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'El fútbol es un simulador de la sociedad:' Jorge Valdano

El argentino exjugador y exdirector del Real Madrid, estará en Colombia hablando de liderazgo.

Cuando acabó el partido que los coronó campeones mundiales en México-86, Jorge Valdano entró al vestuario y pensó que era buen momento para llorar.
Ser campeón del mundo.
Anotar un gol en la final.
Se sentó en el suelo, rodeado de todos sus compañeros que lloraban sin control. Pero a él no le salieron las lágrimas.
Dos años después, cuando el futbolista argentino vivía en Madrid, ya retirado del fútbol, recibió un casete de su familia. De esa forma solían mandarle mensajes y canciones. Valdano salió a un parque a correr, con los audífonos puestos, listo a oír el saludo de los suyos. Entre una canción y otra, le habían grabado la narración del gol que había hecho en la final de México, en la voz de un relator que había sido su ídolo.
Entonces se puso a llorar.
“Tuve que esconderme en el parque. No paraba. Fue como si la palabra –la narración– hubiera completado el proceso emocional de aquel momento”, dice, pocos días antes de llegar al país a hablar del tema que más le interesa hoy: el liderazgo.
Dueño de títulos con el Real Madrid (como jugador y como entrenador) y exdirector general del club español, Valdano tiene un lugar en el mundo del fútbol no solo por su estilo de juego, sino por su don de palabra. Desde que comenzó en el deporte recibió los siguientes apodos: ‘Valdágoras’, el ‘Filósofo’, el ‘Poeta’. Al principio se los gritaban como si fueran insulto. Después se volvieron piropo.
¿Cómo llegó a ser buen lector?
Si quieres conocer un autodidacta, mírame a mí. Nací en un pueblo pequeño en el que no había ni siquiera biblioteca. En mi casa tampoco había pasión por la lectura. Pero desde los 13 o 14 años me empecé a interesar. Y el fútbol me ofreció una gran oportunidad de seguir leyendo, porque me brindaba tiempo, largas horas muertas en concentraciones, en viajes.
¿Verdad que de niño se cortaba el pelo cada semana para leer las revistas de la peluquería?
Sí. Mi padre falleció cuando yo tenía 5 años, de manera que a mi casa no entraban revistas masculinas. Yo me iba a la peluquería, a cortarme el pelo cada vez que podía, porque sabía que ahí encontraba la revista El Gráfico, con la que podía vincular la lectura y el fútbol. También oía mucha radio. Por eso es que, para mí, el fútbol es muy poca cosa sin la palabra.
¿Quién sembró esa manera particular de ver el fútbol?
No hubo una persona. Sencillamente nací en un país que, como sabemos, tiene una relación exagerada con el fútbol. De pequeño pasaba todo el día con la pelota y la gente me empujaba a ser futbolista diciéndome cosas como ‘si vos no sos futbolista, no creo más en el fútbol’. Eso fortaleció mi confianza y mi sueño de ser futbolista profesional.
Su carrera estuvo llena de títulos y de triunfos. ¿No siente que se retiró muy pronto?
Me tuve que retirar muy pronto y de una forma inesperada. Sufrí una hepatitis que se convirtió en crónica, y luchando contra ella se me fueron los últimos años de futbolista. Tenía 30 años cuando dejé las canchas, es decir que me retiré seis meses después de ganar el campeonato mundial de México.
¿Y se retiró con rabia? ¿Con qué sensación se fue?
Los futbolistas tenemos la mala costumbre de no pensar nunca en el final de la carrera. Seguramente porque nos espanta ver que del otro lado no hay nada que se asemeje a la pasión que genera el fútbol. Pero esa manera abrupta de terminar fue beneficiosa porque me hizo retirar estando productivo. De lo contrario, lo hubiera alargado demasiado. Me gustaba tanto el fútbol que por voluntad propia no me hubiera animado a dejarlo. Tuve suerte, porque empecé a escribir en El País, a trabajar en la radio. Comprobé que al otro lado seguía la vida.
¿Cómo explica el poder que tiene el fútbol? ¿Será porque se parece a la sociedad?
El fútbol es un gran simulador de la sociedad. Refleja la vida con un cristal de aumento. Al ser un territorio emocional, todo parece más grande. La derrota, el triunfo, la grandeza, la mezquindad. Por eso lo uso como un laboratorio del que saco conclusiones para llevar a otros ámbitos, como el empresarial. Ahora, ¿por qué ha crecido el interés por el fútbol? Porque es uno de los contenidos televisivos más atractivos que existen. El fútbol es como una película: dura más o menos lo mismo, nunca sabemos dónde está el nudo, y menos el final. Eso ha contribuido a que se masifique. Además, en los últimos años, la cultura ensanchó su frontera e incorporó las emociones a su ámbito. Hemos convertido en cultura la moda, la gastronomía, y el fútbol pasó a ser un fenómeno pensado. Los intelectuales le perdieron el miedo.
¿Por qué le tenían miedo?
