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Emma Suárez en Cartagena: 'Más que una chica, una señora Almodóvar'

La estrella del cine compartió historias de su trabajo como actriz y habló de su próxima película.

Como “una de las mayores alegrías que han tenido la cultura y la vida española en los últimos 35 años” presentó el crítico de cine Luis Alegre a la actriz Emma Suárez en la charla inaugural del Hay Festival Cartagena, en el teatro Adolfo Mejía.
El público colombiano que vio la cinta Golpe de estadio la recordará por su interpretación de una guerrillera. Pero en su país es una figura del cine menos comercial, el alternativo, el de culto, como la adaptación de El perro del hortelano, una cinta actuada en verso, o La ardilla roja. A lo largo de la charla, la misma actriz admitió que protagonizar Julieta, la película de Pedro Almodóvar que está por estrenarse, es quizás una de sus apariciones más “comerciales”, en el cine.
Suárez comenzó y terminó su charla con anécdotas que atesora sobre Colombia: “Siempre quise volver –afirmó–. Disfruté muchísimo grabando Golpe de estadio. No conocía este país y cuando llegué escuchaba a eso de las 5 de la mañana: ‘¿Me regalas un tinto?’. Lo mismo a las 6 y a las 7. Pensaba: ‘¡Qué pronto bebe la gente aquí! Tan pronto están bebiendo vino’. Pronto descubrí el verdadero significado del ‘tinto’. Con esto quiero contar lo maravilloso que es el lenguaje y el intercambio que supone entre las culturas poder aprendernos, descubrirnos y crecer juntos”.
Un recorrido casi cronológico de la carrera de Suárez en el mundo del cine fue guiado en gran parte por el español Alegre y, al final, hubo un par de preguntas del público. Comenzó por su primera película: Memorias de Leticia del valle, a los 14 años. Estos son fragmentos de la charla:
“Era una niña. No tenía claros mis objetivos. Pensaba en estudiar filosofía y letras, periodismo o algo relacionado. Me interesaba lo que tenía que ver con el conocimiento humano. Descubrir quiénes somos. Mi padre nos había educado en la creatividad, la libertad y la cultura. Era 1976 y él leyó un anuncio en el periódico El País. Buscaban a una chica para que fuera protagonista de una película. Él me dijo: ‘Tengo un trabajo para ti’, y al día siguiente me entrevistaron diez hombres barbudos. Era una película de época, que ocurría en 1912. Terminé siendo protagonista, compartía cartel con Fernando Rey, Héctor Alterio y Ramiro Oliveros, actores consolidados que en mi casa admirábamos todos. Gracias a ellos, aprendí el oficio de una forma comprometida, con absoluta seriedad. Cuando terminé el rodaje pensé que no volverían a llamarme porque caerían en la cuenta de que no sirvo para eso. Aún no se dan cuenta. He podido trabajar en teatro, televisión y cine. En este momento puedo considerar decir que soy actriz.
Al principio, me daba vergüenza decirlo, porque me parecía algo tan lejano. Siempre me he sentido en desigualdad de condiciones con los compañeros que desde pequeños sentían la vocación, porque de niña no sentí la vocación de ser actriz”.
¿Cuándo dijo: ‘Esto es lo que quiero hacer en mi vida’?
No fue de manera tan determinante. Intenté formarme a lo largo del trayecto. He tomado clases, pero en este oficio nunca terminas de prepararte. La vocación es algo que he ido descubriendo con el tiempo, algo que confirmo cuando recibo un guion y quiero participar. Se ha ido desarrollando a la par con mi crecimiento personal. No pertenecía a una familia de actores y me sentí bastante tiempo como una intrusa. Eso me obligaba a prepararme, a aprender, a ir a cine sola, al teatro. Todo lo que tenía que ver con este ejercicio lo aprovechaba.
Cine, teatro, TV. ¿En cuál se sintió más cómoda?
