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¿A qué edad dejamos de probar cosas nuevas?

Hay personas que pierden el interés por innovar y optan por quedarse con lo que ya conocen.

Estudios dicen que las comidas favoritas vienen de la niñez, que la gente deja de escuchar música nueva a los 33 años y psicólogos advierten que, al entrar al mercado laboral, esa búsqueda de nuevas experiencias va disminuyendo progresivamente.
Comer diferente
La influencia familiar y de amigos, la condición social para costear determinados alimentos y el gusto se forman antes de los 10 años, dicen diversos estudios, y aunque luego aparecen los llamados ‘gustos adquiridos’ (principalmente de sabores amargos, como la cerveza o el café), lo normal es que se recuerde la comida casera de cuando uno era niño.
“A través del sabor nos provoca placer remitirnos a nuestra adolescencia o infancia, nos hace sentir protegidos. Intentar cambiar la alimentación cuando eres mayor resulta difícil, porque sientes que estás perdiendo un terreno seguro, y eso provoca rechazo”, sintetiza la psicóloga Paloma Fuentes.
Ritmos nostálgicos
En los gustos musicales ocurre algo parecido. En Estados Unidos el sitio Skynet & Ebert tomó las estadísticas del sitio de música en 'streaming' Spotify y de The Echo Nest, y concluyó que la gente define la música que le gusta durante la adolescencia y en etapa universitaria, y que a los 33 años, en promedio, deja de oír nueva música porque el gusto musical no se rige por estándares armónicos, sino por conexiones neuronales. Así, las canciones que a uno le gustan hacen liberar neuroquímicos que provocan bienestar.
“Hay un recuerdo constante de la época en que eras joven y libre de responsabilidades, cuando te enamoraste o tuviste tu primera gran decepción, cuando aprendiste algo que hoy forma parte de ti; entonces, es normal que la música, el cine o los libros que escuchaste, viste y leíste en esos años te marquen y que, cuando envejeces, quieras volver a sentir lo que sentiste aquella vez”, define el psicólogo clínico Alfonso Contreras, quien dice que, aunque existen excepciones, “el estrés, el trabajo y la vida te van quitando espacios para experimentar nuevas cosas. El tiempo para divertirse es tan ajustado que las personas prefieren no perder tiempo en experimentar y optan por irse a lo conocido y que les resulta igualmente placentero, como por ejemplo oír a su banda favorita”.
Es la razón por la que los treintañeros lideran las modas revival: la banda sonora de los años 80 y luego la de los 90 son impulsadas por quienes alcanzan esa edad y, como se trata del público consumidor al que apuntan principalmente los auspiciadores, los medios intentan darles en el gusto.
Miedo a innovar
Definir el estilo de vida que se quiere llevar también parece estar condicionado tras ingresar al mercado laboral. Por eso, dice la psicóloga Paloma Fuentes, cuando alguien sobre los 40 años cambia su estilo de vestir, comienza a hacer deportes o integra nuevas pasiones después de esa edad, “lo normal es que su entorno se sienta sorprendido, le diga que está tratando de verse joven o que ya no está en edad para ello, como si la innovación fuera exclusiva de la juventud”. Y agrega: “A los 40 años es normal que muchos tengan una crisis, una sensación de haberse perdido de cosas, y que en ese lapso traten de romper con lo que se ha vivido hasta entonces y se lancen a probar lo que antes temieron probar, aunque luego se vuelva al modelo anterior. Pero es la libertad necesaria para seguir aprendiendo”, señala.
De todos modos, en términos intelectuales, el punto máximo lo alcanzan las personas a los 50 años, según un estudio de Seattle Longitudinal Study que se viene haciendo desde 1956 en EE. UU. para medir las habilidades intelectuales de un grupo de personas. Con los datos han concluido que la gente alcanza su cima intelectual a esa edad y que solo tras ello comienza a declinar. Es decir, las personas sí están capacitadas para seguir experimentando, “pero el cerebro prefiere ir a lo conocido, a lo que nos cuesta menos, porque intentar probar cosas nuevas o cambiar ciertos gustos después de los 30 o 40 años implica gastar más energía y tiempo, y también aparece el miedo a equivocarse, porque ya sabes de errores y tienes menos paciencia para innovar”, plantea el psicólogo Alfonso Contreras.
Y agrega que el miedo es precisamente lo que no hay entre los 13 y 18 años, el rango de edad que el psicólogo sitúa como la etapa más propensa a conocer, probar e intentar cosas nuevas, “porque el cerebro también te condiciona menos al momento de evaluar riesgos y eres más aventurero, la edad en que puedes definir gustos artísticos y también lo que quieres ser en tu adultez. La etapa en que rechazan todo lo que viene del mundo adulto y modelan su identidad: gustos musicales, forma de vestir, deportes y mucho más”.
La psicóloga Paloma Fuentes aclara que el gusto por innovar también está condicionado por el entorno y la profesión. “Probablemente, alguien que venga del mundo artístico tendrá la capacidad para explorar siempre, aunque parte importante de sus gustos ya estén definidos”.
RODRIGO MUNIZAGA
El Mercurio (Chile)
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