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El periodista que engañó a El País con una falsa foto de Chávez

Es italiano y se atribuyó la difusión de la imagen. Se autodefine como el 'campeón de la mentira'.

¿Quién ‘coló’ la foto falsa en la que supuestamente aparecía Hugo Chávez en un hospital y que El País de España publicó esta semana en primera página? La explicación del diario –que ha pasado uno de los mayores ‘osos’ informativos de su historia– es que la compró a la agencia Gtres, empresa que, a su vez, la habría obtenido de una supuesta enfermera del círculo médico que atiende al mandatario en Cuba.
Sin embargo, un italiano llamado Tommasso Debenedetti le echó más sal a la historia el jueves, con la siguiente declaración a la agencia Notimex: “La falsa foto, que tomé de un video de YouTube, la envié yo la semana pasada a una agencia de Costa Rica, a la agencia estatal venezolana y a Prensa Latina (cubana). Nunca imaginé que terminaría en la primera plana de El País”.
El hombre explicó, además, que cuando envió la imagen se hizo pasar por el ministro venezolano de Cultura y que su intención fue la de “verificar la rigurosidad de los medios cuando deciden publicar material fotográfico”.
Aunque esta insólita confesión no ha sido confirmada –tampoco la versión de El País –, Debenedetti no es un desconocido en el mundo de los medios y, por su ‘prontuario’, no sorprendería que hubiera perpetrado el fraude.
El nombre de este profesor de italiano e historia, nacido en Roma en 1969, casado y padre de dos hijos, salió a la luz pública a principios del 2010, cuando el escritor estadounidense Philip Roth lo denunció públicamente por haber publicado en el diario italiano Libero una entrevista falsa con él.
Debenedetti, que nunca había cruzado una sola palabra con Roth, no solo se inventó la entrevista, sino que puso en boca del escritor críticas al presidente Barack Obama, al que llamaba “antipático, ineficaz y deslumbrado por los mecanismos del poder”.
Al descubierto
Tras el escándalo, The New Yorker decidió tirar del hilo, y comprobó lo que sospechaba: que Roth no había sido la única víctima. El semanario encontró una veintena de falsas entrevistas firmadas por Debenedetti desde el 2006 –casi todas a escritores– en un diario de Trieste llamado Il Piccolo. Gunter Grass, Herta Müller, José Saramago, John Grisham... y una larga lista de literatos ilustres estaban entre los ‘entrevistados’.
Meses después de ser desenmascarado, el falso periodista declaró a El País que se consideraba “el campeón italiano de la mentira” y confesó, sin ningún atisbo de vergüenza, que llevaba publicando reportajes falsos con famosos –no solo escritores– desde el 2000, y que había comenzado a hacerlo porque nadie le concedía entrevistas.
Además reveló detalles sobre su modus operandi: “La técnica consistía en dirigirse a los diarios pequeños de provincias. No pagaban mucho, pero compraban todo (...) Era apasionante. Por la mañana era profesor, por la tarde hablaba con gente como Arthur Miller, Mijaíl Gorbachov o el papa Benedicto XVI”.
Después del escándalo, su carrera de periodista se fue al traste. Pero Debenedetti nunca se alejó de los medios. Como si se tratara de una suerte de venganza, en los últimos años se ha encargado de difundir noticias falsas en Internet, con el fin –según él– de dejar en evidencia la falta de rigor de los medios.
A través de cuentas de Twitter y Facebook falsas ha diseminado rumores sobre la muerte de personalidades como el expresidente cubano Fidel Castro, el cineasta español Pedro Almodóvar o el nobel colombiano Gabriel García Márquez. Estos chismes han sido publicados por medios que luego se han visto obligados a rectificar.
“Twitter es bueno para los muertos”, declaró a The Guardian en una entrevista en marzo, en la que afirmaba que las redes sociales eran la fuente de información menos verificable, pero que los medios les creían ciegamente, “por su necesidad de ser los primeros”.
Como en el cuento del pastorcito mentiroso, es difícil saber si sus declaraciones de esta semana sobre el video de Chávez son ciertas, o si está pescando en río revuelto para ganar notoriedad en los medios. Porque, si algo queda claro de toda esta historia, es que no hay nada que haga más feliz a Debenedetti que ‘mojar prensa’, así sea con mentiras del tamaño de una catedral.
REDACCIÓN DOMINGO
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