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Los retos del desarrollo sostenible y la cumbre de París

Se requiere mayor cooperación entre Estados, ciudadanía y organizaciones para encontrar soluciones.

PAULA RUIZ
Este, ha sido sin lugar a dudas un año muy importante para los llamados temas blandos de la agenda internacional, el año culmina con una serie de ambiciosos compromisos que se venían gestando desde años atrás y que si bien buscan mejorar la vida de millones de personas, su objetivo central es el de mitigar los efectos del cambio climático, que según estudios realizados por las Naciones Unidas afectan principalmente a los países en desarrollo.
Alcanzar un desarrollo sostenible deberá ser responsabilidad de todos
Desde que empezó el año, en distintos escenarios a nivel internacional las Naciones Unidas venían preparando al mundo para lo que sería la cumbre de septiembre, una cumbre en la cual se aprobarían los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), una hoja de ruta para el desarrollo encaminada a fortalecer sistemas productivos que lleven a la generación de mercados verdes y sostenibles en los cuales se fortalezcan las capacidades locales en los países en desarrollo, aunque claro esta, con un mayor apoyo tecnológico y financiero por parte de los países desarrollados.
En pocas palabras se aprobó el principio de “responsabilidades compartidas pero diferenciadas”, que ya había sido mencionado sin mayor éxito durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, mejor conocida como “Rio+20” celebrada en Brasil en el año 2012.
Tras este principio, se reconoce que todos los Estados se enfrentan ante amenazas que aunque son comunes, las responsabilidades para hacerles frente deberán ser distintas, ejemplo de ello el tan mencionado cambio climático, todos sufrimos sus consecuencias pero no todos contaminamos en las mismas proporciones lo que hace que las acciones para remediarlo respondan a diversas realidades, necesidades y capacidades pero donde nadie queda exento, incluso, todos los ciudadanos del mundo deberemos empezar a transformar algunos comportamientos diarios en pro de mejorar la calidad de vida del lugar donde vivimos.
Los ODS, fueron acogidos por los máximos representantes de todos los Estados de las Naciones Unidas, quienes durante la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en su edición 21 o la COP-21, celebrada en Paris, reafirmaron su voluntad política de buscar acuerdos comunes para lograr un desarrollo sostenible en pro, no de unos pocos, sino de la humanidad.
Los temas “blandos” de la agenda internacional
No obstante, el optimismo con el que el mundo celebraba en octubre los 70 años de existencia de las Naciones Unidas y la aprobación de los ODS de septiembre, los ataques terroristas del mes de noviembre en Paris, pusieron nuevamente en evidencia la imperiosa necesidad de seguir luchando de manera mancomunada por “mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz”, tal como lo consagra la carta de la ONU en su artículo 1 sobre sus propósitos.
Una escena parecida, se vivió con sus antecesores los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), un año después de su aprobación y puesta en marcha se vieron relegados en la agenda de los Estados tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, poniendo los temas de seguridad internacional en el foco de interés que llevaron años después a una guerra sin sentido en Irak.
Aunque no podría generalizarse, lo cierto es que en dos importantes ocasiones en las que se pretendía poner en acción ambiciosas agendas en materia de desarrollo, acontecimientos inesperados (o no tanto) cambiaron la concepción sobre lo que debería hacerse primero, volviendo la mirada ante necesidades apremiantes de enfrentar estas amenazas a la seguridad invirtiendo mayores recursos, tecnologías y saberes.
Aunque lo anterior demuestra que los temas “blandos” de la agenda internacional siguen siendo prisioneros de los temas de seguridad, lo interesante es que durante la cumbre que reunió a mandatarios de distintos lugares del mundo a finales del mes de noviembre para buscar nuevos acuerdos en materia de cambio climático, no quedaron rezagados ante los temas de seguridad. El gran protagonista dentro de lo acordado fue el “AGUA”, su protección, su adecuado uso así como el reconocimiento de este vital elemento para el desarrollo de cualquier tipo de actividad económica salió victorioso ante los grandes compromisos que sobre este tema se hicieron para fortalecer los mecanismos de financiación para proyectos que desarrollen alternativas de negocio limpias.
¿Qué se podría esperar en estos nuevos acuerdos?
Uno de los grandes beneficiarios de estos acuerdos fue el gobierno colombiano que logró la financiación de proyectos de cooperación para la preservación de la amazonia por parte de Alemania, Noruega y Reino Unido y que van en la línea de algunos objetivos que buscan proteger los bosques y la biodiversidad.
Otro importante logro de estos acuerdos, es que cada vez se busca vincular a estas propuestas a otros actores como por ejemplo a los gobiernos locales, las ciudades han demostrado que pueden ser grandes protagonistas en esta lucha. La responsabilidad en el cumplimiento de estos acuerdos no deberá recaer únicamente en las grandes decisiones gubernamentales. Las grandes ciudades, han venido tomando importantes decisiones en materia de protección del medio ambiente y en esa línea deben continuar ejecutando parte de sus recursos públicos.
Está claro, que no hemos logrado encontrar un equilibrio en la forma como nos relacionamos con el planeta, lo cual lleva necesariamente a que todos los que habitamos este planeta busquemos distintas maneras de volvernos más cooperativos con este, no necesariamente cambiando estilos de vida pero si cambiando pequeños hábitos o rutinas de ahorro en el consumo de servicios básicos, reciclaje, etc. Todos deberíamos responsabilizarnos de nuestro “planeta común” y volvernos expertos en prácticas menores que sumen bienes mayores.
Y aunque no queda otra que esperar a que lo mejor haya sido realmente negociado por nuestros gobernantes durante la COP21 de Paris. Lo cierto es que nos enfrentamos ante escenarios conocidos, los actores y las amenazas han cambiado y por ello se requiere de mayor cooperación entre Estados, ciudadanía y organizaciones de diversa índole para combatirlas.
PAULA RUIZ
Doctoranda en Estudios Políticos y Profesora Universidad Externado de Colombia.
PAULA RUIZ
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