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De productores de coca, al Salón del Chocolate en París

La Alianza Exportadora de Tumaco fue laureada con el reconocimiento al 'cacao de la excelencia'.

José Luis* es alto, flaco y de piel oscura; un curtido agricultor que deja ver su timidez al dialogar de su territorio: “Créame que estamos en una zona donde las autoridades son ilegales, es algo que no puedo hablar mucho, usted me entiende…”.
Es uno de los 1.130 cacaoteros de Tumaco a los que los grupos ilegales les arrebataron sus tierras para siembras ilícitas en el 2005.
“Me decían ‘¡Me vende o me vende!’ Cuando uno se mete en la línea de la coca tiene que someterse al régimen de otras personas”, explica.
Gustavo Mildineros, uno de los integrantes de Cortepaz, retira del árbol las primeras mazorcas de cacao de la cosecha.
Es una mañana de cielo azulísimo en Tumaco, que se funde con el mar refulgente que da golpazos de bienvenida con sus olas.
EL TIEMPO viajó hasta allí para conocer el proyecto Colombia Exporta Cacao (Coexca), luego de que, el pasado 28 de octubre de 2015, la Alianza Exportadora de Tumaco fue laureada en el Salón del Chocolate en París por su cacao fino y de aroma, como la “mejor muestra de Suramérica”.
La ejecución del proyecto es financiada por la Secretaría de Estado para Asuntos Económicos de Suiza y operada por Swisscontact, que desarrolla programas de cooperación internacional.
Legado familiar
“Nosotros nacimos con el cacao –cuenta José Luis–; mi abuelo y mi padre lo trabajaron, pero de una manera muy diferente a la de ahora: era rústico y no contábamos con los recursos que tenemos ahora”.
Dueño de un optimismo embriagante, se muestra reticente al responder por qué se decidió, en su momento, por sembrar coca. “Enteramente no quiero ni acordarme, fue algo muy malo”.
La coca surgió como estímulo económico de los grupos insurgentes para el financiamiento de sus actividades delictivas.
Oberman Torres, al recibir el galardón en París. Foto: Raoul Boulanger
Según el informe sobre el censo de cultivos de coca realizado por la oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, desde el año 2007 el departamento de Nariño ocupa el primer lugar en la siembra de cultivos ilícitos de coca.
En Tumaco –donde el desempleo desde comienzos del año bordea el 90 por ciento–, al lado de casas de madera sostenidas por pilotes sembrados en el agua, se aprecian casonas amobladas y enchapadas, con camionetas de vidrios polarizados.
Las amenazas
José Luis, luego de un tiempo considerable en el que se le ve tenso, rompe su silencio. Entonces, empieza a relatar su pasado con una notable pena, como si recordar fuera un castigo o como si la historia le diera golpes punzantes de cara al futuro.
“Amigo, es algo de lo me cuesta hablar, pero uno siempre cree que todo lo hace bien. Yo miré que los demás vecinos estaban sembrando coca y empezaron a ganar dinero; me fui metiendo hasta que empecé a cultivar. En ese tiempo (2005-2007), nosotros vendíamos la arroba a cincuenta mil pesos y a uno le quedaba libre más de la mitad de ganancias”, comenta.
Fue a partir del 2008 cuando José Luis, en su condición de productor de coca, recibió amenazas contra su vida por un familiar que pertenecía a ‘los Rastrojos’, un grupo delincuencial operante en la costa pacífica desde el año 2006.
“Yo tenía un primo, y él me decía que les vendiera la coca, pero yo resulté vendiéndola a las Autodefensas, que también estaban en el sector. En una reunión que frecuentaban hacer, mi primo me llamó y me dijo: ‘Si usted no hubiera sido mi primo ya habría muerto, usted hace un mes cosechó coca y nos golió, no lo haga con nosotros porque no estaría acá, cuídese’”, dice.
Tres muestras de cacao fino colombiano clasificaron en Francia: dos de organizaciones de Santander y una de la Alianza de Tumaco.
Aunque José Luis confiesa que las ganancias monetarias con la coca eran solventes, su familia empezó a sentir las consecuencias de trabajar en la ilegalidad: “Nos sentíamos acorralados en esa época porque trabajábamos bajo amenazas. De un momento a otro, eso ya no tenía control; tenía mucho miedo de perder mi familia, mi vida, mi tierra que luche tanto. Fueron años terribles”, expresa con una notable angustia.
