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Millennials que dejan huella

Tienen entre 18 y 35 años y están liderando proyectos e iniciativas sociales y ambientales.

Por una ciudad verde
Preocupados por el actual modelo de desarrollo territorial, en 2011 Juan Manuel Restrepo y Carlos Cadena se unieron para crear La Ciudad Verde (laciudadverde.org), un movimiento ciudadano que promueve la creación de ciudades sostenibles a través de la integración de personas y organizaciones que trabajan en red y en pro de sus comunidades. Hoy son más de 50 jóvenes entre 20 y 35 años apasionados por la sostenibilidad urbana. De esta forma se han convertido en los impulsores del 4.° Foro Mundial de la Bicicleta, que tuvo lugar el año pasado en Medellín y que reunió a 6.500 participantes de 37 países, donde rompieron récords e hicieron realidad importantes avances a favor de la bici en varias ciudades de Colombia; son los creadores del Premio Nacional de Sostenibilidad Urbana, que fue presentado en el Foro Urbano Mundial de ONU-Hábitat en 2014 para destacar las acciones positivas de municipios colombianos en temas de energía, agua, movilidad y gestión verde; y han realizado numerosas campañas de sensibilización como #EnBiciMásSexy y #30DíasSinPlástico, entre otras. Con sus ideas han llegado a cinco ciudades en Colombia: Bogotá, Medellín, Barranquilla, Manizales y Villavicencio; a Ibarra, en Ecuador; y Villahermosa, en México, y ahora están dedicados al proyecto Ciudades Bajas en Carbono (www.LowCarbon.City).
Casas flotantes para afrontar el invierno
Luego de ver devastaciones como las causadas por el fenómeno de la Niña en 2011, Lina Cataño y Andrés Walker, ingenieros de diseño de producto de la Universidad Eafit de Medellín, decidieron dedicarse a investigar y a desarrollar innovaciones que dieran respuesta a los efectos del calentamiento global. Para ello crearon la empresa Utópica S.A.S. y se aliaron con la Universidad Eafit para generar soluciones habitacionales flotantes para aquellas comunidades que viven en zonas inundables del país. Entre 2013 y 2014 construyeron y entregaron una prueba piloto de tres aulas flotantes que benefician a 60 niños en Sempegua, en Cesar, donde las inundaciones causadas por la ciénaga de Zapatosa afectaban la escuela de la zona y obligaban a los estudiantes y maestros a suspender clases. El proyecto se realizó en conjunto con la Unidad Nacional para la Gestión de Riesgo de Desastres–UNGRD, el PNUD, la Unión Europea, los ministerios de Ambiente y Vivienda, entre otros. La construcción está posada en tierra durante la temporada seca y su tecnología y sus sistemas de anclaje le permiten flotar de acuerdo al nivel que alcancen las aguas en las temporadas de lluvia.
Médicos virtuales
Hace tres años un dolor de rodilla, producto de una mala práctica deportiva, lo llevó a gestar su iniciativa. “Empecé a buscar en internet cómo aliviar la molestia y me encontré que en la red circula muchísima información sobre temas de salud. El problema es que no sabes quién la da, si son médicos o no, o si lo que te recomiendan te puede hacer daño. Entonces terminas haciendo una cantidad de cosas y automedicándote”, recuerda Javier Cardona. El joven es el creador de 1DOC3, una plataforma virtual de salud totalmente gratuita en la que un equipo de médicos responden inquietudes de los usuarios vía online. A la fecha, la plataforma ha respondido cerca de 18 millones de preguntas de todo tipo. “La mayoría tienen que ver con temas de salud sexual y reproductiva”, explica Javier, quien resalta que 1DOC3 es un espacio ampliamente utilizado por los millennials con un 63 por ciento de usuarios menores de 34 años. Una vez la persona ha dejado su pregunta, el sistema busca entre una base de datos de más de 100.000 respuestas acordes. Si la información no deja satisfecho al usuario este puede continuar con el envío a un médico y en un plazo de 6 a 12 horas recibirá una notificación al correo o al celular con la respuesta.
