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El hombre de los 'best sellers' de mil páginas

El escritor español Santiago Posteguillo habla sobre su obra llamada 'La legión perdida'.

Uno de los mayores obstáculos que enfrentó el escritor español Santiago Posteguillo durante la investigación para su trilogía sobre el emperador romano Marco Ulpio Trajano (53-117 d. de C.) fue la búsqueda de nombres para los personajes femeninos de sus novelas. “Las fuentes clásicas no solían ponerle el nombre a ninguna mujer”, anota el autor.
Por eso, uno de los objetivos que se impuso cuando se sentó a escribir este fascinante viaje por la historia fue darles nombre e identidad a cada una de sus protagonistas.
Y ‘La legión perdida’ –el último libro de una saga que comenzó con ‘Los asesinos del emperador’ y continuó con ‘Circo máximo’– tiene varios personajes femeninos relevantes. “Aparecen, entre otras, una princesa parta, una monja budista que era consejera del emperador Kanishka (dinastía Kushán, del norte de la India) y toda una emperatriz que gobernaba el imperio Han de la China”, anota el escritor, oriundo de Valencia.
Darles nombre a estas mujeres, nacidas en un punto medio entre la realidad y la ficción, no fue tarea fácil. Por ejemplo, el de la princesa parta salió de una tesis doctoral de la Universidad de Oxford. “Y no me parece raro que fuera otra mujer, la autora de la tesis, la encargada de rescatar a una mujer del pasado y de darme los nombres habituales de las dinastías partas para las mujeres”, comenta Posteguillo.
Con una estructura de capítulos cortos, que dejan en punta al lector entre uno y otro, y un ritmo narrativo muy cinematográfico, este hombre de 49 años ha logrado convertir la historia en un ‘best seller’ literario, como si los emperadores romanos tuvieran el encanto de Harry Potter.
Así lo corroboran las asombrosas cifras de esta trilogía y de la anterior, sobre Escipión, ‘El africano’. Con las dos series literarias, el escritor valenciano superó el millón y medio de libros vendidos, algo increíble si además se tiene en cuenta que cada uno de los volúmenes tiene más de mil páginas.
‘La legión perdida’, la novela con la que cierra la vida de Trajano, le tomó dos años y medio de escritura, pero sus lectores se la devorarán en pocas semanas. Sobre este libro, que presentó recientemente en Colombia, Posteguillo conversó con EL TIEMPO.
¿Cómo era la Roma que se encontró el emperador Trajano?
Es una Roma muy compleja porque ha pasado por el final de la dinastía flavia, con Domiciano. Él había sido un tremendo dictador y además un muy incompetente gestor de los recursos económicos, conduciendo a Roma prácticamente a la bancarrota y a un desastre militar, porque las fronteras estaban empezando a ser amenazadas. Por eso es más admirable todo lo que consigue hacer Trajano, porque se encuentra un imperio en crisis y lo llevará a su momento de máximo apogeo.
La novela está contada en dos tiempos: por un lado, la vida de Trajano, y por el otro, la historia de la famosa ‘legión perdida’, que le da el título…
Cuando Trajano va a tratar de conquistar Partia, hoy Siria, no lo hace por un afán de fama o gloria, sino para controlar la ruta comercial emergente más importante del mundo, que era la Ruta de la Seda. Pero cuando está al borde del río Éufrates, con diez legiones, se da cuenta de que los legionarios tienen miedo de terminar como la ‘legión perdida’.
¿Y qué pasó con esta legión?
Que 150 años antes, el cónsul Craso intenta esa misma conquista, pero conduce a sus hombres a un desastre militar y una legión entera acaba prisionera de los enemigos. Esa es la ‘legión perdida’. Y la novela plantea el pulso dramático de quién va a poder más, ¿el fantasma de la ‘legión perdida’ o el poder y el carisma de Marco Ulpio Trajano?
Además de estos dos componentes, la trama se desarrolla en cuatro grandes espacios geográficos...
La novela muestra cuatro imperios que había a principios del siglo II después de Cristo: la gran Roma de Trajano, los imperios Parto y Kushán, del norte de la India (actual Afganistán) y la gran China del Imperio Han. A estos dos últimos se llega a través de la Ruta de la Seda.
¿Por qué era tan importante la Ruta de la Seda?
Esta ruta coge el nombre de uno de los muchos productos que transitan por ella. La seda, tan suave al tacto, era muy apreciada por las clases adineradas. Pero en la ruta se movían también lacas, especias y, claro, ideas. Y todo este intercambio hace que la Ruta de la Seda suponga la primera interacción transimperial de la historia.
¿Cuál es el origen del famoso término ‘craso error’, al que usted se refiere en el libro?
