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Volver a tener un rostro y una vida después de ser quemada con ácido

En 15 años, Gina Potes se ha sometido a 25 cirugías. Fue el primer caso de ese delito.

En su cartera carga fotos. Una es su favorita. Ahí se ve cachetona, con el pelo negro, largo y ondulado. Su piel, morena y lisa. "Tenía 17 años. Eso fue antes", dice. Pasa las fotos como si fueran un naipe hasta llegar a las más dolorosas. A las que le recuerdan lo que le pasó. Ahí su piel se le ve a sangre viva. Una costra cubre su cuello y parte de su quijada. El labio está torcido, como si algo lo empujara hacia abajo.
Gina Potes, bogotana de 35 años y mamá de tres hijos, fue atacada con ácido hace quince años. Fue el primer caso de ese delito que se conoció en el país. Estaba en su casa, en el barrio San Vicente, en el sur de la ciudad, cuando una señora golpeó la puerta. "Me preguntó por un jardín infantil que antes quedaba por ahí. En ese momento llegó otra persona que me arrojó el ácido. Me dijo: 'Quién la mandó a ser tan bonita' ". (Lea aquí: ¿Y a las mujeres quemadas con ácido quién les responde?. La historia de María Cuervo Sánchez)
Sucedió en segundos. Pensó que le habían botado orina o heces fecales, por el olor que sintió. No sabe si perdió el conocimiento. Solo recuerda estar en el patio de la casa, desnuda, porque el ácido se comió la ropa. "Una señora dijo que me echaran aceite, pero yo sentí que si hacían algo me iba a explotar", dice Gina.
La llevaron al Hospital El Tunal, donde lo único que hicieron fue acostarla en una camilla y ponerle suero. Cinco horas después, fue trasladada a la Unidad de Quemados del Hospital Simón Bolívar.
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En casos de ataque con ácido los primeros auxilios son primordiales, y en eso parecen fallar la mayoría de salas de urgencia del país. "Se debe hacer una irrigación prolongada con agua. Si el ácido es muy agresivo, tiene que ser por dos o tres horas porque continúa agrediendo el cuerpo -afirma Patricia Gutiérrez de Reyes, médica coordinadora de la Unidad de Quemados y Cirugía Plástica del Hospital Simón Bolívar-. El desconocimiento en este manejo empeora el pronóstico".
Al llegar al Simón Bolívar, Gina ya no sentía dolor. "Un médico me metió un bisturí en el pecho para ver si sangraba. Le oí decir: 'estos hijueputas'. Yo le repetía a mi mamá que nos fuéramos para la casa. No imaginé lo que me esperaba". En estos quince años, Gina ha tenido 25 cirugías.
Luego de la primera atención en urgencias, a las víctimas de esta clase de quemaduras les esperan años de recuperación y de cirugías plásticas con el fin de reconstruir la piel quemada, que suele estar ubicada en el área facial. En Colombia, el 98 por ciento de mujeres atacadas ha recibido el ácido en su rostro. El 50 por ciento ha perdido un ojo. (Lea aquí: La peluquera que hoy tiene que pedir limosna. La historia de Consuelo Cañate)
"Después de la atención inicial se busca definir la profundidad de la quemadura. Quitar el tejido muerto, que puede ser piel, aunque a veces también coge músculo o cuero cabelludo. Luego, con la propia piel de la persona hacemos injertos y esperamos el proceso de cicatrización", explica Linda Guerrero, cirujana plástica y directora de la Fundación del Quemado.
Para hacer los injertos hay que dejar pasar mínimo tres semanas. Como el ácido es corrosivo, deben retirarse los tejidos destruidos y analizar la viabilidad del procedimiento para que no se presenten infecciones. El tiempo, al final, dependerá de cada paciente.
La siguiente etapa es la reconstructiva. Para este paso los cirujanos suelen acudir a los colgajos microquirúrgicos, procedimiento que consiste en tomar parte de la piel, junto con tejido graso y muscular, y reemplazar con ella la que está quemada. Es una intervención que puede durar entre 7 y 20 horas.
