Delmira Agustini, poeta modernista y de avanzada, asesinada por su marido, pues no se siente complacido.
Intelectualmente inquieta y siempre activa, asiste a seminarios, escribe, da conferencias y dicta clases recostada en un colchón inflable, porque un accidente de tránsito le dejó lesiones en la columna vertebral. En defensa de su exilio voluntario, Helena sostiene que “la distancia del país natal abre las puertas al mundo en general. Y la nostalgia se convierte en un punto de contacto propio y con los otros. En un medio de expansión personal y colectivo”. Según un analista, Helena no sale expulsada del país por un gobierno dictatorial sino por la fuerza de hechos y tradiciones que confinan a la mujer al papel inmutable de vivir sometida a las exigencias familiares y a los caprichos del marido.
Dice el escritor Juan Gustavo Borda que Esposa fugada y otros cuentos, la última novela de Helena Araújo, escrita en 2009, es como un exorcismo de los “horrendos años sesenta”, que motivaron su decisión de exilarse.
Aunque todavía las mujeres soportan duras cargas y enormes injusticias, su situación es un poco menos peor de lo que era hace 40 años, cuando Helena se fue de Colombia. Eso quiere decir que la lucha por la equidad debe continuar y que Helena hará mucha falta como crítica, emprendedora y escritora.
LUCY NIETO SAMPER
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