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Conflicto y Narcotráfico

Casi 17.000 menores fueron reclutados para la guerra entre 1960 y 2016

El informe ‘Una guerra sin edad’ señala que el mayor número de casos se dio entre 1997 y el 2005, con 9.199 registros.

El informe ‘Una guerra sin edad’ señala que el mayor número de casos se dio entre 1997 y el 2005, con 9.199 registros.

Foto:Juan Carlos Escobar / Archivo EL TIEMPO

Informe documentó las prácticas usadas por los grupos armados en el país.

Juan Carlos Rojas
El reclutamiento de menores, una práctica de los grupos armados para fortalecer sus filas y que cambió la vida de miles de niños en Colombia, es un flagelo que continúa. Así lo advierte un informe del Centro Nacional de Memoria Histórica que documentó, entre 1960 y el 2016, 16.879 casos.
Aunque históricamente el principal grupo responsable de reclutamiento de menores fue las Farc, con un 54 por ciento, seguido de los paramilitares, con 27 por ciento –ambos grupos desmovilizados–, el país ahora tiene los ojos puestos en el Eln y otros grupos armados que continúan con esa práctica.
En el caso de esa guerrilla, el informe de 684 páginas, que será divulgado este lunes, advierte que el reclutamiento sigue vigente en las zonas de presencia tradicional y en nuevas áreas de consolidación. El Eln “demuestra su capacidad de renovarse, suplir las bajas y deserciones. El hecho es que el reclutamiento de niños, niñas y adolescentes persiste”.
Frente a este flagelo, el estudio que presenta por primera vez un balance global de este fenómeno, insiste en que el Estado debe hacer mayor presencia en los territorios y garantizar el respeto de los derechos de los menores ante “la persistencia de dinámicas asociadas al conflicto armado y la emergencia de nuevos actores armados como los grupos posdesmovilización y posibles disidencias de las Farc, el Eln y el Epl”.
El informe ‘Una guerra sin edad’ señala que el mayor número de casos se dio entre 1997 y el 2005, con 9.199 registros. En esos años ocurrieron las más significativas disputas entre paramilitares, Farc, Eln y el Estado. También empezaron las desmovilizaciones individuales de menores. Mientras que en el 2002 solo se dieron 31 casos, en el 2003, 625 niños dejaron las filas de las organizaciones ilegales. El informe detalla que entre el 2003 y el 2005 se desmovilizaron 2.861 menores.
Aunque los investigadores advierten que desde 1958, con el origen de las guerrillas, se establecieron estrategias de reclutamiento de menores, no existen muchas estadísticas de esos primeros años. La documentación de casos de las primeras tres décadas del estudio, y que quedó incluido en las bases de datos, se hizo principalmente a través de la documentación de memorias sociales. La mayoría de reportes son posteriores a 1990, pues ese año el reclutamiento fue incluido como delito en el Código Penal.
El documento señala que para los años 90, los grupos armados “demandaron un continuo y sostenido flujo de combatientes para incursionar en los territorios del enemigo o defender los propios. Cada actor armado engrosó sus filas con sus bases sociales por la imposibilidad de reclutar en zonas de disputa o de dominio del adversario”.
La desmovilización de los paramilitares a mediados del 2000 significó un descenso en las cifras de reclutamiento; sin embargo, otras organizaciones retomaron esa práctica, no a través de la coacción de los niños y sus familias, sino ofreciendo una remuneración económica.
En el caso de las Farc, el informe dice que en la VI Conferencia (1978) la guerrilla adoptó una política de reclutamiento sistemático para incrementar su pie armado. Cuatro años después, en la VII Conferencia, se creó una comisión de reclutamiento enfocada en personas entre los 15 y los 30 años. Las Farc han dicho que su política respetó el Derecho Internacional Humanitario porque consideraba el uso de niños mayores de 15 años; sin embargo, el informe documentó casos desde los 6 años.
El drama de este fenómeno se evidencia, por ejemplo, en que de acuerdo con el estudio, en la etapa más dura del conflicto algunas familias percibían la entrada al grupo guerrillero como una especie de servicio militar. “En las filas ‘farianas’ buena parte de sus combatientes eran campesinos o muchachos de pueblo que abandonaron el colegio para unírseles”, dice el informe.

En las filas ‘farianas’ buena parte de sus combatientes eran campesinos o muchachos de pueblo que abandonaron el colegio para unírseles

Las zonas de mayor reclutamiento eran aquellas que históricamente han tenido más presencia y control de los actores armados. En esa lista se encuentran Ariari Guayabero, Meta; sur del Tolima y norte del Cauca, como las regiones donde más niños entraron a las Farc. Los paramilitares reclutaron en Magdalena, Urabá, Sierra Nevada de Santa Marta, el alto Sinú y San Jorge y el Valle de Aburrá. El Eln, por su parte, reclutó de forma importante, y lo sigue haciendo, en el Pacífico nariñense, Magdalena Medio, Sarare, Llanos Orientales, y oriente antioqueño. Otros grupos armados posdesmovilización reclutaron en el piedemonte llanero, el Valle de Aburrá, Andén Pacífico Sur, Urabá, bajo Cauca y el golfo de Morrosquillo.
No obstante, dice el documento, el reclutamiento dejó de ser un fenómeno primordialmente rural y se extendió a algunos de los principales centros urbanos del país como Medellín, Montería, Bogotá, Villavicencio y Barrancabermeja.
El informe señala que las guerrillas, los paramilitares y otros grupos armados aprovecharon la condición de vulnerabilidad de los menores para que cumplieran tareas y labores propias de la guerra. Un 71 por ciento de las víctimas son hombres. Los actores armados reclutaban a los niños en colegios, en campeonatos deportivos o, hasta, en sus propias casas. Aunque muchos niños fueron reclutados para desempeñar tareas desde sus propias comunidades como ser informantes, los que terminaron en el monte se desempeñaban principalmente como cocineros, guardias, mensajeros, maleteros, enfermeros, comandantes de escuadra y combatientes regulares.
En las entrevistas que documentó el Centro de Memoria también se evidencian casos de reclutamiento de niñas con fines de explotación sexual por parte de la guerrilla y los ‘paras’: “Algunas niñas se vieron forzadas a sostener relaciones interpersonales con comandantes o personas de un rango representativo”.

