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Bienvenida la nueva partícula, pero sin tantas pretensiones

El bosón es ahora considerado como el nuevo Dios.

El gran descubrimiento científico que se anunció, el de la partícula llamada bosón de Higgs, la partícula de Dios, ha conmocionado al mundo de la ciencia ya que constituye la pieza que faltaba  en el rompecabezas de la física, pues permite explicar las propiedades de la materia ya que proporciona a todas las partículas su masa y esto hace posible la formación de todo el Universo material y de todo lo que en él existe.
Los materialistas de todos los pelambres y los enemigos de la idea de un Ser Superior están de plácemes pues según algunos de ellos el famoso bosón "podría anular la versión bíblica del origen del Universo" porque "vendría a probar la innecesariedad de un soplo divino en el nacimiento del Universo". Más precisamente, Dios es el flamante bosón al que por supuesto, deberíamos invocar de ahora en adelante.
Esta todopoderosa partícula podría en efecto, explicar lo sucedido en el bigbang, la gran explosión que dio origen al Universo material, pues sin ella la materia como la conocemos no existiría y posiblemente fue ella el detonante de la Gran Explosión según Michio Kaku, notable físico. Pero ante la obvia pregunta ¿y qué había antes del bigbang y del bosón creador, los científicos, sin inmutarse responden: nada. Hawking en 'El gran diseño' lo había  sentenciado: "Cuerpos  como las estrellas o los agujeros negros no pueden aparecer de la nada. Pero todo un universo si puede... no hace falta invocar a Dios para encender las ecuaciones y poner el universo en marcha..."
¿Puede algo originarse en la nada? ¿No es este el desafío más descarado que pueda imaginarse al sentido común? Sabemos que la física moderna está plagada de absurdos y de toda clase de cosas inverosímiles y aceptar estas cosas es, precisamente, lo que la ha hecho avanzar. Que la luz sea a la vez onda y partícula es una flagrante contradicción, o que los electrones salten de una órbita a otra sin recorrer el espacio intermedio, o que la velocidad de la luz no siga a la de su fuente, en fin, muchas cosas son contraevidentes en ese mundo surrealista de la física moderna.
Pero decir que de la nada puede surgir algo ya es demasiado y tal parece que las ecuaciones tienen la rara propiedad de producir delirios. ¿De qué nada están hablando? ¿O se trata, como tantas veces ha ocurrido en la historia del pensamiento humano simplemente de un problema  semántico?
Según Hegel el ser y la nada son lo mismo, porque el ser, para alcanzar su absoluta pureza ha sido vaciado previamente de toda determinación. Pero Bergson considera a la nada como una idea espúrea y Heidegger plantea que la nada no es una negación, sino "el elemento dentro del cual flota, braceando por sostenerse, la existencia".
¿Qué tiene que ver todo esto con Dios? Mucho, porque si la idea de la nada como origen de todo es inaceptable, no queda más remedio que plantear que el Ser como tal ha existido siempre y que es el origen de la materia ya que esta, al surgir del bigbang, tuvo principio, no es eterna como habían postulado los materialistas durante toda la historia.
Además, si el universo fuera eterno, habría ya agotado la reserva de hidrógeno que lo alimenta. Por supuesto que de esto no se sigue que el Ser Absoluto sea antropomorfo como creen las religiones monoteístas al hablar de un ser con toda clase de atributos humanos, incluso con nuestros peores defectos como ira y venganza.
Siguiendo antiguas tradiciones H.P.Blavastky expuso: "Hay una Realidad Absoluta anterior a todo ser manifestado y condicionado. Esta causa Infinita y Eterna... es la Raíz sin Raíz de todo cuanto fue es o ha de ser. Hállase, por de contado, desprovista de toda clase de atributos y permanece esencialmente sin ninguna relación con el Ser manifestado y finito.
Es la Seidad, más bien que Ser, Sat en sánscrito, y está fuera del alcance de todo pensamiento o especulación". Evidentemente nuestro deslumbrante bosón de Higgs está lejos de encajar en estos conceptos de la antigua sabiduría que el pensamiento metafísico puede avalar como concepción más razonable.
Esta partícula seguramente no es la última y ella, por sí misma jamás podrá resolver el gran problema filosófico sobre el origen último de todo lo existente y sobre la Realidad Absoluta. Y como dice el físico Lothar Schafer: "La realidad observable no se disipa en la nada, sino que pasa a ser algo metafísico".
Por Gonzalo  Echeverri  Uruburu                                                              
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