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Cortes

35 años después, recuerdos del hundimiento del 'Karina'

Después de 25 años de servicio a la Armada, el buque que participó en la operación contra el Karina fue hundido de manera intencional.

Después de 25 años de servicio a la Armada, el buque que participó en la operación contra el Karina fue hundido de manera intencional.

Foto:Archivo / EL TIEMPO

Eduardo Otero Erazo, comandante del buque que hundió las armas del M-19, recuerda la operación.

Redacción El Tiempo
Un 14 de noviembre, hace 35 años, la Armada Nacional desarrolló una de las operaciones más importantes de defensa nacional al hundir a las 11 y 48 minutos de la noche una embarcación de nombre Karina que venía cargada con más de 400 toneladas en armas y municiones para la guerrilla del M-19.
El ‘Karina’ y las armas nunca se lograron recuperar debido a que quedaron hundidas a más de 4.000 mil metros bajo el nivel del mar. Esta operación se convirtió en emblemática por las tres horas que duró el combate, frente a un mar de alto oleaje, la fuerte lluvia que caía esa noche y el rescate de tres guerrilleros que, aferrados a una tabla, fueron salvados de morir ahogados o devorados por los tiburones.
El 13 de noviembre de 1981 el entonces teniente de navío Eduardo Otero Erazo, de 34 años de edad, era el comandante del buque de la Armada Nacional ARC Sebastián de Belalcázar, acantonado en la base naval de Buenaventura (Valle). Esa mañana le ordenaron desde Bogotá alistar su buque y tripulación para desarrollar una operación hacia la Isla Gorgona donde se había ubicado de manera ilegal un buque pesquero.
“Hacia las 7 de la noche llegó una contra orden, que se clasificó como secreta y que tenía la finalidad de ubicar un buque que venía con armas desde Panamá, del que, según la información, podría ingresar al país por las Bocas del río San Juan, en inmediaciones del cabo Charabirá. El comandante de la Fuerza se comunicó conmigo y fue enfático al recalcar que era una operación secreta y que debía partir hacia Gorgona, pero en la búsqueda de una embarcación de nombre Karina. Después de Zarpar sobre las 11 de la noche, reuní el personal de oficiales y los enteré de la operación”, narró a EL TIEMPO el hoy capitán de navío en retiro Eduardo Otero.
El 14 de noviembre detectaron por radar una embarcación que navegaba muy cerca de la costa, la cual fue interceptada e inspeccionada. No encontraron nada en su interior. La tripulación explicó que estaban con una falla y que por seguridad estaban buscando un sitio para evitar el hundimiento del buque.
“Ordené a la tripulación volver a nuestro buque y continuar con la misión. El oficial de guardia me preguntó: ¿mi teniente, por dónde nos vamos, pegados a la costa o nos abrimos 10 o 15 millas? Por intuición ordené: vámonos pegados a la costa”, dijo Otero.
Su intuición y entrenamiento no había fallado, sobre las seis de la tarde se detectó por el radar un buque y emprendieron la marcha a toda velocidad para interceptarlo. “Fue sospechoso porque cuando llegamos al punto no se veían luces, no veíamos nada sobre el mar lo que nos alertó más porque el radar lo identificaba. Cuando lo teníamos a unas 200 yardas le prendimos las luces y con el reflector iluminamos el buque que venía navegando con las luces apagadas, una acción operación al que nosotros también veníamos haciendo para evitar ser vistos", afirmó el Capitán de Navío.

Combate en altamar

Sobre las 8 de la noche los tripulantes del ‘ARC Sebastián de Belalcázar’ encendieron el reflector sobre el buque interceptado. Lo primero que lograron visualizar fue la palabra ‘Karina’. Entendieron que habían dado con el blanco de la operación. “Fue una emoción muy grande, el corazón me empezó a palpitar rápida y fuertemente. Tomé el altavoz, me identifiqué advirtiendo que éramos de la Armada Nacional y que debían parar máquinas porque iban a ser sometidos a una requisa. El buque trató de parar, pero cuando estaba a nuestro lado intentó cambiar de rumbo inesperadamente y trató de colisionarnos, pero logramos evadir el golpe”, relata el oficial en retiro.
El ‘ARC Belalcázar’ sobrepasó al ‘Karina’ por la proa (parte delantera) y en ese paso los uniformados fueron atacados con ráfagas de fusil y munición pesada que impactó en varios puntos el buque, logrando afectar la antena del radar y dañando la imagen, lo que los dejó sin marcación y distancia y afectó la ubicación del 'Karina'.
“Se veía en el radar pero iban muy rápido y nosotros tratamos de detectarlo, no sabíamos su dirección, eso fue como jugando al gato y al ratón, hasta lo que lo logramos y fue cuando ordené disparar tiros de cañón. Ellos nos daban la vuelta y nos disparaban. Fueron tres horas de combate en altamar, con un mar embravecido y una lluvia que para nada cooperaban en la situación. Disparos iban y venían, ráfagas brillaban en la oscuridad, fue una situación muy delicada”, puntualizó.
El Capitán reconoce que esos factores influyeron en un principio para que los disparos de cañón no fueran muy certeros, porque no había tecnología, eran manuales, pero resaltó que por el entrenamiento de la tripulación lograron impactar al ‘Karina’ en tres ocasiones, que fueron suficientes para hundirlo.
“Empezamos a darle vueltas, vimos cómo se hundía, se escuchaban tiros dentro del buque, no sé si se estaban disparando entre ellos, escuchábamos gritos de auxilio, todo flotaba, había muchos escombros y así entre otros, logramos rescatar a tres náufragos, quienes reconocieron que eran del M-19”, y tomaron rumbo hacia Buenaventura.
El ‘Karina’ quedó hundido en inmediaciones de puerto Charambirá (Valle), nunca se conoció el número exacto de armas que transportaba o cuántas personas fallecieron en su interior. Una investigación posterior advirtió que el M-19 habría negociado las armas en Alemania y que a través del marcado negro el cargamento pudo partir de África hacia Panamá y de allí a Colombia.
Los seis oficiales y 42 suboficiales del ‘ARC Sebastián de Belalcázar’ fueron recibidos con honores al lograr evitar que llegara esa gran cantidad de armas para la guerrilla. El capitán de navío Otero Erazo, con 69 años, está retirado de la Armada desde 1998. Comparte con su esposa y tres hijos. Uno de ellos siguió sus pasos. “Siento un gran orgullo de haber sido el comandante de ese buque en una misión tan importante, tuve hombres con gran entrenamiento a mi mando y recuerdo con gran admiración cómo logramos a la buena fortuna sobrevivir esas tres horas de combate”, remata.
ALICIA MÉNDEZ
Sección JUSTICIA
Redacción El Tiempo
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