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'Debemos atrevernos a soñar con un país distinto': Francisco Manrique

El empresario considera necesario que la preparación para el posconflicto comience desde ahora.

EL TIEMPO
Francisco Manrique, presidente de Connect Bogotá, decidió apostarle todo a la paz. Desde hace dos años y medio se dedicó a promover que la educación y la innovación deben ponerse al servicio de la paz y el posconflicto.
Está planteando que en el imaginario colombiano la más grande apuesta debe ser sacar adelante a una generación que viene y que es capaz de imaginarse un país distinto y que puede comenzar a trabajar en eso. (Galería: El posconflicto a ritmo de la pazicleta)
Manrique lidera a un grupo de empresarios y de directivos universitarios que creen que en lugar de ser espectadores pasivos del proceso de paz deben participar de manera activa para que la educación, la innovación y el desarrollo puedan apoyar un proceso de sostenibilidad del posconflicto.
¿Quiénes son ustedes?
Somos unos empresarios y personas de universidades que estamos convencidos de que en lugar de ser espectadores pasivos de un proceso histórico, como es el proceso de paz, hemos querido participar de manera activa desde donde creemos que podemos generarle valor. Básicamente, en lo que hemos estado trabajando es en mostrar que hay temas del sector de la educación, la innovación y el desarrollo que pueden ayudar a apuntalar un proceso de sostenibilidad para una apuesta histórica como la del país actualmente.
¿Y cuál es esa apuesta?
Hoy en día, Colombia está muy concentrada en lo que está sucediendo en La Habana, pero hay un tema fundamental que está haciendo falta y es, si logra tener éxito en el proceso, ¿qué viene a continuación y cómo lo sostenemos? Más importante que esa pregunta es qué país queremos tener, porque, más allá de resolver un problema con un grupo guerrillero, creo que lo que está en juego en el país es cuáles son los elementos que deberíamos estar hoy poniendo en la mira para conseguir una base sostenible de desarrollo para la sociedad.
¿Y cuáles podrían ser esos elementos?
Estamos convencidos de que esos elementos giran alrededor de dos temas fundamentales: educación e innovación. Esto debe ser parte de los componentes de la historia que deberíamos estar construyendo hacia adelante. Mejor dicho, debemos atrevernos a soñar con un país distinto.
¿Y cómo están participando en ese proceso?
La manera de participar es simplemente ayudar a mover estas iniciativas, mostrar que hay cosas muy prácticas que se pueden hacer tanto en la educación como en la innovación y, además, demostrar que gente como el grupo que está apoyando esta propuesta puede contribuir al siguiente paso que se debe dar.
¿Cómo articular innovación y educación hacia el futuro?
Comienzo por la innovación, pues de lo que se trata es cómo generamos bases sostenibles para el desarrollo de una sociedad como la nuestra. Tenemos muchos retos, muchos problemas que enfrentar y resolver, y la única forma de resolverlos es movilizando el talento del país para ponerlo al servicio de este de manera creativa con la imaginación, pero de una forma más focalizada y orientada, porque muchas veces la tenemos desbordada.
Desde la perspectiva de la educación, hay que decir que Colombia está despertando a una realidad y es que no estamos formando la gente que necesita este país para el siglo XXI. Pensamos que si con la lógica de tener gente creativa capaz de aportar a la sociedad colombiana soluciones prácticas, distintas e innovadoras, y eso lo podemos poner al servicio de este proceso histórico, le estamos haciendo un aporte. De ahí que con ese discurso, que hemos llamado ‘nueva narrativa’, creemos que es posible comenzar a construir y a capturar la imaginación de la gente, sobre todo los jóvenes, que es donde estamos haciendo la más grande apuesta.
¿Han visto innovación en el país?
Hemos identificado iniciativas en el país que ya vienen desarrollándose, como, por ejemplo, aulas en paz. Contra lo que dice mucha gente, hay una gran cantidad de personas e iniciativas extraordinarias que están sucediendo en la actualidad; el inconveniente es que están desconectadas y son invisibles. Parte de lo que queremos hacer con esta iniciativa es visibilizarlas a partir de lo que estamos identificando, conectarlas entre sí y además ayudarlas conectando a organizaciones nacionales e internacionales que hoy están viendo este tipo de iniciativas desde la sociedad civil como una gran oportunidad. Nosotros ya hemos logrado solidificar una red de gente de primer nivel que va a estar presente en el encuentro que tenemos el lunes y el martes.
No somos expertos ni violentólogos, pero somos colombianos que estamos convencidos de que este país hay que cambiarlo.
¿Eso quiere decir que estaríamos hablando de crear una nueva historia de Colombia?
