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'Un proceso de paz con la guerrilla se puede dar': Roméo Langlois

Habló de las críticas despertadas tras su liberación, las Farc y un eventual camino de paz.

JULIÁN ESPINOSA ROJAS
Roméo Langlois habló desde París (Francia), para EL TIEMPO.COM, sobre cómo ha reanudado su vida tras el secuestro del que fue víctima mientras acompañaba a una unidad militar antinarcóticos en zona rural de Caquetá. (Galería de fotos de seguimiento a la liberación de Roméo Langlois).
El reportero de guerra, quien fue dejado en libertad tras permanecer 33 días en cautiverio, dijo que las Farc son "un estado paralelo en Colombia", ya que en algunas zonas rurales del país, según argumenta, no está presente el Gobierno colombiano. También criticó las declaraciones del expresidente Álvaro Uribe tras su liberación y agregó que, pese a las críticas y amenazas recibidas en Internet, espera regresar pronto a Colombia.  
¿Qué ha pasado con Roméo Langlois 35 días después de su liberación?
 
Estoy en París, otra vez. Me reencontré con la familia, colegas y amigos. Apenas llegué a Francia lo primero que hice fue atender mi salud, luego editar el video de 27 minutos que salió en el canal 'France 24'. Después pasé una semana en el hospital para una operación del brazo. Ya salí del hospital y ahora estoy con un yeso mientras trabajo en París.
Usted presentó hace unos días el documental que muestra los momentos previos a su secuestro. ¿Pero qué pasó después?, ¿cómo fue que terminó en poder de las Farc durante el combate?
Estaba impactado por una bala, y por unos quince minutos me quedé con los militares. Estaba a un lado del sargento fallecido; llega un soldado que me dice que tomara un arma y le digo que no. Y ahí fue cuando me di cuenta que era el momento en el que debía alejarme de ellos porque si no me iban a dar (muerte). En ese momento entendí que si me quedaba se iban a acercar e iba a iniciar un combate muy feroz. Dejé mis cosas para mostrar que era un civil. Me escondo en un matorral, me quedo allí por unos minutos y llega la guerrilla. Me vieron escondido, no corriendo hacia ellos como lo dijo mucha gente. Llegaron al matorral en el que estaba, seguramente me iban a dar plomo y les digo: soy periodista, soy civil y no tengo armas. No disparen. Entonces me miran, piensan, no disparan y me llevan. De eso no tengo ninguna imagen, obviamente.
Usted fue alcanzado por un proyectil en su brazo. ¿Qué pasó por su cabeza en ese momento?  
Durante media hora, el fuego de las Farc estaba muy cerca de nosotros. Las balas zumbaban en nuestros oídos. Nos estábamos arrastrando con el sargento para no ser impactados, para salir un poquito del fuego, y seguían disparando mucho. Estaba con miedo, pero tampoco paralizado. Estaba en la jugada. Pensaba en mi familia... en mi mamá. Pensé en amigos periodistas franceses que murieron este año en Siria y decidí que había que seguir con vida. Tuve mi instinto de supervivencia pero seguía grabando. Había muchos riesgos, pero salgo impactado y es cuando siento una ráfaga muy cerca. Siento una sorpresa, pero dolor no mucho. La adrenalina hace que uno no sienta dolor. Lo primero que hago es decir que estaba herido, tomo el radio para pedir ayuda. Llega otro hombre y es ahí cuando salgo y me escondo.
Usted habla de que sintió un instinto de supervivencia. Pero, ¿cómo logró controlarlo y negarse en ese momento a tomar el arma que le entregaron para defenderse del ataque?
 
Durante las tres primeras horas no estaba muy preocupado porque se veía que la guerrilla se acercaba, pero el Ejército tenía el control de la situación. Sin embargo, la última media hora fue muy tensa porque nos fueron dividiendo en pequeños grupos. Todos bajo fuego. Lo que hacía era tratar de respirar hondo para oxigenarme y no ceder al miedo y así no paralizarme. Es algo que uno aprende en momentos duros. Seguí grabando, trataba de ser muy profesional. Pero cuando me dicen lo del arma digo que yo no toco armas porque, aunque sé cómo funcionan, nunca las he disparado y nunca le voy a disparar a alguien, así sea civil, militar o guerrillero. Esa no es mi misión. Además, no tendría ninguna suerte en caso de lograr atacar. Esas personas sabían manejarlas mucho mejor que yo. Entonces no habría tenido ni cinco segundos disparándole a alguien. Sabía que si empuñaba un arma, me mataban. Le dije a ese soldado: no vine a eso. Me dio pánico solo la idea de disparar a alguien.
Hubo una imagen que captó la atención de todo un país, y fue cuando se produjo su liberación. Se pudo ver ese día cómo los campesinos de esa zona compartían fraternalmente el espacio con la guerrilla. Hubo asado y fiesta. ¿Qué impresión tuvo sobre ese momento?
 
Así es siempre. Uno va a una zona guerrillera y se da cuenta de que los campesinos conocen muy bien a la guerrilla y no le temen tanto. Los campesinos le tienen cierta confianza. Y eso es lo que se ve en muchas zonas a las que he ido. Muchas veces los campesinos tienen hijos, tíos o hermanos guerrilleros. Me ha parecido que le tienen más confianza que al mismo Ejército.
Sé que han criticado lo que he dicho, pero la guerrilla es un estado paralelo que a veces es más eficiente que el mismo Estado colombiano, que no llega a estas zonas. Entonces ese día, en el que hubo asado, la guerrilla llevó carne y hubo una reunión, se vio una relación que siempre existe y que he constatado con la gente.
La gente le sigue teniendo cierta confianza a la guerrilla y es la razón que permite explicar el porqué lleva más de cincuenta años viva. Por eso también el Ejército llega y le tiene desconfianza a la gente. La cuestión es muy compleja y por eso la guerrilla sigue en pie y sigue teniendo gente y siente que tiene el apoyo de cierto sector rural.
Ha pasado más de un mes desde su liberación y quedó en el aire una impresión en algunos sectores de la opinión en Colombia que lo relacionan a usted con una simpatía hacia las Farc. Eso, además de la declaración del expresidente Álvaro Uribe Vélez que usted rechazó. ¿Qué piensa de eso?
 
