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Diez alertas para saber si se está envejeciendo

Dormir menos, olvidar nombres o tener dificultad con nuevas tecnologías no son signos de enfermedad.

De un momento a otro, usted empezó a cargar pastillas para todos lados: a sus viajes de recreo, a su oficina o para sus salidas fuera de casa. Desde hace algunos años siente o tiene la impresión de que es un analfabeta en lo que se refiere a aparatos y herramientas tecnológicos, incluso para actividades cotidianas o de trabajo. También ha empezado a leer de lejos.
Estas señales y síntomas de la vida cotidiana, sutiles en algunos casos, aunque no son enfermedades sí son un claro indicador de que los años de juventud quedaron atrás.
Recitar los nombres de toda la familia antes de dar con el de la persona que realmente quiere uno citar, tener dificultades para dormir o cambios en la percepción de frío y calor son, aunque muchos no lo crean, otros signos de la entrada a la tercera etapa de la vida.
Uno de los más dicientes se da con la calidad de la visión.
Rudi Westendorp, en su libro ‘Cumplir años sin hacerse viejo señala’, por ejemplo, que es común que la gente a estas edades de repente empiece a ver borroso o más oscuro que antes.
Esto obedece a un cambio físico irreversible: los ojos, que al comienzo de la vida son completamente transparentes, se solidifican a medida que pasan los años, como una clara de huevo frito.
En consecuencia, dejan pasar menos luz cada vez, hasta formar cataratas.
Aunque se trata de cambios progresivos e inevitables, su severidad varía de una persona a otra.
De hecho, algunas investigaciones le han apuntado a tratar de establecer por qué cierta gente envejece más rápido que otra.
Una de ellas, de la Escuela Universitaria de Medicina de Duke (Estados Unidos), analizó algunos de los principales factores biológicos que intervienen en el proceso de envejecimiento, como el colesterol, el índice de masa corporal, la presión sanguínea y los sistemas metabólico e inmunitario. Otra investigación, del 2015, publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), encontró que, además de lo biológico, hechos como estudiar y tener una vida social activa ayudan a desafiar al cerebro y a mantenerlo más vital, lo cual también se refleja en el aspecto físico.
Las siguientes son 10 señales que indican que uno está envejeciendo:
1. Dormir mal y roncar
Con el paso de los años tenemos más dificultad para dormir y es frecuente despertarnos en la noche y volvernos más madrugadores. Esto se debe a que, en la edad adulta, nuestro sueño profundo dura menos y hay necesidad de levantarnos al baño un mayor número de veces. Al día siguiente, el cansancio nos lleva a tomar siestas en la tarde, aumentando la posibilidad de desvelarnos. Las probabilidades de roncar también suben: con la edad, nuestros tejidos son más flexibles, lo cual hace que el aire que pasa a través de ellos sea más ruidoso; además, nuestra capacidad torácica es menor.
2. Olvidar nombres
Tener mala memoria generalmente lo consideramos normal cuando envejecemos. Aprender cosas en esta etapa de la vida puede tomarnos más tiempo que antes y la información de la cotidianidad se puede bloquear. Por ejemplo, algunos podemos tardar un buen rato en recordar dónde están las llaves de la casa o del carro, o el lugar donde dejamos las gafas. Hasta ahí no sería asunto grave.
3. Se daña el termostato
Para nuestro cuerpo cada vez es más difícil controlar su propia temperatura. Esto ocurre porque tenemos menos grasa debajo de la piel capaz de retener el calor corporal. Por eso es común que veamos a algunas personas mayores abrigadas constantemente, a cualquier hora del día. Como si fuera poco, nuestra capacidad para transpirar disminuye y así se nos vuelve también difícil medir cuándo hay demasiado calor.