Los de izquierda decían que era el opio del pueblo, porque muchos dictadores lo utilizaron para distraer las energías de la clase obrera. Eso se reveló como una idiotez el día en que las democracias también empezaron a utilizarlo. Y otros muchos intelectuales, por el espanto que les produce la masa. Gente como Borges, o como el mismo García Márquez, entendían que el fútbol estaba fuera de su ámbito de reflexión. Y bueno, afortunadamente el tiempo va corrigiendo cosas. No tengo estadísticas, pero estoy convencido de que se han publicado más libros de fútbol en los últimos 10 años que en los 100 anteriores.
Pero todavía no tiene un gran autor. Como el toreo tiene a Hemingway, o el boxeo a Mailer.
Cierto. Nos falta la gran obra. Pero varios escritores han reflexionado sobre el fútbol. Vásquez Montalbán, en España; Eduardo Galeano, en Uruguay; Osvaldo Soriano y Roberto Fontanarrosa, en Argentina; Juan Villoro, en México.
Usted mismo ha escrito cuentos sobre fútbol. Pero su nuevo libro tiene que ver con el liderazgo.
Me pareció que era bueno hacer un mapa de cuáles son las virtudes que deben caracterizar a un líder. Como llevo más de 40 años trabajando profesionalmente en este mundo, recogí un buen número de vivencias que ayudan a ponerles ejemplos a ideas sobre liderazgo.
De los 11 poderes del líder, que cita su libro (credibilidad, pasión, humildad, estilo, entre otros), ¿cuáles son indispensables?
Todos son importantes. Sin embargo, considero imprescindible el de la credibilidad, porque todo empieza en la ética. El segundo clave sería la pasión, porque en ella está implícito el amor a la tarea y tiene una ventaja: es contagiosa. También la curiosidad, es vital renovar el conocimiento de forma permanente. Se necesitarían buenas notas en estos puntos, y un aprobado, al menos, en los otros.
¿Falta liderazgo hoy?
Hay personajes que son auténticas escuelas andantes. En España, por ejemplo, está la figura de Rafa Nadal, que resulta reconfortante. Un jugador con un sentido competitivo extraordinario, una fuerza mental fuera de lo normal, que se exige muchísimo a sí mismo, que cuando gana no inflama su ego y cuando pierde le da la mano al rival. A veces no hace falta un discurso para convertirse en líder, basta un gran ejemplo. Ahora, en el terreno de la política, no se vislumbra en España una persona que esté a la altura del gran problema que vive el país.
Habla del riesgo de los líderes que se ‘sienten predestinados’.
Hay personalidades egomaníacas que tienen la pretensión infantil de que el mundo se adapte a sus caprichos. En un líder eso es negativo porque hoy, en la sociedad del conocimiento, es importante que todos los que forman parte de un equipo tengan al menos la capacidad de liderarse a sí mismos. Ese jefe que tira orden desde arriba para que un rebaño las cumpla ha terminado. Ahora hay un liderazgo más abierto, y eso le deja pocas opciones a la gente con un ego demasiado desarrollado.
¿Puede haber grandes jugadores sin ser buenos líderes?
El que es un gran jugador es un gran líder, al menos desde que empieza el partido hasta que termina. Messi es un buen ejemplo, un chico que habla poco, que no parece interesado en elaborar un discurso, pero que cuando está en el campo llena de confianza a sus compañeros e intimida a sus adversarios.
¿Y Cristiano Ronaldo?
Es un hombre que logra en su profesión el que debería ser el primer objetivo de un trabajador: la mejora continua. Es un obsesivo del trabajo bien hecho. Eso ya lo convierte en un ejemplo. Lo que ocurre es que muchas veces enfocamos más lo secundario que lo esencial. A veces de Cristiano se critican algunas actitudes o el corte de pelo, en vez de mirar que entrena como un animal y vive como una monja. Más no se le puede pedir a un jugador de primer nivel.
¿Cuál es el peor error que puede cometer un líder?
Pensar que tiene todas las respuestas. Hay líderes que están convencidos de que lo saben todo, y llega un momento del día en que les oímos decir: ‘Si yo no arreglo esto, no lo arregla nadie’. Después hay otro tipo de líder que considero perfecto caradura: el que se apodera de los triunfos y les asigna a los demás los fracasos.
Hace un par de años dijo que la Selección Colombia iba a lograr su forma muy pronto. ¿Cree que ya la está alcanzando?
La Selección Colombia todavía no toca techo. Aún hay margen de evolución. A medida que se ha ido jugando la eliminatoria, hemos visto cómo progresa el equipo en el terreno técnico, en el táctico, pero también en una cuestión muy relacionada con el liderazgo: en confianza.
Increíble lo que puede hacer una persona en un grupo...
Mira: la persona adecuada puede cambiar un país. Y claro, puede cambiar una institución, como ha ocurrido con Colombia, con un hombre que tiene perfil bajo pero ideas claras, como es Pékerman. Si se cambia el ánimo se potencia todo: la técnica, la táctica, el físico. Espero con expectativa el papel de Colombia en el próximo mundial.
Jorge Valdano llega a Colombia como invitado de la Asociación para el Progreso de la Dirección, que, con el apoyo del Grupo Aval, presentará la conferencia del exfutbolista argentino titulada ‘Los 11 poderes del líder’, el 17 de octubre en Bogotá. Valdano también estará en Medellín y presentará su libro, publicado en el país por Random House.
MARÍA PAULINA ORTIZ
REDACCIÓN EL TIEMPO
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