Diseclar
A sus 28 años, Juan Nicolás Suárez creó Diseclar, una empresa que procesa residuos plásticos urbanos y residuos agroindustriales de la industria cafetera y los transforma en sillas, mesas, bibliotecas y más. La empresa ya lleva dos años involucrando como proveedores a recicladores, que reciben de esta forma un mejor pago que en los centros de acopio, y a caficultores, que con la venta de la fibra vegetal que sobra de sus cosechas, perciben un ingreso adicional. Con esta iniciativa, Juan Nicolás ha obtenido reconocimientos nacionales e internacionales, que le han permitido conseguir capital semilla y mentoría para hacer crecer la empresa. De hecho, durante el primer año logró reutilizar 300.000 kilos de desechos plásticos, hecho que evitó la tala de 2.000 árboles.
Alcagüetes que nutren
Alejandro Behar, Andrés Escobar y Pedro Mejía son tres buenos amigos de colegio que un día, mientras se tomaban una cerveza después de una ardua semana laboral pensaron montar su propio negocio. “Para ese entonces, esto ya no significaba simplemente hacer plata. Queríamos algo que fuera sostenible para nosotros pero también para la sociedad. Queríamos una empresa que nos permitiera construir el mundo en el que queremos vivir”, cuentan.
Así nació Alcagüete, una empresa que, a través de la comercialización de ‘snacks’ saludables, busca que los consumidores compartan con quienes más lo necesitan. La iniciativa funciona con el modelo uno a uno, en la que, al comprar un producto de Alcagüete, un niño de bajos recursos se beneficia con un refrigerio que le es entregado a través de fundaciones aliadas. Con esta estrategia, desde agosto del 2014 han compartido más de 180.000 refrigerios en poblaciones vulnerables de Cali, Medellín, Quibdó, Valle del Cauca, Barranquilla, Santa Marta, Bucaramanga y Cundinamarca, entre otras regiones. Para el 2017 planean tener empaques 100 por ciento reciclables y para el 2018, haber entregado más de un millón de refrigerios en todo el país. Además, están a punto de lanzar una barra de cereal especializada en combatir la anemia.
Este año fueron seleccionados como Best for the World Company por el Sistema B mundial.
Tecnología al servicio social
Ver que existen muchas organizaciones sociales que hacen un gran trabajo en pro de la sociedad, pero que no aprovechan las oportunidades que la tecnología les brinda para mostrar lo que hacen y conseguir más apoyo, inspiró a Rafael Risco, Luis Carlos Ángel y Daniel Rodríguez a crear en marzo de este año SocialMass (www.socialmass.co).
El proyecto se dedica a evaluar cómo funcionan las páginas web de las organizaciones sociales y a mejorarlas con la implementación de canales de donaciones y pagos, herramientas de email marketing, estrategias digitales para conseguir más tráfico y uso de las redes sociales. A la fecha están trabajando con 15 organizaciones sociales de Bogotá y la región, cuyas visitas a sus páginas web se han incrementado hasta 13 veces, pasando en promedio, de 600 a 7.800 visitas mensuales. Incluso, están gestionando recursos para la difusión de las iniciativas y programas sociales de estas fundaciones por valor de 210 millones de pesos mensuales. “Lo que me apasiona de SocialMass es la posibilidad que mucha gente conozca lo que las organizaciones están haciendo y las valiosas acciones que día a día se viven a lo largo del país”, dice Luis Carlos. Ahora, estos tres jóvenes planean finalizar el año apoyando entre 35 y 50 organizaciones en Bogotá, y para el 2017 esperan llegar a las cien en toda Colombia e incorporar más personas a su equipo de trabajo.