Efectivamente, yo creo eso. Estamos convencidos de que primero tenemos que reconocer que es necesario pasar el capítulo de la historia que hemos venido contando, porque no nos podemos sentir muy orgullosos, a pesar de que el país ha tenido un tremendo desarrollo en los últimos 30 años. La pregunta que nos estamos haciendo quienes estamos en esta iniciativa es si queremos continuar. Y queremos continuar porque creemos que nos merecemos un nuevo capítulo de la historia colombiana, que esté basado en los elementos mencionados anteriormente.
Pero todo esto implica meter a los jóvenes en el cuento...
Efectivamente. Vamos a educar, pero ¿qué queremos? ¿Hacia dónde queremos que esa persona educada empiece a transitar? ¿Qué queremos lograr con esa persona educada como agente transformador de la sociedad? Esto finalmente es una construcción colectiva que, si la hacemos bien, nos va a sorprender positivamente. Pero serán los jóvenes quienes se van a perjudicar dramáticamente si no somos capaces de pasar este capítulo y si seguimos matándonos. O quienes se van a beneficiar si somos capaces de escribir el capítulo de una manera que nos haga sentir orgullosos.
¿Entonces la apuesta es por innovación más educación al servicio de la paz y el posconflicto?
La ecuación es innovación por educación, que es igual a desarrollo más paz. Son cuatro elementos que están presentes en el Plan de Desarrollo. Esa es la apuesta que deberíamos estar haciendo. Por eso, lo que queremos plantear en el imaginario es que nuestra más grande apuesta es sacar adelante a una generación que viene y que es capaz de imaginarse un país distinto y es capaz de comenzar a trabajar en eso.
Es un posconflicto teniendo en cuenta a la gente con factores como educación e innovación…
Claro, eso es lo interesante. Sin embargo, el problema es que los colombianos tenemos demasiado en el ADN estos genes de la violencia y la ilegalidad; por lo tanto, la sostenibilidad de cualquier cosa que venga a continuación, si se logra consolidar el proceso de paz, es el gran interrogante. Además, los colombianos no somos corredores de largo aliento, muy rápido perdemos interés y nos vamos para otra cosa, y afianzar procesos como en el que está el país requiere tener esa mirada larga para apuntalar el ejercicio.
El símbolo de la ‘pazicleta’
Una de las muestras claves de lo que puede ser la innovación al servicio de la educación y de la paz es la ‘pazicleta’, una bicicleta que en su diseño y color recoge símbolos de paz.
Esta idea se le ocurrió a César Salamana, un joven innovador de 29 años que ideó este proyecto para trabajar en una pedagogía para la paz, pero dedicada especialmente para los niños. Tras varios ensayos y diseños, el 8 de octubre de 2013 le presentó a Francisco Manrique la ‘pazicleta’.
Precisamente es uno de los mensajes que tiene la ‘pazicleta’ es que en los temas de innovación y de paz no importa si hay tropiezos, sino que lo importante es levantarse y volver a intentarlo. Entidades como Telefónica, Bavaria y la Agencia Colombiana para la Reintegración respaldan esta iniciativa. Ya hay 536 ‘pazicletas’ en siete departamentos.
Una mirada para el posconflicto
Jhonatan Rosas, estudiante de Mecatrónica de la Universidad Nacional, con apenas 18 años ha demostrado ser un líder natural en lo que tiene que ver con innovación, pero también en ir adelantando desde ahora procesos de reconciliación.
Él es unos de los líderes de un movimiento bogotano que se llama Generación de Paz y que promueve actividades encaminadas a fortalecer los temas de reconciliación entre los jóvenes, particularmente en los colegios distritales.
Para él, la paz no solo se construirá con los eventuales acuerdos de La Habana, sino desde la cotidianidad. “Es que la paz se hace desde saludar al celador del edificio, al conductor del bus. Desde ese punto se puede generar paz, porque, por ejemplo, cuando yo no saludo a la aseadora de mi universidad le estoy demostrando desprecio a lo que hace”, dijo.
Festival de innovación
‘Hacer la paz es innovación por educación’ es el título del foro que mañana y el martes, a instancias del grupo que lidera Francisco Manrique, se realizará en la Cámara de Comercio, en la sede de la calle 26. El evento, incluso, se ha catalogado como el festival de innovación por la paz.
Al encuentro asistirán jóvenes innovadores que van a exponer sus propuestas e insumos sobre temas de reconciliación para el país.
Entre el grupo de invitados internacionales están Simon Dancey, experto en industrias culturales y empoderamiento juvenil; Mark Nelson, director del laboratorio de paz de la Universidad de Stanford; y David Dolev, líder en el desarrollo de nuevas iniciativas empresariales. Igualmente estará Dave Snowden, empresario inglés con gran conocimiento en plataformas tecnológicas, y Brian Atkinson, experto temas de construcción de paz.
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