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Investigación

‘Víctima no puede ser sinónimo de silencio’

Yuri, en su casa de Tumaco, le habló a EL TIEMPO sobre su sueño de ser una de las mejores chefs del país.

Yuri, en su casa de Tumaco, le habló a EL TIEMPO sobre su sueño de ser una de las mejores chefs del país.

Foto:Juan Manuel Vargas

no es hora de callar

#NoesHoradeCallar campaña de EL TIEMPO.

Mujeres como Yuri dan ejemplo de fortaleza y emprendimiento, pese a lo duro de la guerra.

La vida de Yuri, una espigada mujer de 27 años, se divide en dos: el antes y el después del abuso sexual del cual fue víctima por parte de dos hombres, cuando apenas tenía 15 años de edad. Yuri Caicedo había llegado un año atrás desplazada por la violencia de Cali y se había instalado con su familia en la casa de su abuela para poder reiniciar sus vidas alejados del peligro.
Tumaco, un municipio que continúa siendo protagonista de una guerra que parece no tener final, recibió a una adolescente –en esa época–, con uno de los peores ataques que un ser humano puede vivir: la violación. Sus victimarios, integrantes de la banda criminal ‘los Rastrojos’. Al poco tiempo Yuri, en compañía de su madre, salió de la casa de su abuela y se radicó en Candamo, donde eligió seguir adelante y “tomar las cosas con calma” como ella misma dice.
Al inicio, como muchas mujeres víctimas de esta tragedia, se sintió señalada, sucia y se preguntó una infinidad de veces, ¿por qué yo?, pero rápidamente, con la fuerza y la certeza interior, características de esta joven alegre, Yuri volvió a sonreír y sintió que ser víctima no significaba callar y esconderse; significaba levantarse y convertirse en una luchadora y una guerrera; significaba en sus propias palabras “ser libre”.
Yuri asegura que frente a este tipo de situaciones muchas mujeres se vuelven tímidas, se callan y terminan por encerrarse definitivamente. Ella decidió hacer todo lo contrario, por eso si le preguntan, el único capítulo de su vida que quisiera recordar y vivir, es el que inició el día después del ataque, “ese día yo decidí volver a nacer”, se repite.

Nueva vida

El proceso no fue fácil. La relación con el padre de sus hijos, con quien no tiene ningún contacto en la actualidad, se hizo más difícil por lo sucedido; ella se fue alejando poco a poco, queriendo evitar cualquier tipo de contacto que la acercara mínimamente con el recuerdo de lo que había sucedido con esos hombres. De esta relación quedaron sus dos hijos y su razón de ser: una niña de diez años y un niño de cinco. Y su madre, la persona que ella reconoce como su fortaleza, “la que ha sido, es y será la clave y principal apoyo”, trabaja en casas de familia para aportar algo que permita sostener a sus nietos.
De su padre cuenta que vive en Ecuador, a donde se fue cuando salieron desplazados por la violencia, con la idea de encontrar mejores oportunidades laborales para sostener a su familia, así fuera desde la distancia. En la actualidad trata de viajar una vez al año para encontrarse con su familia.
Y así como decidió renacer de las cenizas del dolor, también le dio un chance a su corazón. Por eso vive hace tres años con su novio y confía en que tengan una relación estable.
Hoy es una mujer que cree en sus capacidades, hace valer sus derechos y respeta los de los demás.

Los sueños

Yuri cree. Sigue creyendo en la vida pese a la duro que trae el día a día y se enorgullece al contar que al final de este año se graduará de técnica en cocina, en la Escuela Taller de Tumaco, donde estudia de lunes a sábado con la ilusión de un día poder coger a sus hijos y salir de la población nariñense para convertirse en una gran y reconocida chef.
Y es que dice sentirse realizada como mujer en lo social y en lo familiar por el amor y el apoyo de las personas que tiene alrededor. Sin embargo, asegura que hasta no verse convertida en chef, no se sentirá plena del todo.
Sabe que Tumaco no es el lugar donde quisiera pasar el resto de su vida, y tampoco quisiera que sus hijos lo hicieran. “Voy a terminar mis estudios, pero no me quedaré técnico de cocina... voy a ser una reconocida y gran chef”, reafirma con convicción y seguridad.
Yuri es una de las mujeres asistentes a los talleres de Proyecto Tumaco, liderado por la campaña No Es Hora De Callar. En las clases discute y defiende sus convicciones sobre los derechos de las mujeres. “Cada vez que voy a estudiar y estamos en clase de competencias ciudadanas, hablamos mucho sobre las mujeres y sobre el maltrato.
Cuando yo hablo, gracias a lo que escucho en No Es Hora De Callar, siento que llevo ese mensaje, esa información, y así mismo me alimento yo, de esa fuerza”, relata.
Para ella el trabajo realizado durante estos días significo mucho, en especial el haber encontrado un lugar que reuniera a las mujeres para compartir el amor, el apoyo, las historias y sobre todo los aprendizajes de cada una.
Yuri canta, baila y se ríe con la alegría y la fuerza de cualquier joven de su misma edad que no ha vivido las consecuencias de la guerra y de la violencia sexual. “No fue algo que yo busqué, pero me dio la fuerza para no callar”, recalca, comprometiéndose en acompañar y empoderar a las otras mujeres.
Al lado de más de cien sobrevivientes de violencia sexual conmemorará el próximo 25 de mayo el Día Nacional por la Dignidad de las Mujeres Víctimas de Violencia Sexual, que la campaña, con el apoyo de la embajada de Estados Unidos, Limpal Colombia, EL TIEMPO y ONU Mujeres realizarán en Tumaco.
“Pa’lante es pa’lla! en la vida hay tantos obstáculos, que hay que caerse y volverse a levantar con la frente en alto”, se repite esta hermosa mujer. Lo ha hecho los últimos 12 años, cuando decidió cerrar un capítulo difícil de su vida y empezar otro que hoy sigue escribiendo. Ella ya no es una víctima señalada, es una guerrera que habla y cuenta su historia sin vergüenza y que invita al resto de mujeres del país a levantar la voz, a retomar sus sueños e ilusiones para ganar la batalla contra este delito que se repite día a día sin parar. A gritar No Es Hora De Callar.
CATALINA BARRANGÁN LIZARAZO
Especial para EL TIEMPO
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