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Las noticias insólitas publicadas en EL TIEMPO

Llega el libro 'Neorrealismo mágico' (Intermedio). Fragmento de la presentación de Federico Arango.

FEDERICO ARANGO
Difícil encontrar otro país en el que sea más poroso el límite entre realidad y ficción que el nuestro. Y si existe, hay que decir que los dioses quisieron que coincidiera una realidad tan dada a producir episodios fantásticos y una notable capacidad para narrarlos, a veces desde la ficción.
Y acá la mención obligada es a Gabriel García Márquez, pero también desde el periodismo en todos sus géneros.
Con muchas menos libertades que el nobel y aquellos que han querido seguir sus pasos, pero con la ventaja de moverse en el terreno de lo real, reporteros y cronistas de EL TIEMPO han dado cuenta a través de los años de un sinnúmero de sucesos en textos que si son presentados a un concurso de relatos fantásticos, jamás serían objeto de sospecha por parte del jurado.
De eso se trata el libro Neorrealismo mágico (Intermedio), donde hay textos que, no existe la menor duda, serían objeto de miles de likes en caso de ser publicados por algún portal de noticias falsas, sin que ningún lector se percatara de que incumplen con el requisito fundamental para ir en ese espacio.
Pero se trata de noticias ciertas, que puede que ahora sean más frecuentes, pero no un fenómeno reciente, y cumplen una labor social. Me explico: tienden a ser el contrapeso de aquellas que dan cuenta de crímenes, escándalos de corrupción o debilidad de nuestras instituciones.
Y es que así como la historia del país es fértil en embusteros de alto rendimiento, desde los Picas hasta los Nule, pasando por Roberto Soto Prieto y David Murcia Guzmán, también lo es en términos de culebreros con perfil tragicómico.
Este libro les recordará a la ‘Macho ‘e trapo’, al legendario embajador de la India que engatusó a una ciudad y a Juan Carlos Guzmán, estafador de talla mundial.
En esta misma línea, este libro contiene un capítulo dedicado a episodios de robos a cuyos relatos solo les bastarían leves ajustes de forma para convertirse en exitosos sketches de humor, exitazos de YouTube.
Por supuesto, no es chistoso el que en Colombia exista tanta propensión a hacerle gambetas al código penal, pero esto no excluye el reírse con las ocurrencias con las que, de cuando en vez, nos sorprenden ladrones de la escuela Chómpiras-Lagrimón.
Qué decir de los fenómenos paranormales. De la misma manera que un par de pases mágicos han servido para que se evaporen recursos destinados a obras como el Guavio o la troncal de la 26, maniobras similares, propias de prestidigitadores, han servido para que un pueblo se gane el chance por cuenta del número de una tumba.
También los reinados han logrado levantar pilares de nuestra identidad. Son un hecho en nuestra trayectoria social y política, objeto de estudios académicos, un punto de encuentro de una nación fragmentada, podría decirse. Y han sido vector del surrealismo. No cabe duda de que Dalí salivaría ante el reinado del burro en San Antero, el de los feos en Rionegro, el de la gallina en Pereira y ante las respuestas promedio de las aspirantes a la corona en Cartagena.
Fundamental es también referirse a los deportes, espejo de lo que somos. Por ejemplo, encontrarán dos casos insignes de esa tendencia al triunfalismo sin bases sólidas.
No es mucha la distancia entre la actitud triunfalista de Colombia frente al pleito con Nicaragua en La Haya y la del patinador Álex Cujavante que, sintiéndose ganador, celebró desaforadamente solo para ver cómo era superado en la raya y pasó de la gloria a la ignominia en un segundo.
Bien vale la pena el ejercicio de recrear mentalmente esa escena, pero con el presidente Santos celebrando mientras Daniel Ortega, sagaz, lo supera en la línea de sentencia con el tema de San Andrés.
Y, por último, hay un capítulo dedicado a los animales. En el país en el que el cerdo satánico entrega importantes declaraciones a través de un noticiero de cobertura nacional y en el que la perrita Bacatá alcanzó tal notoriedad que no pocos despistados la interpelaban en sus salidas matutinas para sugerirle tal o cual modificación al POT de Bogotá, era imperativo reservarles un espacio.
Para, por ejemplo, los asnos utilizados como vallas de candidatos en La Guajira, un episodio que demostró el compromiso de los aspirantes con la publicidad honesta, o para los hipopótamos de la Hacienda Nápoles, quienes, según confirman fuentes bien informadas, ya se organizaron como minoría étnica y han exigido al Ministerio del Interior que cualquier decisión sobre su futuro sea sometida a consulta previa.
Neorrealismo mágico
Intermedio Editores
224 páginas
$ 42.900
FEDERICO ARANGO
Subeditor de Opinión
FEDERICO ARANGO
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