A pesar de la resistencia de José Luis ante su historia, el coraje de atreverse a contar su pasado resulta algo inusual en una tierra donde hablar se paga con la vida.
San Andrés de Tumaco, como se llama el municipio, es terreno propicio para la ilegalidad. El año pasado, Nariño registró 17.285 hectáreas de coca. Y Tumaco aparece como el área más afectada, con poco más de la mitad de la coca cultivada, 8.963 hectáreas, según Naciones Unidas.
Aunque aún no existen datos oficiales sobre el estado de los cultivos de coca en el último año, fuentes cercanas establecieron que esta va en aumento. Las razones radican en el cese de créditos por parte de algunas entidades financieras para que los productores labren sus tierras y, por otro lado, la guerrilla está pagando por adelantado las siembras ilícitas y reincidiendo en su accionar intimidador con extorsiones, panfletos o frases amenazantes en las fachadas de las casas.
Posteriormente, la guerrilla utiliza lanchas o submarinos de última tecnología para transportar la coca por rutas clandestinas previamente establecidas; asimismo, utilizan los manglares como madrigueras para evitar a las autoridades. Algunos habitantes afirman que Tumaco está lleno de submarinos y lanchas de última tecnología decomisados.
Según la comunidad, el frente 29 de la columna ‘Daniel Aldana’ de las Farc está vigente en la cabecera municipal con sus ‘campaneros’, así como en las zonas rurales de Río Rosario, Bajo Mira, Chagüí, Robles y Candelillas. Se estima que disidencias de Autodefensas, ‘Rastrojos’, Eln y milicias urbanas siguen latentes en el territorio.
“Una día –cuenta José Luis– estábamos con varios agricultores y en esas pasó un grupo insurgente y nos preguntaron si éramos los cacaoteros. Nos tocó decir que no, para que no nos mataran. Se sienten ofendidos porque empezamos a implementar el cacao”.
A pesar de todas las dificultades, no cambia su tierra ni por el tesoro más preciado. Hoy habla de sus cultivos con orgullo. “El reconocimiento que ahora tiene el cacao me tiene emocionado. Se lo vendo a mi organización y no tengo ningún problema. Ahora tengo amigos y todo ha cambiado”, comenta.
Si bien el proyecto Coexca se extendió por un año más, gracias a su gran impacto social, los productores tumaqueños cifran sus esperanzas en el cacao a largo plazo.
La Alianza Exportadora de Tumaco la conforman Corpoteva y Cortepaz, organizaciones especializadas en producir cacao fino tipo exportación, y el Concejo Comunitario Bajo Mira y Frontera, encargado de las capacitaciones.
Esta Alianza es parte de la Asociación Nacional de Cacaoteros de Colombia, sociedad de productores de cacao que el año pasado exportó 25 toneladas de cacao, un gran porcentaje de la producción nacional.
Se trata de una red que cuenta hoy con 25.000 familias que trabajan para el cacao y 46.000 hectáreas cultivadas en seis nodos: Caribe, Magdalena Medio, el noroccidental, Catatumbo, centro y sur.
Aspiración por la paz
En las últimas semanas, en Tumaco no se han presentado atentados terroristas, pero sí entre diez y quince muertes silenciosas por semana. El proceso de paz que se adelanta en La Habana (Cuba), y el acuerdo del cese bilateral del fuego han permitido que esta tierra no registre atentados, pese a la ola de violencia latente.
José Luis le apuesta al proceso de paz como la redención de una región que ha implorado el fin de la guerra. Contemplando la puesta del sol, aguarda paciente con su esposa y sus tres hijos que lleguen los tiempos en que pueda caminar sin temer a retaliaciones.
“Con este reconocimiento que le están haciendo al cacao yo sigo por esa línea, por las vías legales. No nos sentimos seguros, pero aspiramos a, cuando se confirme lo de la paz, vivir tranquilamente…”.
CRISTIAN STEVEEN MUÑOZ C.
Especial para EL TIEMPO
* El nombre fue modificado por su seguridad.
stemun@eltiempo.com
En twitter @CristianSteveen
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