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Historias de solitarios que llegaron al altar por las redes sociales

Facebook y Messenger fueron los canales para que estas personas mantuvieran una relación de lejos.

Esta es la segunda entrega de una serie de historias que reflejan cómo es mantener un amor de lejos en esta época.
Las redes sociales se convirtieron en los “celestinos” de Marcela, José Luis, Angélica, Alexánder, Aurora y Juan Pablo: tres parejas que decidieron mantener una relación de lejos y arriesgaron todo para tener un final feliz.
Sus historias muestran en simultáneo los esfuerzos económicos, las largas distancias que tuvieron que recorrer y el tiempo que han dedicado para que su amor de lejos no se convierta en uno efímero.
Ellos representan una de las frases del sociólogo polaco Zygmunt Bauman: “ninguno está en busca de una relación seria, pero de alguna manera una noche puede convertirse en una semana, después en un mes, en un año o en más tiempo”. Estas tres parejas confirman que no se trata de encontrar el amor sino de mantenerlo. (Vea también: Ellos tenían una relación a distancia, pero todo terminó en este chat)
Amor de lejos a la primera ‘stalkeada’
Un concurso en un ‘fan page’ dedicado a exaltar la belleza de las mujeres de tallas grandes fue el inicio de la historia de Angélica y Alexánder en marzo de 2014. “Yo necesitaba hablar con muchas niñas plus size para mi proyecto de grado, así que agregué varias páginas de gorditas”, cuenta la joven apasionada al diseño de modas.
Con la foto ella buscaba ganarse el título de la más simpática y, contrario a sus contrincantes, decidió olvidarse de exaltar lo físico para ganar el mayor número de ‘me gusta’ con una imagen tomada del cuello para arriba. Fue cuestión de horas para que el número de likes aumentaran y aseguraran su victoria.
Esta fue la imagen que Angélica compartió en el 'fan page' de Facebook. Foto: Archivo particular.
A los dos días de haber hecho la publicación, decidió mirar quiénes habían expresado su gusto por la foto. El primer nombre, desde ese día, no lo ha podido olvidar: “leí Alexander y me dio por meterme a su perfil, desde que lo vi me enamoré perdidamente”.
Aunque nunca se imaginó saliendo con alguien así, de Bogotá y conductor de tractomula, dice que cuando él le envió la invitación de amistad en Facebook sintió que “iba a enloquecer”. “Era un desconocido, pero a mí ese hombre me había fascinado. Lo acepté, pero no me hablaba”, cuenta.
Pasados dos días todo empezó a avanzar con rapidez: el domingo hablaron por primera vez y se agregaron por WhatsApp, el martes se conocieron en persona y en menos de ocho días ya habían oficializado la relación.
Estas son algunas de las conversaciones entre Angélica y Alexánder, intentan todo el día mantener el contacto.
Tres meses de novios fueron suficientes para que se decidieran a comprar casa propia y en diciembre del año pasado se casaron. “Hablamos demasiado, lo primero y último que hacemos es llamarnos, porque cuando es una relación a distancia las cosas se cultivan de esa manera”, dice Angélica.
Aunque por el trabajo de Alexander les toca vivir constantemente separados, no dudan en decir que siguen eligiéndose mañana a mañana al hacerse la pregunta que fue emblema de su matrimonio y que él le hizo desde el primer mes de relación.
Esta es una de las frases que más identifican a Angélica y Alexánder.
Lo que Messenger unió, que la distancia no lo separe
Para muchos los grupos de Messenger suenan a algo arcaico, para Aurora y Juan Pablo es el símbolo de su amor siempre vigente. Esta mexicana y este argentino se conocieron a finales de 2003 a través de este espacio para la creación de comunidades online de Microsoft. “Cuando me dijo que era Argentino me llamó mucho la atención porque siempre me gusto ese acento. Todo comenzó como una amistad, sin intenciones de buscar nada más”, dice la mujer oriunda de Tehuacán.
Empezaron hablándose de música, cultura e intercambiando las palabras típicas de sus países. Mientras Aurora hacía su trabajo en un café internet, Juan era su fiel compañero de jornada. Durante 5 años ese lugar fue testigo de conversaciones por correo y cámara web que desembocaron en palabras cada vez más cargadas de cariño. Poco a poco se estaban enamorando.
Este es uno de los mensajes que Juan Pablo le envió a Aurora cuando estaban lejos. La imagen de la derecha es de la primera vez que hicieron una video llamada.
“Recuerdo el día en el que hablé con mis papás para pedir su permiso para ir a conocerlo y empezar una nueva vida en Argentina, como madre ahora sé que pedí algo muy difícil. Les dije que no quería llegar a ‘viejita’ preguntándome qué habría pasado si lo hubiera conocido”, cuenta la mujer de 32 años.