Además de este recurso, se usan los expansores, que son prótesis transitorias que sirven para expandir la piel sana y cubrir un defecto o una cicatriz.
Como estas son operaciones que tardan muchas horas y la anestesia reduce las defensas, es necesario que la mujer esté en buenas condiciones generales. Cuando están deprimidas, los médicos prefieren aplazar la intervención. "Estas mujeres necesitan apoyo psicológico, y esa es otra falla del sistema de salud. Muchas no reciben ayuda. En un paciente deprimido, los injertos no pegan, las curaciones no sirven", afirma Gutiérrez. (Lea aquí: Todos los días se pregunta por qué. La historia de Angie Guevara)
Algunas de las complicaciones que se pueden presentar son los queloides, cicatrices en las que el tejido crece exageradamente y se comporta como un tumor. "Hay dos posibilidades de manejarlo. Una es con microcirugía (reparación de los vasos sanguíneos y los nervios), y la otra es con piel sintética", dice Guerrero.
Los costos de los tratamientos son altos. En los primeros auxilios y la atención primaria, el estimado está en 93 millones de pesos. Una microcirugía oscila entre 15 y 20 millones; los colgajos microquirúrgicos, entre 10 y 12 millones, y los retoques, para darle una forma natural al rostro, entre 1 y 2 millones de pesos.
Las partes más difíciles de reconstruir son las ubicadas en la zona central del rostro: la nariz, los párpados y la boca. "Se trata de subunidades estéticas y tienen movimiento. No son como una mejilla, que se puede reemplazar más fácilmente", agrega Guerrero.
*
Gina tiene dos colgajos microquirúrgicos. Su cuello es la piel de su espalda y su quijada, la de su antebrazo. Es afortunada porque el ácido no alcanzó sus ojos ni su nariz.
Ella dice tener dos ángeles. El primero es el doctor Luis Eduardo Bermúdez, quien a través de Operación Sonrisa y una microcirugía que duró 24 horas le reconstruyó su cuello y hoy se ve casi como antes. El segundo es Alan González, quien le está dando forma a su mentón. Uno de los problemas que se presentan con los colgajos es que, como se trata de piel más gruesa que la de la cara, no se ven naturales.
Estas cirugías han sido gratuitas. "Vas a las EPS y te dicen que no cubren la operación porque son cirugías estéticas. No dan los antibióticos, ni las cremas, ni las licras que debemos usar", cuenta Gina. (Lea aquí: Erika y Natalia, dos casos de ataque con ácido que han tenido castigo)
Su voz delgada no concuerda con su actitud valiente. Hace ocho años, empezó a tocar puertas para hacer visible el problema. No se rindió y hace pocas semanas se le sentó al secretario de Salud de Bogotá, Guillermo Jaramillo, le mostró sus fotos y las de otras mujeres y le dijo: "Mire lo que está pasando". Hoy trabaja en esa entidad y tiene en la mira la creación de una ONG independiente que apoye a todas las víctimas de ataques con ácido, en lo jurídico, lo médico y lo laboral. A las otras mujeres también les ha mostrado sus fotos. "Mire cómo quedé y mire cómo estoy hoy -dice-. Soy una mujer bonita".
Lo que viene después, en busca de la recuperación
1. Primeros auxilios
Irrigación constante con agua. Si el ácido es muy fuerte, se debe hacer por dos o tres horas. El dolor se calma con analgésicos.
2. Definición de la quemadura
Se quita el tejido muerto y se limpia la piel. A las tres semanas, en promedio, se aplican injertos, que pueden provenir de piel de cadáver. No son definitivos.
3. Reconstrucción
En esta etapa se acude a colgajos microquirúrgicos, esto es, tomar piel de la persona (de la espalda o del antebrazo) para cubrir el área quemada. También se usan prótesis transitorias para expandir la piel sana y cubrir lo quemado.
4. Retoques
La piel que se utiliza en los colgajos es más gruesa que la del rostro, por lo que son necesarias cirugías plásticas para imprimirle una forma natural.
SERGIO CAMACHO IANINI
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