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Les Luthiers: ¡antológicos!

El célebre grupo argentino volvió a Colombia después de 14 años con una presentación magistral.

Mastropiero volvió a Colombia. Después de 14 años, el personaje creado por los argentinos de Les Luthiers volvió a desplegar en el país su magistral torpeza, en lo que fue el regreso del célebre grupo, que había agotado las boletas de sus presentaciones en Bogotá en menos de una semana, lo que llevó a que se abriera una nueva función para este domingo.
La expectativa de la espera de los más de tres mil asistentes al Palacio de los Deportes se empezó a acrecentar cuando de fondo se escuchaba cómo se afinaban esos curiosos instrumentos que los Luthiers construyen a partir de elementos cotidianos.
Finalmente, la espera finalizó con la aparición de los seis integrantes del grupo: Marcos Mundstock, Jorge Maronna, Carlos López Puccio, Carlos Núñez Cortes, Martin O’Connor y Horacio Turano, que con solo caminar por el escenario lograron que el público se parara aplaudiendo de sus sillas. Entonces comenzó ‘¡Chist!’, esa antología aceitada y precisa con la que vienen de recoger elogios y llenar escenarios en España.
El comienzo fue con ‘Manuel Darío (canciones descartables)’, que además sirvió de carta de presentación de O’Connor, quien desde hace más de un año tiene la tarea de reemplazar al fallecido Daniel Rabinovich, quien era considerado por muchos el integrante más gracioso del grupo.
La historia de este auto-cantor denostado por sus oyentes, sus críticos y hasta sus padres fue la excusa para que O’Connor mostrará sus buenos registros de cantante, ya que es un curtido solista de ópera. En la parte humorística, siguió con gran nivel esa precisa partitura de ‘gags’ que Rabinovich había perfeccionado tanto en este ‘sketch’ como en los siguientes.
‘Manuel Darío’ también marcó la tendencia de lo que fue el comportamiento del público durante toda la noche, con una especie de carcajada sostenida que en varias ocasiones contagiaba a los protagonistas de la puesta en escena. Luego el turno fue para ‘La comisión (himnovaciones)’, tal vez la creación más política de Les Luthiers, que ironiza con sutileza sobre los gobiernos autoritarios.
En esa historia de un grupo de integrantes del partido Listazul, que está planeando una modificación del himno nacional con interesantes proselitistas y en ocasiones hilarantes, como designar a Noruega como enemigo de la patria, el grupo desplegó no solo su talento musical sino sus creativos juegos con el lenguaje.
Cada tanto, ese largo ‘sketch’ se interrumpía con la aparición de Mundstock, que abrió su carpeta roja para contar otra de las infidencias del célebre compositor Joahn Sebastian Mastropiero. La mención de ese personaje, que Les Luthiers ha logrado encumbrar en el imaginario de la cultura popular latinoamericana, generó una de las ovaciones más fuertes de la noche.
Los fanáticos también se convirtieron en una especie de personaje durante la presentación, ya que varias veces anticiparon lo que Mundstock estaba por decir, a lo que el maestro de ceremonias respondió: “Entonces no lo leo… Lo voy a leer para algunos que no lo conocen”.
Los otros habituales miembros del grupo, López Puccio, Núñez Cortés y Maronna, seguían desplegando ese magistral dominio no solo de sus instrumentos musicales sino del ritmo correcto de la comedia, alcanzando verdaderos momentos de brillantes como su canción ecológica, con que dieron la ‘Vienvenida’ (sí, con v) y con ‘Los jóvenes de hoy en día’. En esta escena, Maronna y López Puccio, quienes se mostraban casi como unas octogenarias estrellas de rock, retrataron esa hilarante oposición entre generaciones.
‘Tato’ Turano, por su parte, demostró sus dotes de cantante en el ‘Bolero de los celos’, uno de los temas más famosos del grupo, que se sumó a otros clásicos como ‘La bella y graciosa moza marchose a lavar la ropa’ y ‘Encuentro en el restaurante’.
‘Queda, queda’
Pero no fue solo una noche para los fanáticos, los noveles espectadores que llegaban a ver a Les Luthiers también disfrutaron con ese estilo que los ha encumbrado en el olimpo del humor en habla hispana.
Su sátira política, en la que cada modificación del himno se modificaba con un histriónico “queda, queda”, o su desopilante destreza lírica en ‘La hija de Escipión’, eran una demostración más de porqué han logrado una popularidad casi perpetua durante medio siglo.
Al final, y fuera de programa (otra de las tradiciones en sus espectáculos), Núñez Cortés y Maronna dieron otra clase magistral de música con su interpretación de blues, el primero interpretando piano y el segundo tocando el bolarmonio, ese curioso instrumento de viento que funciona presionando unas pelotas de baloncesto.
Ya ha sido más de una docena de veces las que Les Luthiers se ha presentado en Colombia, lo que ha generado un conexión y un romance especial con el público, que seguirá gritando: ¡Qué viva el listazulismo!
YHONATAN LOAIZA GRISALES
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