4. Jorobados y adoloridos
Cuando envejecemos, el tronco se acorta porque los discos vertebrales pierden líquido y se hacen más delgados. Por la pérdida de mineral en las vértebras, la columna se nos vuelve curva y apretada. A esto le sumamos que los arcos de nuestros pies se tornan menos pronunciados, y el cartílago de las articulaciones se desgasta. Nuestras fibras musculares se encogen y es lento el reemplazo de tejido muscular, hay menos tonificación y más rigidez. Como el sistema nervioso también nos cambia y dejamos de tener buenos reflejos, ya no nos movemos de manera ágil y segura. Esto nos puede causar inflamación, dolor, rigidez y deformidades.
5. Se pierde gustico por comer
La disminución de necesidades físicas y apetito se presentan también con el paso del tiempo. En ciertos casos hasta nos puede cambiar la percepción de los sabores y olores, lo cual, a veces, es efecto secundario de algunos medicamentos. Eso sin contar con que, cuando hemos sufrido pérdidas de algunas piezas dentales, aun teniendo prótesis, la facilidad para masticar algunos alimentos se dificulta y muchos optan por sopas o comidas fáciles de pasar.
6. Pérdida de peso
Se estima que después de los 55 años en los hombres se detiene la ganancia de peso y la tendencia se invierte, adelgazando con mayor facilidad; esto puede relacionarse con una disminución de la testosterona (hormona sexual masculina). En el caso de las mujeres, el aumento se da hasta los 65 años y luego comienza el descenso. La pérdida de peso en adultos de ambos sexos se produce en parte porque la grasa reemplaza al tejido muscular magro, y la grasa pesa menos que el músculo. Los hábitos alimentarios y de actividad física también tienen impacto en este tema.
7. Cargar pastillas a toda hora
Es una de las señales más importantes de la vejez y no tiene que ver necesariamente con males graves, pero sí crónicos; por ejemplo, pastillas para controlar la tiroides, el colesterol o la presión arterial. Otro caso: la hipertensión arterial y la hipotensión ortostática son más comunes en el adulto mayor. Tomar medicinas para la presión arterial es algo que se debe estar controlando permanentemente con el médico, porque tomar demasiadas puede provocar presión arterial baja y causar otros problemas.
8. Pelear con la tecnología
Si siente que hijos, sobrinos e incluso compañeros de trabajo manejan la tecnología mejor que usted, sepa que con el paso de los años su habilidad tecnológica se reduce. Según una encuesta hecha en Argentina por la consultora GFK para una firma de telefonía móvil, publicada por ‘Clarín’, a los 36 años arranca la ‘vejez digital’. Asegura que, al parecer, los menores de esa edad usan los teléfonos inteligentes como minicomputadoras, y los mayores sólo como teléfonos. Tiene gran impacto la época cultural de cada generación, y muchos adultos renunciamos a aprender cosas que consideramos poco importantes.
9. Un oído no tan eficiente
El equilibrio se controla en el oído interno, pero con la edad las estructuras de este cambian y su función es menos eficiente. En consecuencia, es fácil, por un lado, perder el equilibrio y no escuchar algunas conversaciones como antes, más si se está en un ambiente ruidoso. La acumulación de cera en los oídos, conocida como el ‘tapón de cerumen’, también puede causar dificultad para oír y es común en la tercera edad.
10. Leer de lejos
Las estructuras de nuestros ojos cambian. El lente natural, el cristalino, pierde elasticidad y la capacidad de abombarse o de aplanarse para enfocar. Después de los 40 se va aplanando, lo cual provoca que los rayos de luz converjan más allá de la retina. Nos resulta más fácil ver de lejos y los objetos cercanos nos parecen borrosos. A eso se le conoce como presbicia y es el responsable de que estiremos más el brazo para ver en detalle algún objeto. Al llegar a los 60, las pupilas pueden disminuir un tercio del tamaño y se vuelven más lentas para reaccionar a los estímulos de luz y oscuridad; por eso nos puede ser difícil adaptarnos a los resplandores.
ANDREA FORERO AGUIRRE
Redactora de EL TIEMPO
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