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El drama de Crisanto, el hombre que cuidó al hijo de Clara Rojas

Debido a amenazas, Crisanto Gómez vive escondido con sus siete hijos y su suegro lejos de su tierra.

Un día antes de que la película Operación E se presentara en el Festival de cine de San Sebastián, Crisanto Gómez, de 44 años, recibió un mensaje de texto en su teléfono celular.
Lo amenazaban de muerte y le decían que ahora, como su nombre empezaría a aparecer en la prensa, corría más peligro que nunca.
La advertencia no habría asustado tanto a Crisanto de no haber sido porque por ese tipo de amenazas es que desde hace seis meses debe andar con chaleco antibalas en una ciudad fría y lejana a la suya.
Crisanto es el hombre que recibió, sin saber, de las manos de las Farc a Emmanuel, el hijo de Clara Rojas. Fue él quien lo cuidó hasta entregarlo al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) y quien estuvo durante cuatro años preso por ser presunto miembro de esa guerrilla. Y Operación E es la historia de su vida llevada al cine.
De haber sido hallado culpable de los delitos que lo acusaban, Crisanto seguramente habría pasado por lo menos 30 años tras las rejas. Estaba señalado por rebelión (decían que era miembro de las Farc), fraude procesal, falso testimonio, obtención de documento público y secuestro.
La hipótesis en su contra era que había secuestrado a Emmanuel, el hijo que tuvo Clara Rojas en cautiverio.
El tiempo y la justicia demostraron que lo que él decía era verdad: nunca secuestró a Emmanuel. Lo que ocurrió, cuenta, fue que una mujer y un hombre llegaron a la puerta de su rancho, le entregaron un bebé, le pidieron que su suegro -el curandero de la zona- le sanara unas heridas y nunca más volvieron por el pequeño.
La cinta despertó aplausos en el Festival de Cine de San Sebastián (España); días después, Luis Tosar, quien hace el papel de Crisanto, fue galardonado con el premio a mejor actor en el festival de cine latinoamericano de Biarritz (Francia).
Por eso, dice, la película no alcanza a dar la verdadera dimensión del drama que está atravesando el Crisanto de la vida real.
Cuenta que, después de que salió de la cárcel, su esposa lo dejó, con el agravante de que fue él quien quedó a cargo de los siete hijos. El menor tiene 5 años y el mayor, 15. Pero también debe responder por su suegro, el curandero.
Hoy, no tiene trabajo porque su condición de desplazado no le ha permitido conseguirlo. Está amenazado y escondido en una ciudad que no es la suya, a donde debió trasladarse para proteger su vida.
"¿La película se queda corta, no cree?", me pregunta. Y a continuación, el mismo Crisanto se responde: "Sí".
Los siete niños -de 5, 6, 9, 11, 12 ,13 y 15 años- viven con Crisanto y su abuelo Ramón en el primer piso de una casa fría y vacía. Van al colegio sin uniforme porque su papá no ha podido comprarlos. "La situación es muy difícil. Después de salir de la cárcel la vida es más dura. Ser desplazado de la violencia y quedar con el estigma de ser un 'secuestrador' hace que conseguir trabajo formal sea un milagro, sobre todo cuando uno estaba acostumbrado al trabajo en el campo".
Crisanto vivía en la vereda La Paz (Guaviare). Era un campesino que compartía su rancho con su esposa, sus hijos y Ramón, el papá de su mujer.
Cuando el niño Emmanuel llegó a su casa, Crisanto tenía cinco hijos. Después nacieron otros dos. "Era una familia muy grande, pero a pesar de las dificultades vivíamos felices", cuenta. Y reconoce que en esa zona "mandan los que tengan las armas".
Por eso, cuando el 11 de enero del 2005 llegaron en una lancha rápida o 'voladora', a dejarle un bebé de seis meses con picaduras de pito y un brazo fracturado, para que su suegro, el famoso curandero de la región, lo sanara, no dudó en decir que sí.
"No preguntamos quién era. Solo lo aceptamos y confiamos en que al día siguiente lo recogerían", cuenta. Pero no fue así. El niño empezó a ocupar un lugar en la familia.
