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Delitos

La caída del oficial al servicio del ‘clan Úsuga’

El mayor de la Policía Héctor Fabio Murillo en el momento
de la legalización de su captura en Medellín, Antioquia. Fue retirado de la institución.

El mayor de la Policía Héctor Fabio Murillo en el momento de la legalización de su captura en Medellín, Antioquia. Fue retirado de la institución.

Foto:Cortesía Policía

Dos lujosas fincas, tres apartamentos y siete carros de alta gama pasaron a extinción del dominio.

Juan Carlos Rojas
“Estás muy gordo y si te cae la policía no vas a poder correr”. Ese fue el mensaje que le envió de puño y letra, a principios del 2016, Dairo Antonio Úsuga, máximo jefe del ‘clan Úsuga’, a Luis Orlando Padierna, el capo conocido como ‘Inglaterra’ y quien era uno de sus hombres de confianza.
Hace una semana, ‘Inglaterra’ murió en una milimétrica operación de la Policía en Norte de Santander, a donde había llegado desde Urabá para abrir nuevas rutas del tráfico de cocaína a través de Venezuela. Y en efecto tenía unos 40 kilos menos de peso, pues se hizo la operación del baipás gástrico en una clínica de Medellín, a pesar de ser desde hace al menos cinco años uno de los hombres más buscados de Colombia, por quien se ofrecían hasta 500 millones de pesos por información que permitiera ubicar su paradero.
Eso, ocurrido en junio del año pasado, fue posible gracias a un mayor de la Policía que se encargó de trasladar a ‘Inglaterra’ desde Urabá, garantizar su seguridad en Medellín y devolverlo sano y salvo a su escondite.
Ese mayor, dice una investigación de la Fiscalía y la misma Policía, era Héctor Fabio Murillo Rojas. Con 17 años de servicio, Murillo fue capturado por un grupo especial de la Dijín que viajó desde Bogotá y le notificó de la investigación que hay en su contra por concierto para delinquir agravado y prevaricato por omisión.
Y no fue casualidad que la captura del oficial se produjera dos días después de la muerte de ‘Inglaterra’ al otro lado del país. Fiscalía y Policía dejaron que el capo se sintiera seguro y por eso mantenían controlados desde lejos los movimientos de su red de corrupción.
Fuentes que participaron en el golpe –que cerca aún más a ‘Otoniel’– señalaron que desde marzo pasado lograron interceptar a uno de los delincuentes que trabajaban para ‘Inglaterra’ en Medellín. Ese hombre llamaba constantemente a alguien a quien identificaba como ‘mayor’, ‘Héctor’ o ‘Gafas’.
“Estoy en reunión de planeación. Pilas que estoy con mi coronel. Le tengo la información”, fueron algunas de las frases que se oyeron en esas conversaciones y prendieron las alarmas en la Policía, pues sin duda se trataba de alguien de la Fuerza Pública.
Lo primero que hicieron los oficiales que persiguen a las cabezas de ‘los Úsuga’ –y que siguen órdenes directas del general Jorge Luis Vargas, director de la Dijín y comandante de la operación Agamenón II– fue proteger al máximo la información sobre el teléfono interceptado a la ficha de ‘Inglaterra’. De esta manera lograron que el mayor siguiera comunicándose con relativa tranquilidad desde un teléfono (una ‘flecha’) que escondía en una de sus botas y así fueron juntando datos hasta identificarlo plenamente en el Comando Antioquia.
Lo que supieron fue que Murillo se movía en siete carros de alta gama, entre ellos un BMW, y que tenía dos fincas y tres apartamentos a su nombre, a pesar de que sus ingresos no daban para ese tren de vida.
Altos mandos de la Policía y varios fiscales se reunieron en mayo para analizar la situación y decidieron mantener controlado al oficial, con la finalidad de voltear la situación a su favor y lograr obtener información clave contra la red criminal al servicio de ‘Inglaterra’. Sin embargo, lo movieron de la parte operativa al manejo del programa de cuadrantes en el departamento.
Con base en los seguimientos a Murillo, los investigadores establecieron que ‘Inglaterra’ estaba desde septiembre del 2016 en Norte de Santander por orden directa de ‘Otoniel’. Y que fue quien en varias ocasiones le llevó armamento a su escondite. También, dicen fuentes del caso, que tenía una relación sentimental con una prima del capo a la que conoció por la época del baipás.
La triangulación de las llamadas del mayor Murillo con los hombres de ‘Inglaterra’ puso por primera vez al capo en la mira de la Policía el 29 de agosto, cuando el narco se encontraba en San Faustino, zona rural de Cúcuta, Norte de Santander. Hasta allá llegó un comando de Antinarcóticos que abatió a cinco de los escoltas del delincuente y capturó a diez más.
Esas mismas llamadas permitieron la captura de Antonio María Cardona Rodríguez, ‘Pardo’, quien manejaba la estructura militar ‘Marco Fidel Barba’, como se hace llamar la banda en Norte de Santander.
Finalmente, la semana pasada se cerró el cerco sobre ‘Inglaterra’. Las interceptaciones y la colaboración de varios de los escoltas le dieron a la Policía los datos exactos sobre sus movimientos hacia una lujosa finca entre Convención y Chinácota. El narco murió cuando intentó oponerse al arresto y hace una semana le hicieron un multitudinario y polémico entierro en Mutatá, Antioquia.
Ese mismo fin de semana, Murillo quedó en manos de la Fiscalía. Ya se inició el proceso de extinción del dominio de los bienes a su nombre. La finca ubicada en el municipio de Jericó, suroeste de Antioquia, vale unos 4.000 millones de pesos. La de San Jerónimo, otros 1.200 millones, y los tres apartamentos en Medellín, mil millones de pesos más. También se les sigue la pista a otros bienes que el mayor tenía en San Luis, Tolima, de donde es oriundo.

Capturado coronel (r) por narcotráfico

Efectivos del Grupo Anticorrupción de la Dijín capturaron esta semana a 7 policías activos, un oficial retirado y un civil por facilitar el tráfico de estupefacientes en los departamentos de Cauca, Nariño y Valle entre los años 2013 y 2015. Entre los capturados está el coronel en retiro Juan Miguel Rojas Isaza, quien había solicitado la baja hace un año. Se les sindicó de tráfico de estupefacientes, peculado y concierto para delinquir.
JUSTICIA
justicia@eltiempo.com
Juan Carlos Rojas
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