Para reciclar más fácil
El 18 de diciembre del 2012 Bogotá amaneció llena de basura por cuenta de una crisis en el modelo de recolección que abrió todo un debate alrededor del tema. Un problema en el que Andrés Urrego y su hermano Leonardo, junto a César Ortiz, vieron una oportunidad para cambiar las cosas. “Nos dimos cuenta de que se necesitaba una nueva forma de gestionar los residuos porque la gente no sabe qué hacer con ellos ni a donde llevarlos para darles una buena disposición y que no terminen en la basura”, cuenta Andrés.
Por eso desarrollaron recypuntos.org, un aplicativo web y móvil que, a través de geolocalización, conecta a los ciudadanos con los puntos de recolección más cercanos a sus hogares y oficinas que tienen los programas posconsumo y los gestores ambientales del país, haciendo más eficiente la tarea de reciclar. La herramienta fue lanzada en el 2013 y contempla 13 tipos de residuos, entre ellos orgánicos, reciclables (papel, cartón, aluminio, vidrio), pilas, bombillos, celulares, icopor, escombros y aceites. Hoy recypuntos.org está disponible como app para ‘smartphones’ y página web para computadores, donde recibe unas 15.000 visitas mensuales.
Tras el éxito obtenido con esta idea, los jóvenes se animaron a crear la fundación Ecomunidad que se dedica a desarrollar aplicativos web y desarrollo de software especializado en temas ambientales y a asesorar empresas en temas de sostenibilidad y cambio climático, entre otros.
Un preicfes para todos
Desde hace tres años, un grupo de 12 jóvenes entre los 19 y los 26 años, estudiantes de pregrado de diversas carreras e incluso de maestría, han dedicado sus sábados y algunos días entre semana a formar en procesos de educación popular y trabajo barrial, a unos 350 muchachos de diferentes barrios de las localidades de San Cristóbal y Usme, en el sur de Bogotá.
Una población que, de no ser por la iniciativa Colectivo También el Viento, no podría acceder a un curso de preicfes para mejorar su desempeño en las pruebas de Estado y los exámenes de admisión a las universidades públicas. “Aunque algunos de nuestros estudiantes no logran ingresar a la educación superior, hemos logrado que cambien su perspectiva sobre la educación, el territorio y las relaciones con las demás personas. Gracias a nuestra labor muchos han desarrollado un mayor interés por el aprendizaje”, cuenta Felipe Caro, uno de los líderes del colectivo.
Asimismo desarrollan actividades de formación de personas críticas y conscientes de las problemáticas de su territorio, y talleres de teatro y de artes plásticas para niños y niñas, entre otras actividades culturales.
El embajador de los jóvenes
La elección de Bogotá como sede anfitriona para el 2017 de la cumbre One Young World, que reúne anualmente a jóvenes líderes entre 18 y 30 años de edad procedentes de más de 190 países, para pensar en soluciones a problemas globales, tiene un actor tras bambalinas: David Geredia.
Este ingeniero industrial de 27 años decidió hace algún tiempo renunciar al mundo corporativo para dedicarse a su gran pasión: el servicio a la sociedad. “Hoy día, los millennials buscamos que nuestro propósito de vida se conecte con los propósitos de la organización y desde allí ver cómo generar un impacto positivo mayor”, dice David.
Desde entonces ha estado trabajando con organizaciones sociales en el barrio Santa Fe, en el centro de Bogotá, liderando procesos con niños y jóvenes de 3 a 18 años para que aprendan a aprovechar su tiempo libre y se alejen de los problemas de prostitución, delincuencia y drogadicción que aquejan al sector, así como en el barrio El Codito, en el norte de la ciudad, con muchachos entre los 18 y 25 años y adultos mayores, entre otras organizaciones sociales.
Desde el 2011 está asistiendo a los eventos anuales de One Young World, donde se convirtió en embajador por Colombia de esa organización y se dedicó durante 9 meses a gestionar la candidatura de Bogotá (que ganó en septiembre del año pasado) como sede para el próximo año, compitiendo con ciudades como París, Belgrado y La Haya. Además, en 2014 fundó ID Social, una consultora de emprendimiento social que a la fecha ha ayudado a promover seis empresas sociales.