Yo pienso que es normal. Pero primero usó mucho mi desgracia para ajustar cuentas políticas con el presidente Santos, y para criticar a ciertos sectores del Ejército y del Gobierno y después porque tiene un problema personal en mi contra por una pregunta que alguna vez le hice por una mina en Segovia (Antioquia). Uribe había prometido que en dos mandatos acababa las Farc. Lo que me pasó es una muestra de que no se pudo, entonces me tiene un rencor personal. Me parece muy bajo utilizar el secuestro de un periodista independiente, la muerte de soldados colombianos que salen a luchar por su país, y usarlas para hacer política y generar polémica. Típica cosa de política baja. Y es una lástima porque uno podía esperar mucho más de un señor expresidente.
Pero, a muchas personas les causó indignación las primeras palabras que usted dio cuando fue dado en libertad. Fue justamente ese "trato cordial" del que habló lo que desató comentarios...
 
Revisé todo lo que dije. Tal vez dije cosas que no le habrán gustado a todo el mundo. Pero me ratifico en lo que dije. No he dicho ni mentiras ni nada que fuera contra la verdad. Lo que se ve es la división de la sociedad.
Incluso hay un grupo de gente colombiana que me amenaza de muerte, que seguramente no tiene mucho qué hacer, así que se mete a insultarme o a insultar a mi familia. O sea que expresa mucho rencor y es un reflejo de esa división que está viviendo este país tan hermoso.
¿Cree que está cerca a un proceso de paz?
 
Creo que un proceso de paz con la guerrilla se puede dar. Todo el mundo va a tener que bajar sus pretensiones, tanto guerrilla como Gobierno. La guerrilla y el Gobierno son quienes tienen las llaves de la paz. Hasta que no se supere ese odio, es difícil. El segundo punto es que la responsabilidad de la violencia en Colombia se le lleva solo a la guerrilla, pero hay problemas con narcotráfico, delincuencia común. Entonces, para pensar en una paz global, hay que replantear la lucha antidrogas. Creo que es muy difícil hallar la paz si se sigue luchando con prohibiciones, porque se genera más violencia. Creo que hay posibilidad de que se sienten a negociar.
 
Antes de regresar a Francia usted tuvo un encuentro con la familia del sargento Cortés, quien murió en los combates en los que usted terminó secuestrado. ¿Cómo fue ese momento?
Hablé con la familia del sargento Cortés. Ellos me buscaron en la embajada y dijeron que me querían conocer y yo había expresado mi deseo de conocerlos. Hablé con ellos. Fue un momento bastante fuerte porque pasé con él (sargento Cortés) sus últimos momentos. Les hablé de lo valiente que fue su hijo durante el combate, de las cosas que hablamos horas atrás. Para mí fue muy fuerte porque se me revivieron muchas cosas en mi mente, además porque estaba el hermano, que era muy parecido, quien también es un militar.
 
Días después de su liberación, una mujer, llamada Dolly Castañeda, dijo que había reconocido a su hija Beatriz Castañeda, secuestrada hace más de 14 años por las Farc, vestida con camuflado. ¿Qué ha pasado con este caso?
 
Sí, incluso Herbin Hoyos, en una entrevista que hubo en la embajada en Colombia, me mostró la foto y me dijo que esta mujer que había grabado hace unos dos años no era una guerrillera sino una secuestrada. Esto me impactó muchísimo. Me parece muy importante esto, pero no he sabido nada más. No he recibido ninguna solicitud, pero en lo posible trataré de ayudar. A mí se me hace raro porque puede ser un error. Espero que sí sea ella, para que se resuelva esto rápido. Pero no sé si es su hija, espero que me contacten y si puedo ayudar en algo, lo haré.
¿Tiene planes de regresar a Colombia en el corto plazo?
Espero volver pronto pero no sé cuándo. Tengo un problema con el brazo y tengo que hacer mucha fisioterapia, pero espero ir al país, así sea a saludar a mis amigos, a la gente que quiero.
¿Y ha hablado con el Ejército sobre una posibilidad de volver a acompañarlos en operativos, como el que realizaba en el momento en que terminó secuestrado?
He hablado con el Ejército, no para cubrir su trabajo porque ahorita, por el yeso, no puedo. Pero siempre he dicho que espero que el Ejército siga llevando reporteros de guerra a estas zonas porque es muy importante que se vea el trabajo que están haciendo. He hablado con el general Rey y he sabido que a mucha gente le ha caído encima de esta historia. Creo que no deben caer cabezas a raiz de esto.
Llamé al Batallón Antionarcóticos y ellos están preocupados porque los están investigando la Procuraduría y la Fiscalía; no sé qué organismos de control.  Solo espero que no rueden cabezas porque esto es un hecho de guerra que le puede pasar a todo el mundo y en cualquier momento.
JULIÁN ESPINOSA ROJAS
Redactor EL TIEMPO.COM
JULIÁN ESPINOSA ROJAS
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