¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Archivo

Influencia Mesopotámica

Arte de Asiria y Babilonia en el Museo Metropolitano de Nueva York.

ARTE
Poco familiarizados estamos con el arte y cultura antigua de Asiria y Babilonia, aunque haya sido allí donde se iniciaron arte y civilización occidental, que se originaron en las ciudades de Sumeria –Sumer, Ur, Lagash y Uruk (hoy Warka)– en un pequeño triángulo de la Mesopotamia donde se unen los ríos Tigris y Éufrates antes de desembocar en el golfo Pérsico, cerca a Kuwait en el extremo sur de lo que es hoy Irak. Allí los pastores nómades se volvieron agricultores que, para registrar tierras y contratos, crearon la primera escritura, la cuneiforme. Al norte aparecieron otros asentamientos, cuyas primeras referencias conocemos por la Biblia sin saber muy bien su ubicación, ni relacionarlas con sus actuales nombres árabes que con frecuencia aparecen en calamitosas noticias. Quién podría creer que son los mismos lugares, cuya impresionante herencia cultural, mucha de la que aún subsiste, es hoy destruida o saqueada.
Estatua de Asurnarsirpal II (870 a.C.), magnesita, base de piedra roja. Nimrud, Ishtar, templo de Sharrat-niphi, neo-asirio, c. 875-860 a.C.
Museo Metropolinato de Nueva York.
En la actualidad 41 museos de 14 países –excepto los del mismo Irak– se han reunido para una gran exhibición que pone de presente su rico legado presentando 260 obras de los más antiguos rastros de civilización de colecciones de Europa, el Cáucaso, Medio Oriente y África, para demostrar los logros de la original cultura asiria y el impacto de sus tradiciones artísticas al haberse difundido alrededor del Mediterráneo, interactuado con Egipto, Creta, Grecia y hasta España. La complejidad de la historia y riqueza milenaria de la región remonta a un mundo cosmopolita, multiétnico, plurireligioso y multilingüe, de impresionantes intercambios pacíficos y bélicos también.
En el siglo VIII a.C, al norte de Irak, se formó el Imperio Asirio que tuvo como centros las ciudades de Nínive, Jorsabad y Nimrud, que fue el primero en el Medio Oriente en extender su dominio desde el Mediterráneo hasta el golfo Pérsico por medio de campañas militares, consiguiendo botín y forzando grandes poblaciones a reubicarse. El arte oficial documentaba y glorificaba a sus reyes, como es el caso de la canónica escultura de Asurnarsirpal II (870 a.C.), de las pocas figuras monumentales de bulto redondo que se conservan, quien mostraba su devoción a los dioses o tomaba el lugar de ellos a la entrada del templo de Ishtar en Nínive. Aunque el soberano aparece sin corona, su estatus es evidente en la elaborada barba, detalles de ropas lujosas, cetro y maza, además de la inscripción sobre su pecho que proclamaba sus títulos y genealogía.
En esta región también se originó la imaginería mítica y religiosa del Medio Oriente, que sería adoptada por culturas vecinas y dentro de cuyo repertorio se incluyen esfinges, grifos, pájaros con cabeza humana y deidades que aluden al dominio sobre animales salvajes, como la ‘Dama o señora de los animales’, siempre flanqueada heráldicamente por un par de ellos y que probablemente se relacionaba con una personificación del árbol de la vida.
Un bajorrelieve del palacio de Asurnarsirpal II en Nimrud, 880 a.C. (cerca de la actual Mosul) muestra una figura alada con cuerpo humano de poderosa musculatura, cara y alas de pájaro, que sostiene un balde y un cono de palmera de dátiles que se interpreta como la fertilización del árbol significando prosperidad y abundancia. También se incluyen otros magníficos bajorrelieves del Museo Británico, como uno de la ritual ‘Cacería real del león’ (640 a.C.) que exhibe gran maestría en la representación animal y está organizado en tres escenas para expresar la secuencia. El de ‘La batalla de Til Tuba’ (650 a.C.) tiene textos explicativos y describe la victoria asiria sobre el reino iraní de Elam, en una narrativa de 10 detallados episodios, acompañado por el del ‘Banquete de Asurnarsirpal’ para celebrar la victoria en un festín con músicos, evento de apariencia bucólica si no fuera por la cabeza del rey derrotado que aparece colgada de un árbol. Estos relieves son grandes hitos del arte universal debido al desarrollo de estrategias narrativas pictóricas, a veces organizadas en registros o bandas, otras en episodios separados, y las más imaginativas de todas integrando varios momentos de una historia en un solo escenario.
