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La ruta del papa Francisco en Buenos Aires

Los seguidores del pontífice pueden recorrer sus pasos y escuchar sus historias de juventud.

EFE
Buenos Aires propone ir tras las huellas del papa Francisco, en un recorrido guiado hacia su infancia y su adolescencia por los sitios del barrio porteño de Flores; esa zona de la ciudad que, de un modo silencioso, ha marcado su vida y ha hecho mella en su singular personalidad.
El paseo a pie, organizado por el Ente de Turismo de la capital argentina, parte de la basílica de San José de Flores, la iglesia a la que acudía la familia Bergoglio y donde Jorge Mario sintió su llamado al sacerdocio.
Apenas se ingresa aparece el punto exacto donde se produjo el llamado que a la larga impactaría en la vida de la Iglesia: un confesionario de madera de donde, el 21 de septiembre de 1953, con casi 17 años, Jorge Mario salió con la convicción de servirle a Dios.
El joven Bergoglio iba a festejar con sus amigos el Día del Estudiante y de la Primavera, pero sintió la necesidad de pasar primero por la iglesia para confesarse.
“En esa confesión, él expresó sentir que alguien lo esperaba. Luego sabría que ese alguien era Dios”, comenta el guía Daniel Vega, quien cita lo que dijo el pontífice sobre ese episodio: “Tuve la sensación de que Dios ese día me había mirado con misericordia y me eligió. Viendo esa historia en perspectiva, podemos decir que no se equivocó”.
La basílica de Flores, un templo de estilo neoclásico que en su forma actual data de 1883, deja ver muchas de las devociones que marcarían a Bergoglio, entre ellas san José, el Sagrado Corazón de Jesús y la Divina Misericordia. A esta iglesia siguió asistiendo como arzobispo de Buenos Aires, en particular para presidir las fiestas patronales.
De hecho, los programas de esas fiestas para el 19 de marzo del 2013, Día de San José, anunciaban la presencia del cardenal, pero no pudo ser. Ese mismo día se dio inicio formal a su pontificado en Roma. Y los programas son ahora una reliquia.
La visita sigue por las calles de Flores, un barrio tradicional del oeste de la capital y que supo acoger a familias de inmigrantes trabajadores de clase media, como los Bergoglio. Era el barrio “de las casitas baratas” y hoy es el barrio de Francisco. “Flores no tenía un atractivo turístico puntual.
Cuando eligieron al Papa, los vecinos cuentan que el barrio se alborotó. Viene gente de todo el mundo a conocer el lugar y las anécdotas”, comenta Vega, quien guía el tour del papa Francisco desde mayo del 2013, desde que Bergoglio fue elegido para ocupar el trono de San Pedro.
En Varela 268, la fachada de una casa luce una placa que indica que allí nació Francisco, algo que hasta hace poco era un misterio que ni el propio Papa quería revelar para evitar molestias. Pero un historiador accedió a la partida de nacimiento y dio con el dato.
Los pasos de Bergoglio
Sin embargo, los Bergoglio se mudaron pronto de allí hacia una casa vecina, en Membrillar 531, donde Jorge Mario vivió hasta los 22 años, cuando ingresó al seminario. La casa, completamente remodelada, también tiene una placa que recuerda que allí vivió el sumo pontífice.
Entre las anécdotas, el guía relata que Jorge Mario había ocultado su vocación y que le aseguró a la familia que estudiaría medicina. Su madre dispuso para él un cuarto en esa casa para que pudiera estudiar mejor, pero un día descubrió que la mesa estaba plagada de libros, pero no de medicina sino de religión. Y lo increpó por la supuesta mentira. “No, mamá, estudio medicina... medicina para el alma”, respondió.
“¿Y el Papa tuvo novias en el barrio?”, pregunta un turista curioso. El guía señala a pocos metros la casa de Amalia, la mujer que poco después de que Bergoglio fue elegido Papa aseguró que había sido su novia y afirmó tener una carta de amor de la época cuando ambos tenían 12 años.
Unos metros más allá, unos niños corretean y rompen el silencio de este apacible vecindario en una pequeña plaza que otrora fue el lugar de juegos de Jorge Mario y sus amigos.
Un grabado en el piso recuerda que allí “corría tras la pelota con sus amigos”; eso, aunque las malas –pero al parecer veraces– lenguas dicen que el hoy Papa no era muy habilidoso para el fútbol. El paseo llega al borde del Bajo Flores, un sector del barrio con asentamientos precarios y en el que Bergoglio comenzó su labor pastoral entre los pobres en 1992.
El punto final del recorrido, de unas tres horas, es el colegio Nuestra Señora de la Misericordia, donde cursó el jardín de infantes y tomó la primera comunión.
Ya como arzobispo, iba los 24 de marzo a dar misa y a tomar el té con las religiosas.
El recorrido sigue por el centro de la ciudad, como la catedral y el centro de la capital porteña, esa que el papa Francisco afirma llevar siempre en el corazón.
EFE
EFE
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