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¿Cómo explicarles el dolor por una muerte?

En el manejo del duelo infantil es clave decir la verdad para no alimentar fantasías o temores.

Cuando una persona cercana o muy querida para un niño fallece, el dilema al que se enfrentan los padres o familiares cercanos es cómo dar la noticia: cómo actuar, qué decir y qué hacer para que los pequeños comprendan lo que ha ocurrido y hagan su duelo.
En este sentido lo primero que hay que tener en cuenta, según los expertos, es que el concepto de muerte en los primeros años está apenas en formación y el pensamiento mágico predomina por lo que los adultos deben utilizar un lenguaje claro, comprensible según la edad, y decir siempre la verdad para no alimentar fantasías o estimular temores en los niños.
Así, expresiones como “está dormido”, “ha emprendido un largo viaje”, “pasó a mejor vida”, “Dios se lo llevó y ahora es un angelito”, entre otras, pueden crearles más ansiedad y confusión.
De acuerdo con los especialistas, los niños pueden relacionar la muerte con los hábitos de sueño y por lo tanto, no querer dormir; pueden conservar la ilusión de que ese ser querido retorne algún día de su viaje y sentirse abandonado mientras lo hace o ver en la figura de Dios a un ser malvado que lo aparta de las personas que ama. A su vez, si se les habla del cielo, es preciso explicarles que es un lugar del que no se retorna y al que no se le puede ir a visitar, pues los niños llegan a imaginar esa posibilidad.
“Al comunicar la noticia se debe buscar un ambiente tranquilo, abrazar al niño, ponerse a su altura, mirarlo frente a frente para generarle seguridad, hablarle con veracidad, contestar todas sus preguntas para no dejarle nada a su imaginación y no darle detalles innecesarios”, recomienda Dora del C. Sanabria, psicóloga y especialista en tratamiento de duelos y pérdidas.
A su vez, Jorge Montoya, médico y experto en duelo infantil, apunta que se debe dar la noticia como si fuese una narración de tal forma que la muerte sea la consecuencia de una serie de hechos. Frases como, “¿recuerdas que estaba en el hospital…?” o “esta mañana ocurrió un accidente y entonces…”, le ayudarán a procesar la información y entender la causa del fallecimiento. Montoya advierte también que se debe aplicar la regla de ‘los tres muy’. “Se les debe decir que su ser querido estaba muy muy muy enfermo o muy muy muy viejito, porque ese énfasis le permite al niño comprender la gravedad del asunto”, explica el experto.
Ahora bien, es muy importante que el niño comprenda lo que significa estar muerto. “Es explicarle que cuando alguien muere su cuerpo ya no funciona más, que no siente dolor, frío, hambre, no respira, no come, etc.; que la muerte es para siempre y que nada ni nadie la puede evitar” enfatiza Montoya. Este último aspecto, añade el médico, es determinante para eliminar sentimientos de culpa que a veces se crean en los niños. “Hay que explicarles con mucha dulzura que nada de lo que pudieron haber dicho, hecho o pensado influyó en esa muerte”.
¿Llorar o no?
Ahora bien, una de las preguntas frecuentes de los padres gira en torno a sí es apropiado llorar en frente de los niños o si esos sentimientos se deben reprimir para no causarles más angustia. Al respecto, los especialistas coinciden en que expresar sentimientos de dolor es saludable porque así los niños aprenden que es normal afligirse, sentir rabia, desolación o impotencia ante una pérdida y que exteriorizar esas emociones y buscar consuelo es lo correcto.
“Si fingimos no inmutarnos y negamos esos sentimientos se les está enseñando que se deben ocultar para llorar y que deben arreglárselas solos para lidiar con su dolor. Además, los niños son muy receptivos ante el lenguaje no verbal así que decirles una cosa cuando el rostro refleja otra solo hará que se sientan más confusos”, advierte Montoya.
Otra de las preocupaciones de los padres gira en torno a saber si es conveniente o no que los niños participen de los ritos fúnebres. Para los expertos, se le debe preguntar al menor y explicarle lo que va a pasar allí para que él pueda decidir si quiere o no estar presente. Esto le servirá para entender qué pasa con el cuerpo, ver que los adultos se consuelan entre sí y que su ser amado era importante para otros y no solo para él. “Lo ideal es que la persona que esté pendiente de ellos, esté tranquila, dispuesta a responder sus preguntas con veracidad, y pueda darle consuelo en caso de crisis”, señala Sanabria.
El duelo en los niños
La forma en que los pequeños se adaptan a la pérdida de un ser querido depende de factores como la edad, el grado de apego o familiaridad (si se trata del padre, la madre, el abuelo, un tío, un amigo, etc.), las características del suceso (si fue repentino, lento o violento); su carácter y personalidad, la actitud aprendida de las reacciones de los adultos cercanos y el apoyo que le den familiares y allegados.
“Los niños pueden expresar la tristeza con llanto o irritabilidad, o a través de comportamientos como pataletas y malas conductas, pueden somatizar las emociones en forma de dolores físicos o pueden tener retrocesos en aprendizajes ya adquiridos”, explica la psicóloga Rebeca Recio.
Por ello, los especialistas recomiendan no restar importancia a los sentimientos y emociones de los niños y estar atentos a todo lo que dicen y hacen. “Los niños no toleran largos periodos de tristeza y dolor por lo que es normal que su aflicción sea sustituida súbitamente por un comportamiento alegre y habitual, lo cual no significa que ya no le importe”, aclara el doctor Montoya.
Así mismo, es esencial que tras el fallecimiento las rutinas del niño se alteren lo menos posible y que se retomen cuanto antes para que el niño comprenda que la vida en el hogar continúa.
Tareas para el duelo
Estas son algunas sugerencias que los expertos recomiendan realizar en casa con un niño durante el duelo:
Leerle cuentos, historietas o ver películas animadas que, idealmente, traten el tema de la muerte y animarlos a expresar sus sentimientos al respecto, sin presiones o inducir sentimientos y aclare confusiones, si las hay.
Animarle a realizar alguna actividad física.
Darle confianza para que no se esconda si quiere llorar y abrazarlo cuando lo haga.
Caminar con el niño y hablar con él de sus temores y angustias.
Hacer juntos un álbum, una cartelera o una caja de recuerdos con fotos y objetos de la persona fallecida.
Visitar el cementerio con el niño si él lo desea.
Animarlo a dibujar o pintar libremente lo que él sienta.
Animarlo a escribir una carta, un poema, una caricatura o un cuento.
Acompañarlo en sus juegos.
Salir de compras o de paseo al campo o a un parque.
Sembrar un árbol.
Hacer un homenaje personalizado para ese ser querido.
LIZETH SALAMANCA G.
Redactora ABC del Bebé
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