Sin importar el qué dirán, pues le decían que se veía mal que una mujer fuera tras el hombre, el 16 de enero del 2009 Aurora viajó a Argentina, decisión que para ella ha sido una de las mejores que ha tomado.
Imágenes en el aeropuerto cuando Aurora llegó a Argentina para encontrarse por primera vez con Juan Pablo.
Lo vi entre la gente, él estaba con una sonrisa enorme y nervioso, para mí resaltaba entre todos. Nos abrazamos fuerte, era como si ya nos conociéramos de antes”, dice emocionada. El día exacto que cumplían un año de verse por primera vez se realizó su boda en el municipio Chajarí, Argentina.
Aurora y Juan Pablo llevan 6 años de casados, tienen dos hijas. Mientras logran viajar a México y tener su negocio propio, disfrutan de su familia en la provincia argentina de Entre Ríos. Allá ella trabaja como peluquera y él en una fábrica jugos.
Esta es una de las frases que más caracteriza la relación de Aurora y Juan Pablo.
Al preguntársele por su historia, Aurora siempre concluye con la misma reflexión: “mientras estemos en la tierra hay que arriesgar hasta la vida propia para buscar la felicidad y más cuando sabes que hay un propósito de Dios detrás, mi propósito era conocer a Juan Pablo”.
Dos viajeros que se encontraron en Facebook
Cuando a Marcela, bogotana de 39 años, le llegó una nueva invitación de amistad en su red social, nunca pensó que el que la estaba contactando iba a hacer que su vida cambiara completamente. Era el 2009, José Luis, limeño de 40 años, vio el perfil de Marcela en medio de los contactos de Bruno, uno de sus amigos de la universidad. Le llamó inmediatamente la atención, ahí no dudó, le envió la solicitud.
“Antes de aceptarlo empezamos a chatear mucho. Yo no lo acepté inmediatamente, sino que empezamos a hablar y hablar por mensajes”, afirma Marcela, al rememorar el primer contacto. En esas largas y constantes conversaciones se dieron cuenta que era como si durante todo el tiempo se hubieran buscado; ya que no solo compartían un gusto especial por el turismo y los viajes, sino que habían estado casi en los mismos países, pero en momentos diferentes.
Transcurrió un mes, José Luis decidió que era el momento para que se vieran personalmente, así que viajó desde Buenos Aires, lugar donde se encontraba trabajando, hasta Bogotá. Una vez allí decidieron ir hasta Villa de Leyva, pasó el fin de semana y al momento de despedirse, él le prometió a Marcela que cuando menos lo pensara iban a volverse a encontrar.
Marcela y José Luis comenzaron su relación en el 2009 por medio de Facebook.
En menos de un mes ella ya tenía tiquetes para pasar unos días en Argentina, luego se encontraron en Perú y nuevamente en Colombia. Decidieron que no iba a pasar mucho tiempo entre cada encuentro. A los seis meses, Marcela supo que quería vivir junto a José Luis y llegó con una maleta hasta Buenos Aires. Nunca se ha arrepentido de haberlo hecho.
Para el 20 de junio del 2010, él cuadró una exposición especial para darle una sorpresa. En medio de un pequeño teatro, y bajo la falsa promesa de que irían al estreno del corto de un amigo cercano, José Luis le proyectó a Marcela un video que le había hecho, el cual tenía una pregunta final: “¿Te quieres casar conmigo?”. La respuesta de ella fue sí.
Esta fue la imagen al final del video, en donde José Luis le pidío matrimonio a Marcela.
(Vea el video de la propuesta de matrimonio aquí)
Ya han pasado 6 años, cuatro de ellos casados, ahora viven en Medellín, decidieron sacar adelante su proyecto de turismo y tienen el blog seecolombia.travel en donde cuentan sus recorridos por toda Colombia. El ‘Oso’ y la ‘Chimpi’, como se dicen cariñosamente José Luis y Marcela, tienen a su pequeña ‘Chimposa’, su hija María del Mar de 5 años, quien se convirtió en su compañera de viajes.
Oso y chimpancé son los sobrenombres que se pusieron José Luis y Marcela, su hija María del Mar es una mezcla de ellos dos, por eso es una 'Chimposa'.
De México a Argentina, Colombia a Perú o a través de los departamentos de nuestro país, estas parejas han roto con los límites mentales y geográficos para escribir por sí mismos su exitosa historia de amor a distancia.
DIANA MILENA RAVELO MÉNDEZ
MARÍA FERNANDA ARBELÁEZ MÉNDEZ
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