Historias que dejó el conflicto

‘Tiene que aprender a ser berraco’
Cuando me sacaron a orden público iba a cumplir diez años. El comandante me dijo: ‘usted tiene que aprender a ser berraco’. Me pusieron el alias de un comandante llamado Ignacio Rendón, un tipo muy antiguo en la guerrilla. Me dijeron que tenía que aprender a ser berraco porque él era un hombre muy echao pa’ lante. (Reclutado a los 10 años por las Farc)
‘Le gustaba abusar de las muchachas’
A mí me cogió Raúl Reyes para escolta. Él siempre llevaba su doble intención, a él le gustaba abusar de las muchachas. Varios sabían que él abusaba de nosotras, pero como él era el mandón, pues él lo hacía. Fui escolta de él casi 16 años. Yo les decía a otras niñas ¿por qué no lo matamos? Pero si nosotros matamos a ese viejo a nosotras nos matan también. (Reclutada a los 9 años por las Farc)
‘Me dijo que si seguía llorando, me mataba’
Me pusieron un pasamontañas y me llevaron, luego de que me lo quitaron aparecí en el monte y me dijo un comandante que si seguía llorando, me mataba. Me tenía que tragar las lágrimas y que de ahora en adelante era para ellos uno más del grupo. (Reclutado a los 15 años por los ‘paras’)
‘No me acordaba ni de la casa’
Yo no me acordaba de mi familia, no me acordaba ni de la casa. Me acostumbré (...), allá hay compañeras o compañeros entonces uno tiene que olvidarse de las familias. Uno mismo es el que se tiene que olvidar porque tan lejos... Ya cuando pensé fue que ya nosotros nos entregamos al Ejército, allí fue que pensé ¿será que me van a mandar pa’ la cárcel? (Reclutado a los 14 años por las Farc).

Crece utilización de los niños en economías ilegales

Aunque históricamente los niños han sido utilizados en la guerra principalmente como informantes, el estudio del Centro Nacional de Memoria Histórica encontró que en los últimos años hay una mayor participación de estos en economías ilegales como la producción y comercialización de coca, la minería ilegal y la extorsión. Katherine López, coordinadora e investigadora principal, habló sobre este y otros hallazgos relevantes del estudio.
¿Cómo han sido utilizados los niños en el conflicto?
Los grupos armados han venido utilizando a los niños desde siempre como informantes. Se ve en estructuras de las Farc, el Epl, el Eln... Sin embargo, con la evolución del conflicto armado, se han hecho evidentes nuevas formas de utilización; por ejemplo, la vinculación a la cadena de siembra, procesamiento y comercialización de coca. También en economías ilegales como la minería, el cobro de extorsiones y el transporte de armas.
Actualmente se hacen más visibles algunas funciones asociadas sobre todo a la comercialización de droga aunque los niños han sido más raspachines. En regiones como en el Catatumbo los niños, después de que terminan su jornada escolar o están en vacaciones, van a sembrar coca con sus familias, porque ese es el trabajo que tienen a nivel comunitario.
¿Cuáles son las principales conclusiones del informe?
Que el reclutamiento no ha sido el mismo, ni la utilización tampoco. El fenómeno está atado directamente a los momentos de la guerra, los territorios y la naturaleza de cada grupo.

El fenómeno está atado directamente a los momentos de la guerra, los territorios y la naturaleza de cada grupo

¿El estudio parte de 1960, hay documentación de casos desde esa fecha?
El informe tiene una perspectiva cualitativa y otra cuantitativa. Luego del 90 y debido al reconocimiento del delito de reclutamiento en el Código Penal se hizo más visible el hecho, por ende, la cifras. 
Tomamos desde el 60, porque desde ahí los grupos armados comenzaron a definir directrices asociadas al reclutamiento y con la reconstrucción de memorias se encontraron casos como el de Camilito (de 13 años) que estaba con Camilo Torres el día de su muerte.
Las estadísticas van hasta el 2016. ¿Qué ha pasado en los últimos dos años?
Es claro que algunas de las disidencias siguen reclutando y esto está también en informes de la Defensoría del Pueblo. Además, el reclutamiento no solo persiste por parte de grupos armados posdesmovilización (de los ‘paras’) sino por parte del Eln y las reconfiguraciones del Epl. La situación sigue siendo grave e incluso tiende al incremento con grupos armados posdesmovilización.
Las comunidades afirman que no tienen capacidades de respuesta cuando las organizaciones dicen que se van a llevar a un niño. El llamado es a que se creen mecanismos para la comprensión y la reacción frente al reclutamiento, para el reconocimiento histórico, de reparación, y mecanismos de reincorporación.
JUSTICIA
justicia@eltiempo.com
En Twitter: @JusticiaET
Juan Carlos Rojas
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