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La escritora a la que una casa de muñecas le cambió la vida

Jessie Burton es sensación en el mundo literario europeo por su novela 'La casa de las miniaturas'.

LILIANA MARTÍNEZ POLO
Jessie Burton (Londres, 1982) se definía como actriz, una que “escribía cuentos, poemas y obras de teatro cortas”, antes de un definitivo viaje de pocos días a Ámsterdam, que marcó su transición hacia la escritura como profesión. La visita incluyó su paso por el Rijksmuseum, donde se encontró con la casa de muñecas de una mujer llamada Petronella Oortman.
Se impresionó no solo por las cifras que eran capaces de invertir las mujeres del siglo XVII en decorar y amoblar estas réplicas en miniatura de las mansiones donde vivían, sino por el excesivo detalle y visible esfuerzo que ponían en ellas. Burton expresó durante sus intervenciones en el reciente Hay Festival que quizás era la forma de compensar el control que no tenían sobre sus vidas y bienes, o incluso sobre la misma realidad, y lo ejercían en esa especie de fantasía en que se convertía elaborarlas.
Petronella Oortman, supo después, era una mujer adinerada, se había casado por segunda vez después de haber quedado viuda. Pero Burton necesitaba contar otra historia, inspirada en su casa de muñecas, pero con una protagonista distinta. Empezó a escribir para ella, sin otro fin que el de construir un relato que le hubiera gustado leer. El único cambio que alcanzaba a vislumbrar mientras tejía la trama de ‘La casa de las miniaturas’ (cuyo título original es The Miniaturist, la miniaturista) era el de su propia vida: “Pasados mis 30 años, mi carrera de actriz no estaba despegando –afirma–. Así que volví a la escritura como una salida creativa más consciente. Y funcionó. Amo actuar, pero con la escritura tengo más control y puedo hacerlo en cualquier lugar, sin esperar el permiso de alguien”.
La sorpresa fue que la novela, publicada en el 2013, se convirtió en un ‘bestseller’ casi de inmediato. Llegó a los 100.000 ejemplares vendidos en el Reino Unido, obtuvo el National Book Award y las librerías Waterstones le dieron el título de libro del año.
En sus páginas, Petronella Oortman se convierte en una joven del campo que llega a Ámsterdam a vivir en la casa del hombre con el que se casó, el comerciante Johannes Brandt, al que apenas vio durante la ceremonia. Lleva consigo muchas ilusiones, que en el relato son el punto de partida de su desencanto.
“El éxito de la novela fue una sorpresa –recordó la autora–. Siempre tienes grandes esperanzas cuando escribes tu novela, pero no sabes cómo le va a ir. Una vez publicada, mi vida cambió, pero lentamente. Porque toma un tiempo para tu ‘viejo yo’ darse cuenta de que hay cosas nuevas que le ocurren y debe ponerse al día con ellas. No sé por qué el libro fue tan exitoso. He escuchado a los lectores, ellos parecen verse reflejados en el escenario. Me parece que el libro ofrecía algo que estaban interesados en encontrar”.
Antes de encontrarse con la casa de muñecas, ¿trabajaba en alguna otra historia?
Nella Brandt (o Petronella Oortman) era la dueña en la vida real de la casa de muñecas. Así que se convirtió en mi personaje principal de ficción, solo con su nombre. Inventé una biografía entera.
¿Cuál fue la primera idea a la hora de comenzar a escribir su historia?
Tenía pequeñas cosas: sabía que una joven llegaría a Ámsterdam a comenzar una nueva vida, pero que nada resultaría como lo tenía previsto. Quería usar la casa de muñecas como un ancla en el libro, un medio para explorar temas de la vida doméstica: el empoderamiento, el capitalismo, los secretos, la vida privada vs. la vida pública.
Describe con mucho detalle las costumbres y el entorno de Ámsterdam en 1686. ¿Cómo fue el proceso de investigación?
Solo estuve en Ámsterdam diez días durante los cuatro años que me llevó terminar la novela. Me puse a escribir la trama sobre la vida de Nella, en lugar de pensar en una lección de historia. Rápidamente me di cuenta de que iba a necesitar tres o cuatro buenos libros de referencia. Leí estos libros y tomé lo que necesitaba de ellos. Miré muchas pinturas del Siglo de Oro holandés, quería crear una sensación impresionista, en lugar de la presentación directa del pasado.
¿Por qué decidió que la Nella de su historia fuera tan opuesta a la que vivió en la vida real?
Hice a Nella mucho más joven, una virgen de 18 años. La real fue dos veces viuda y tuvo que enterrar a su propio hijo. Pero necesitaba una muchacha que fuera inocente de los caminos del mundo, con el fin de ubicar el marco para desarrollarla, que fuera un viaje a las grandes experiencias por las que todos pasamos al salir de casa: el paso a vivir con los demás, a entenderse con los otros y a vivir el primer amor.
La historia tiene suspenso, amor, drama, tintes históricos. ¿El objetivo era mezclar todo esto?
No estaba buscando nada más que una historia que pudiera contar. Una vez el libro fue publicado, lo reseñaron como drama histórico o romance, o ‘thriller’ histórico, novela, novela de fantasía. Las personas son libres de ponerle la etiqueta que quieran.
El amor en su novela parece algo imposible, no solo en el caso de Nella y Johannes, sino también en todos los demás personajes. ¿Por qué le interesa ese tema?
Ciertamente, el amor parece un imposible en esta novela, por diversas razones. No se debe a que no sean capaces de amar, pues todos son muy capaces. Solo que viven en una sociedad muy opresiva.
Marin, la cuñada de Nella, solía decir que a veces el amor es mejor perseguirlo que alcanzarlo...
También diría que muchos de nosotros vivimos vidas de fantasía del amor perfecto, de la emoción o de la persecución, en lugar de vivir una realidad más difícil: la del compromiso y la decepción que la vida diaria puede traer sobre los sentimientos románticos. Estoy interesada en los dilemas que enfrenta la gente que quiere amar, pero no puedo coincidir con sus ideales sobre el tema o con el estado cambiante de los sentimientos.
Llegada la página final, queda la pregunta sobre qué pasaría después con Nella... ¿Piensa en una segunda parte?
Sí, estoy pensando en eso ahora. Me gustaría fijar el libro en Surinam, que una vez fue colonia holandesa. Me gustaría mirar el comercio del azúcar desde un lado distinto al que se esboza en la novela a través de Ámsterdam, en ‘La casa de las miniaturas’, pero sería un lado no tan dulce.
LILIANA MARTÍNEZ POLO
Cultura y entretenimiento
LILIANA MARTÍNEZ POLO
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