Dejó todo para irse a Haití
Con 23 años, María Fernanda Higuera, una licenciada en pedagogía infantil de la Universidad Distrital, renunció a un trabajo estable en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) y dejó su familia, sus amigos y su país para irse a Haití.
Una convocatoria de la Fundación América Solidaria, que busca profesionales que quieran convertirse por un año en voluntarios en países de toda América, llegó a su correo en 2014 y ella sin pensarlo dos veces aplicó. “Escogí Haití porque es un país con una situación social y política muy complicada que además ha sido golpeado por catástrofes. Yo sentía que era un lugar donde realmente podía hacer algo, donde podría dejar huella”, recuerda.
Partió en septiembre de ese año y arribó al Cité Soleil, uno de los sectores más peligrosos y deprimidos de Puerto Príncipe. Su misión era reconstruir junto con la comunidad un proyecto pedagógico en la escuela Ángel Mackenson, que atendía para ese entonces a 900 niños. Entre 2014 y 2015 se dedicó a formar a los profesores en Derechos Humanos, liderazgo, pedagogía, arte y convivencia y a cambiar prácticas culturales en los salones de clase como ciertos tipos de violencia que las maestras ejercían sobre los niños.
La joven ya regresó. Actualmente trabaja con la organización social Aldeas Infantiles SOS en temas de política de primera infancia, asesorando jardines infantiles rurales en Cundinamarca. En sus ratos libres se pone una nariz roja y se dedica a recorrer hospitales para llevar alegría con el equipo de la Fundación Doctora Clown.
A ‘rodar’ por la paz
“Vas a hacer la bicicleta de la paz”. Eso fue lo que Dios le dijo en un sueño una noche de junio del 2013 o por lo menos así lo recuerda César Salamanca. Dos meses después, con el apoyo de dos amigos suyos, la Pazicleta hacía su primera rodada por Bogotá. Al poco tiempo, la iniciativa había crecido y con el apoyo de entidades gubernamentales y empresas privadas cientos de ‘pazicletas’ empezaron a llegar a veredas de Putumayo, Arauca, Boyacá y Guaviare, donde los niños tienen que caminar más de dos horas para llegar a sus escuelas. Hoy el proyecto está en siete departamentos en los que se construye la comunidad #SoyPaziclista (Líderes Visibles de Paz), una estrategia que busca que sean los niños los que, con su nuevo medio de transporte, no solo ayuden a mitigar la deserción escolar, sino que se conviertan en líderes y constructores de paz en sus territorios.
Maestros de las olas
Con seis tablas de surf, 20 niños entre 12 y 18 años, habitantes de Ladrilleros, una de las playas de Buenaventura, se las arreglan para apostarle a ese deporte extremo como una opción de vida. Desde hace un año, empezaron a cambiar el trabajo de ventas en la arena, que muchos ejercían para ganar dinero, por los entrenamientos acuáticos y el dominio de las olas.
Pero el cambio no hubiera sido posible sin el compromiso de cuatro caleños: Teo Mejía, Javier Gómez, Camilo Vargas y Sebastián Gómez, jóvenes surfistas que solían emprender un viaje de 3 horas desde Cali para llegar hasta allí a realizar sus prácticas deportivas. “Nos dimos cuenta de que cuando íbamos allá, eran muchos los niños que se nos acercaban interesados en aprender a surfear. Tenían el talento pero no las tablas”, cuenta Sebastián. Conscientes de que podían hacer la diferencia, se dedicaron a divulgar la idea entre sus amigos y conocidos. Así, consiguieron y repararon algunas tablas dañadas y otras las fabricaron ellos mismos.
Con las que tienen hasta ahora, han venido formando a los pequeños. “A los chicos se les nota el avance. Ellos están empezando a ver un futuro en el surf y esta es una zona donde hay mucho talento por explotar”, cuentan.