Por mi formación filológica, me gusta hacer ver a mucha gente expresiones que utilizamos hoy y de las cuales hemos perdido la etimología, el origen. Y me pareció que esta iba a provocar una sonrisa en el lector. Nace de ese cónsul, Craso, que conduce a sus tropas a un desastre militar en la Batalla de Carras (53 a. de C.). Él comete un montón de equivocaciones logísticas y militares, que se conocieron como el ‘error de Craso’, expresión que luego se acuña en español como el ‘craso error’. Y la primera acepción del diccionario de la Real Academia es: error indisculpable.
¿Cómo fue la sucesión de Trajano?
La sucesión que él quiso no es la que tuvo lugar. Es verdad que, en un primer momento, Trajano pudo pensar en su segundo sobrino, Adriano, para sucederlo. Pero a medida que se va dando cuenta de que sus posiciones son divergentes en relación con la expansión del imperio piensa en otro, como Lucio Quieto, un norteafricano. Entonces, Adriano plantea un cruento golpe de Estado.
¿Cómo es ese Adriano que usted presenta al lector?
Hago un retrato del personaje más oscuro que el que podemos encontrar en ‘Memorias de Adriano’, de Marguerite Yourcenar. Si bien la de ella es una novela muy evocadora, no es tan histórica, porque ella misma admitió en entrevistas que cogió del personaje Adriano solo lo que le gustó. Y yo entrego a los lectores el paquete completo de su personalidad, con sus claros y sus oscuros.
Al ver en el libro los mapas de los imperios, impresiona su tamaño, comparado con los países de hoy. ¿Qué tanto influye el territorio en el poder?
Pues si la controvertida Unión Europea ha podido gestarse, aunque esté pasando por una crisis, en gran medida fue porque todos estos países de Europa ya estuvieron unidos, en su mayor parte, en aquel antiguo Imperio romano. Y esto lo que nos muestra es que la unión es la que te da herramientas y capacidad, no para imponerte sobre otros, sino para poder relacionarte con otras partes del mundo de igual a igual.
¿Qué lectura tiene de estas uniones geopolíticas?
Son buenas siempre y cuando no se hagan contra los ciudadanos. Hay pactos económicos, por ejemplo, que tendrían que ser objeto de análisis delicado. Pero sí entiendo que tendremos que ir llegando a pactos internacionales. Si ya tenemos algunas uniones de grandes regiones mundiales, es más fácil que luego podamos llegar a pactos en un nivel global. Eso lo veo lógico. En cambio, veo más anacrónico que en algunos lugares del mundo, incluso en Europa, haya estas fuerzas centrífugas de querer volver a ser pequeños.
Usted comenta que la genialidad militar de Trajano fue tal que incluso Estados Unidos y el Reino Unido la copiaron para la guerra del Golfo Pérsico...
Pensemos en un sitio como Mesopotamia, que es un nombre de etimología griega que quiere decir ‘entre ríos’. Y Trajano pensó: si una región se denomina entre ríos es porque a lo mejor ellos son importantes. Es decir, que para controlar esa región tenía que descender por los dos ríos: Éufrates y Tigris. Esto lo tuvieron claro los norteamericanos y los británicos.
Sin embargo, Trajano también tenía una estrategia para el posconflicto, que estos dos países ignoraron…
Lamentablemente, los políticos occidentales –incluido el propio Tony Blair– han reconocido que no tuvieron en cuenta un plan para la posguerra. Probablemente el de Trajano no sea extrapolable, pero sí lo es el hecho de que si había una guerra había que pensar en qué iban a hacer en esta región después de la guerra. Y esto es lo que nuestros gobernantes occidentales no han sabido hacer. Ahora en Eurasia tenemos un problema enorme, con la situación en Siria, Irak, con el Estado Islámico. De haberse tenido en cuenta este concepto de Trajano, probablemente estaríamos hablado en otras circunstancias.
Llama la atención que usted incluye textos en los idiomas originales de la época. ¿Por qué?
Ya en otras novelas que he hecho sobre el mundo romano he procurado incluir citas en latín o en griego clásico porque para mí forman parte de la ambientación. Por una cuestión de ecuanimidad, si aquí aparecen otros imperios como el Parto, el Kushán y el Han, entonces introduje citas en chino clásico, sánscrito y parto. Esto es algo que han hecho escritores universales.
¿De dónde ese interés por rescatar personajes históricos poco tratados?
Intento recuperar personajes que tienen valores positivos, que nos vienen bien hoy. Y creo que recuperar un personaje como Trajano, en un mundo tan complejo como el actual, no está mal. Eran líderes que, aun concentrando enorme poder, eran capaces de gobernar pensando en la mayoría, en los desfavorecidos, haciendo política social y luchando activamente contra la corrupción, como lo hacía él, obligando a los senadores corruptos a devolver íntegramente el dinero, invirtiendo el dinero público en gestión pública, en administración de justicia y en la creación de bibliotecas. Tengo la sensación de que al siglo XXI le vendría muy bien un Trajano o una Trajana, o quizá varios.
CARLOS RESTREPO
Redactor de EL TIEMPO
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