"Si Crisanto hubiera sido finalmente declarado culpable del secuestro de Emmanuel, la película se hubiera complicado, porque en ella aparece como lo que es: un héroe", dijo hace poco Tosar, el actor que interpretó el personaje de Crisanto y los extraños sobresaltos de su vida.
Y aunque quedó libre y para muchos puede ser un héroe incuestionable, la vida real sí se le complicó. Y mucho.
"Cuando eres víctima del conflicto, recibes por parte de todos, del Gobierno, de la guerrilla y de los paramilitares. Este es el caso de José Crisanto", explicó el actor Tosar al hablar del personaje. No se equivoca.
Crisanto entregó a Emmanuel al ICBF en julio del 2005, cuando se dio cuenta de que ni el dinero ni las condiciones de guerra en el lugar en donde vivía le permitían seguir con el bebé.
En ese entonces, no era Emmanuel, era Juan David Gómez. Así lo registró cuando se vio en la necesidad de darle una identidad.
"Él niño se enfermó y en el hospital me pidieron sus papeles. No tuve más opción que registrarlo y decir que era el tío". Por entonces, nadie sospechaba que Clara Rojas había tenido un hijo en cautiverio. Mucho menos Crisanto.
"Lo primero que se supo de eso fue cuando el periodista Jorge Enrique Botero lo mencionó a finales de marzo del 2006. Pero cuando el subintendente John Frank Pinchao se fugó de las Farc, lo hizo público y se confirmó", recuerda Crisanto. Entonces, los problemas aumentaron.
"Yo sabía que a él lo habían llevado a Bogotá a los quince días de que lo entregué. Esa información se la di al Defensor del Pueblo de la región. Pasaron pocas horas antes de que el expresidente Álvaro Uribe dijera públicamente que al niño no lo tenían las Farc, como se creía en ese momento, sino que estaba en manos del ICBF. Ahí mi nombre fue revelado", cuenta.
El 2 de enero del 2008, a Crisanto lo vincularon a un sistema de protección. Querían garantizar que iba a estar seguro, pero a los dos meses los papeles cambiaron y terminó enla cárcel como supuesto responsable de lo ocurrido con el niño.
"Era el único visible, había que culpar a alguien". En La Picota y en La Modelo, Crisanto vivió un infierno. Lejos de sus hijos y preguntándose qué era lo malo que había hecho, decidió escribir un libro: El hijo de la selva. Se lo publicó Planeta. En él cuenta, con detalles, cómo fue que recibió al niño, que vivió con él, que lo entregó al ICBF. Todo.
"Más o menos lo mismo que se cuenta en la película", dice. Y agrega que, estando preso, Juan Pablo Tamayo, productor colombiano reconocido internacionalmente por la película Los colores de la montaña, lo buscó para hablarle de Operación E.
Tamayo, coproductor ejecutivo de la película, sostiene que se entrevistó con Crisanto cuando el guión ya iba muy avanzado y asegura que la historia no está basada en el libro de Crisanto sino en los hechos que fueron publicados por los medios de comunicación.
"Jurídicamente no teníamos ningún compromiso con él, pero sí quisimos contribuirle en algo", dice Tamayo. En efecto, y en eso coinciden ambos, Crisanto recibió una suma de dinero.
También será invitado a la presentación de la cinta en varias ciudades del mundo. "No voy a negar que eso me alegra, que la gente vea en realidad quién soy", dice Crisanto.
La película, que se estrenará en diciembre en España y en Colombia el año próximo, insiste Tamayo, "no está basada en el libro". Y Crisanto no tiene entre sus intenciones entablar una querella por este motivo. Él lo único que quiere es que su historia no quedé ahí, en una película.
"Yo no estoy pidiendo plata, lo único que quiero es que se reconozca el daño que sufrí. Me culparon de algo que no había hecho y ahora no tengo trabajo y sigo siendo recibiendo amenazas", dice, y recuerda que después de salir de la cárcel supo que por el caso de Emmanuel las Farc lo habían declarado objetivo militar.
"Ese niño era el tesoro de las Farc. Y yo, sin saberlo, lo tuve y lo entregué al ICBF", repite. Por esa circunstancia, siguen pagando con una vida de fugitivos él, sus siete hijos y su suegro.
Sally Palomino Carreño
Redacción de ELTIEMPO.COM
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