Por eso, ahora están buscando que empresas y ciudadanos les donen o les ayuden a financiar la fabricación de más tablas para llevar a Ladrilleros y constituir allí una escuela de surf.
Por la inclusión
Juan Sebastián Betancourt está convencido de que la inclusión social de las personas en condición de discapacidad y su acceso a los servicios en las ciudades no es solo un tema de hacer ‘buenas cosas’, sino que también atraviesa los modelos de negocio de las empresas. Por eso, hace un año creo Nklusvlife, una empresa que ofrece servicios de consultoría para que otras empresas y negocios se transformen en organizaciones inclusivas. Su idea tiene origen en su propia experiencia personal. En 2003 sufrió una lesión medular que lo dejó en silla de ruedas cuando tenía 17 años. Más tarde, en 2010, se graduó como administrador de negocios internacionales y un año después se ganó la Beca Fulbright-Saldarriaga Concha con la que inició un máster en la Florida International University, en Miami (EE. UU.). “Regresar a Colombia fue un verdadero desafío, porque allá hay mucha accesibilidad para las personas en mi condición, hay toda una cultura de respeto que es lo que aquí nos falta”, dice. Por eso, además de su empresa, se ha dedicado a crear un mapa (disponible en www.nklusvlife.com) en el que referencia los lugares accesibles para la población en condición de discapacidad.
El ambientalista
Creció recorriendo junto a su padre, un funcionario de Parques Nacionales Naturales, el Santuario de Flora y Fauna Los Colorados, en el municipio de San Juan de Nepomuceno, en Bolívar. Así que, en el 2009, cuando Eric Deulufeut Yepes tenía 11 años, la entidad lo invitó a conformar, junto a unos amigos suyos, el primer Grupo de Comunicaciones y Educación Ambiental.
Se trataba de una estrategia que la entidad inició ese año para que fueran los jóvenes quienes, a través del uso de emisoras comunitarias, canales locales y otros medios de comunicación y tecnologías de la información, llevaran a sus comunidades el mensaje de la conservación de las zonas protegidas. Hoy, con 19 años, integra la Red Nacional de Jóvenes de Ambiente, que en febrero de este año le presentó al Gobierno Nacional una declaratoria con exigencias para el cuidado y conservación de páramos y bosques, y en este momento está trabajando con diversas entidades gubernamentales para llevar el documento a acciones concretas. Por esa experiencia, Eric representará a Colombia en el Congreso Internacional para la Conservación de Áreas Protegidas, que se realizará en septiembre próximo. A su vez, está estudiando Derecho en la Universidad del Magdalena porque cree que la protección de los ecosistemas también requiere un componente legal y por eso quiere contribuir a fortalecer la normatividad ambiental colombiana.
Amis, contra el acoso escolar en los colegios
David Rojas, Eva Espitia, Johan Franco, Andrés Roa, Camilo Duarte, Daniela Moreno e Isabella Rojas tienen entre 20 y 28 años y pertenecen a diferentes profesiones. Los une el haber sido testigos, víctimas o victimarios de acoso escolar en su infancia, un común denominador por el que hace un año y medio se aliaron para crear Amis (amis.com.co), una plataforma tecnológica que les permite a los colegios identificar los problemas de convivencia y las amenazas que enfrentan sus estudiantes, al tiempo que estos realizan reportes anónimos. Hoy el sistema está implementado en más de 10 colegios en ciudades como Bogotá, La Guajira, Santa Marta, Cartagena, Cali y Barranquilla. Allí ya han detectado 400 casos de conflictos, drogadicción, acoso escolar e intentos de suicidio, entre otros. Durante este proceso han recibido soporte de Colombia Joven, el Cesa y Microsoft, que les han subsidiado gran parte de los costos tecnológicos, y apoyo del Mintic.
LIZETH SALAMANCA GALVIS
Redactora Huella Social
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