 Placa con ‘Esfinge caminando’, marfil, excavada en Nimrud (Kalhu Antigua), Fort Shalmaneser. Cuarto NW 21. Período neo-asirio, siglos 9-8 a.C.
Museo Metropolitano de Nueva York.
Una gran escultura de una figura mítica con cuerpo de pájaro, cara de hombre y cola de escorpión, utilizada como guardián de las puertas de entrada de la ciudad aramea de Guzanam (hoy Tell Halaf en Siria) fue recientemente reconstruida pues explotó en 27 mil fragmentos debido al abrupto cambio de temperatura cuando se apagó con agua un incendio por una bomba de la Segunda Guerra en Berlín.
El dominio del Medio Oriente por los asirios llevó a pueblos vecinos a buscar horizontes, como en la expansión marítima de los fenicios por el Mediterráneo, a través de colonias y puestos de comercio que establecieron un rico intercambio de cultura, materiales y objetos con lugares lejanos. En la Odisea se menciona la fama de los barcos y productos traídos por los fenicios; la imaginería de la diosa Afrodita griega se desarrolló a partir de la de la diosa oriental Astarté; en Chipre, Creta y Grecia se han encontrado inmensas calderas de hierro adornadas con cabezas de animales, originarias del Medio Oriente, que se depositaban en templos y tumbas de la élite local. Lo más significativo fue la introducción del alfabeto fenicio (fonético) precursor del nuestro.
Un fuerte intercambio también se estableció con Egipto a través de Cartago en el norte de África. Muchos de los objetos incorporaron motivos egipcios; se estableció una rica producción en marfil que ejemplifica la pericia fenicia para crear objetos suntuarios. En los palacios de Nimrud, cerca de Jorsabad, se han encontrado placas de marfil que decoraban muebles, como la encantadora esfinge con cuerpo de león caminando a grandes pasos, cuya cara femenina, con elaborada peluca y coronada con el egipcio disco solar, mira al espectador, u otra, canónica del arte de la época, de una leona atacando o abrazando a un muchacho negro, tal vez manifestación de la dominación asiria hasta Nubia (sur de Egipto) durante el rey Sargón II; una similar fue saqueada del Museo de Irak en 2003. La exhibición incluye también objetos y suntuosas joyas orientalistas, producto de este comercio, que es parte del tesoro del náufrago de Carambolo en las costas de España. La exhibición complementa la maravillosa colección permanente del Museo Metropolitano, que incluye un salón reconstruido con otros 34 monumentales relieves en alabastro de Nimrud y Nínive.
‘Relieve de león caminando’. Ladrillo de molde, cerámica vidriada Babilonia, Avenida de procesiones Neo Babilonia, 604-562 a.C. 
Museo Staatliche de Berlín.
Recientemente se ha estudiado el arte asirio bajo la óptica de estudios culturales y teorías críticas contemporáneas de representación. Estas no necesariamente lo ubican en una evolución lineal de logros de representación en el sentido griego de mimesis, sino como un medio de circulación de referencias, bajo la óptica de la semiología, considerando la naturaleza polivalente de cada signo. Es fascinante la relación inicial de las imágenes con la tradición escrita (la escritura cuneiforme era en principio pictográfica), como se especializaron ambas modalidades de representación y narración, en añadidura aplicando lo que los antropólogos llaman mirada ‘émica’, o sea desde dentro de la cultura que lo creó: esto remite al concepto semítico de 'tsalm', que significa imagen, que no tiene la función de representar sino que tiene realidad y vida propias, que permite la presencia a través de la representación. En este caso, las imágenes se consideraban sustituto de la presencia de fuerzas, dioses o reyes; eso explica las raíces de la iconoclastia, no como rechazo a las imágenes, sino por temor a ellas.
Por: Natalia Vega.
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO