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Cien años del hombre que exportó la 'bossa nova'

El compositor brasileño, creador de la 'Garota de Ipanema', es recordado por Toquinho. Entrevista.

GLORIA HELENA REY
Saravá es un saludo africano que significa ‘salve’ y que Vinicius de Moraes (Río de Janeiro, 1913-1980) utilizó en muchas de sus composiciones para saludar o bendecir a sus amigos, a los colegas más queridos o a Bahía, la mágica tierra con raíces africanas de otros grandes de la música como Caetano Veloso, María Bethânia o Gal Costa.
En Samba da benção (Samba de la bendición), de su autoría, por ejemplo, De Moraes emplea el saravá para pedir bendiciones para todos los grandes sambistas de Brasil, desde Pixinguinha hasta Toquinho, pasando por Edu Lobo, Francis Jaimes, Chico Buarque y muchos otros.
Figura capital de la historia de la música popular de Brasil en los últimos 60 años, De Moraes es reconocido mundialmente por internacionalizar la bossa nova, el género musical derivado de la samba e influenciado por el jazz y que es la carta de presentación de Brasil en el mundo desde hace más de medio siglo.
Poeta, escritor, dramaturgo, abogado y diplomático, se hizo famoso por componer grandes éxitos como Chega de saudade y Garota de Ipanema, musicalizadas por Tom Jobim –en 1958 y 1962, respectivamente– y que le dieron el banderazo de partida a la bossa nova.
Al cumplirse el centenario de su nacimiento, nadie mejor para saludarlo que el afamado compositor y guitarrista brasileño Antonio Bondeolli Pecci Filho, conocido como Toquinho, su compañero musical por 10 años, que compuso con él más de 120 canciones, grabó más de 25 discos, realizó más de 1.000 presentaciones y es hoy su prolongación musical en este mundo. De Moraes describió su relación con Toquinho “como un matrimonio sin sexo”, pero en el que no faltaban ni los celos ni las peleas.
Esto le dijo Toquinho a EL TIEMPO.
Para Toquinho, ¿quién es Vinicius de Moraes?
Alguien que siempre está presente en todas mis presentaciones y que me acompañará toda la vida. Me encanta cantarlo, sentirlo cerca. Siento que hace revivir nuestra convivencia musical. Su presencia rescata al compañero y al amigo. Cada presentación que hago es en su homenaje, independientemente de cualquier conmemoración. Siempre estuvo, estará y seguirá vivo en lo que hago.
¿Cómo lo define?
Como un poeta y un ser humano excepcional que cargaba permanentemente el niño que era y el joven dispuesto a la vida, y que se arriesgaba.
¿Cuál fue la gran contribución de Vinicius a la música brasileña?
Su gran mérito fue haber llevado la poesía a la música, lo que valorizó notablemente la canción con versos cuya calidad poética es innegable e insuperable. Vinicius se convirtió en un ícono de la bossa nova y en uno de los principales responsables de su difusión en el mundo. Su poesía fue fundamental en el éxito de las canciones emblemáticas de ese movimiento y, en lo personal, mi melodía se valorizó al extremo cuando tuve a Vinicius como compañero.
¿Cuál fue la mejor composición que hizo Toquinho a cuatro manos con Vinicius?
Produjimos muchos éxitos juntos y es difícil decir cuál fue el mejor. Solo puedo afirmar que nuestra música conserva la simplicidad y le hace bien a los oídos; que cantamos con amor y eso atrae a las personas y se queda para siempre.
Vinicius decía que los amigos no se hacen, sino que se reconocen. ¿Cómo y cuándo sucedió eso con Toquinho?
Cuando me invitó a acompañarlo a una temporada de presentaciones en La Fusa, un café-concierto de Buenos Aires en 1970, junto con María Creuza y María Bethânia. Llegamos dos días antes del final de la Copa del Mundo, que ganó Brasil, y las presentaciones fueron todo un éxito. Quedaron registradas en un disco que se vende hasta hoy en toda América del Sur. Ahí comenzó nuestra convivencia musical, que duró hasta que casi murió en mis brazos.
¿Hubo dificultades en esa adaptación por la diferencia de edad entre ustedes, de más de 30 años?
Para nada. Fue perfecta en la música y en lo personal. Disfrutábamos de lo mismo. De tocar guitarra, componer, comer bien o de una noche con amigos y mujeres bonitas. También aprendí mucho de Vinicius: a ser profesional, a cumplir con los horarios, a honrar los compromisos y a respetar a las personas.
¿Compuso alguna canción en homenaje a Vinicius?
Sí, Samba para Vinicius, con letra de Chico Buarque.
¿Aquella que comienza como el famoso poema de Walt Whitman ‘(…) capitán, mi capitán’?
Poeta, mi poeta camarada… poeta del palacio y el perdón… mi poeta vagabundo, loco, trotamundos, que no gusta de esperar la vida … porque… la vida es para vivir, la vida es para valer, Vinicius, viejo, saravá.
‘El amor sereno le significaba la muerte’
Estudios realizados sobre la obra de Vinicius de Moraes, como el de Francho Barón, lo describen como un ser angustiado, ciclotímico y con complejas dudas existenciales, que lo alejan de la imagen del eterno bromista, amante de la vida, las mujeres, el whisky y la bohemia. “El amor sereno significaba la muerte para él. Si no vivía en una permanente euforia amorosa, entraba en depresión. Sufría lo que los psicólogos actuales denominan ‘bipolaridad’ ”, ha dicho José Castello, uno de sus biógrafos. Otros sostienen que fue muchos hombres en uno solo y que, por eso, se le permitieron ciertas contradicciones, como ingresar al Partido Comunista para disfrutar de la amistad del escritor Jorge Amado, quien fue su padrino de matrimonio.
Poeta, más que compositor
Hay quienes sostienen que en lo intelectual Vinicius de Moraes fue mucho más que un compositor e intérprete de éxitos musicales y lo consideran uno de los grandes poetas de Brasil, cuya importancia literaria se opacó cuando se dedicó a la música y a la bohemia. “Rompió con la imagen de los grandes poetas y narradores de su época. Mientras Guimarães Rosa o Clarice Lispector eran figuras consagradas de la literatura, él entraba más y más en el folclor de Río de Janeiro, que fue lo que dañó profundamente su imagen de gran intelectual”, según el crítico José Castello, autor de ‘O poeta da paixão’ (‘El poeta de la pasión’), la más completa biografía sobre De Moraes.
No obstante, el gran poeta Carlos Drummond de Andrade lo reconoció como “el único poeta brasileño que ha vivido de la poesía”, pues, al contrario de otros compositores como Chico Buarque, comenzó en la poesía y terminó en la música. En 1935 ganó, en disputa con Jorge Amado, el premio Felipe d’Oliveira por su libro ‘Forma e exegese’ (‘Forma y exégesis’), que lo matriculó tardíamente en la generación modernista de los años 30, al lado de grandes de la literatura brasileña como Drummond, Cecilia Meireles y Jorge de Lima.
GLORIA HELENA REY
Para EL TIEMPO
GLORIA HELENA REY
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