Empecé a hacer teatro a los 18 años. Trabajaba con actrices maravillosas. Cuando empecé a ensayar con ellas, no sabía qué hacer con las manos, con los brazos, no sabía cómo caminar. De repente, tomaba conciencia de mis extremidades, no sabía para qué servían en el escenario. Entonces, lo que se dice cómoda, cómoda, no me sentía. Es un oficio que vas aprendiendo a degustar y disfrutar. Ahora mismo no sabría dedicarme a otra cosa. Estoy enamorada de lo que hago y se ha convertido en parte de mí, como mi personalidad y mi forma de ser.
¿Cuándo repara en usted Julio Medem para protagonizar ‘Vacas’?
Vacas fue una preciosidad de guion, muy diferente a lo que se hacía en España en ese momento, y la visión de Julio era muy singular: su visión de la realidad es absolutamente subjetiva. Es capaz de colocar las cámaras en lugares inéditos, donde jamás a uno se le ocurriría. En aquel rodaje fue maravilloso compartir con gente joven un cine de momento.
Después filmó con Pilar Miró ‘El perro del hortelano’, que le dio el Goya a la actriz del año...
Pilar es una mujer a la que recuerdo cada día. Estaba grabando otra película y me llamó para ofrecerme un proyecto. Cuando en España llama Pilar Miró es importantísimo. Tenía fama no precisamente de simpática. La llamé, salió el contestador automático y empecé a dejar mensaje. Ella cogió el teléfono y dijo: ‘¿Llamabas para hablar o para dejar un mensaje?’.
Le pedí, ya que me inspiraba mucho respeto, que me hiciera una prueba. Y me la hizo por darme un poco de gusto, pero ella quería que estuviera. Así, la presión fue más fuerte, no quería defraudarla. Me aprendí El perro del hortelano como en cinco días. Había una profesora que me enseñó a manejar el texto en verso, porque el verso tiene una musicalidad y cada actor tiene su forma de decirlo, pero en la película se necesita unidad y una persona sabia para enseñarnos.
A las cuatro semanas se acabó el rodaje, por problemas para financiarlo. La película quedó paralizada. Hicimos de todo para buscar ayuda con la financiación. Entraron varios productores españoles, entre ellos Enrique Cerezo, que creo que todavía estará ganando dinero con ella.
Y llegó el Goya...
No me esperaba ese Goya, porque había una actriz española muy importante, Concha Velasco. Ella es muy respetada y yo era joven y creí que se lo darían a ella. Así que cuando dijeron mi nombre fue una sorpresa maravillosa. Mi madre se puso muy contenta.
Después vino a Colombia, a grabar ‘Golpe de estadio’...
Conocí a Sergio Cabrera en Madrid y me habló del proyecto. Era una película divertida, una comedia. Era maravilloso hacer de guerrillera después de haber hecho de condesa. No tenía que llevar pelucas apabullantes, estaba todo el día tirada de barro. Rodábamos en los Llanos. Hubo momentos delicados en los que se escuchaban tiros, los sonidos de la violencia de fondo. No es fácil estar alejado de tu familia y no saber qué te va a pasar, cuando estás en un país en el que suceden... cosas terribles. Me parecía increíble que gente tan amorosa, tan cariñosa pudiera estar viviendo algo tan contradictorio. Me hacía reflexionar de cómo es posible que en un país en el que hay un sentimiento tan poderoso en los colombianos haya este contraste con la violencia... La pasión, supongo.
‘La mosquitera’ le dio otra candidatura a los premios Goya...
Fue una película rara. Me gusta meterme en proyectos difíciles, trabajar con directores que hacen un cine más alternativo. No sé por qué, pero no llego a proyectos comerciales. Esta es una película que habla de la soledad, de la falta de comunicación, de cómo en una misma familia cada miembro es desconocido para el otro. Habla del profundo amor que se siente hacia los hijos y lo difícil que es educarlos a pesar del amor que les tienes. La película sigue siendo rara y me siento orgullosa de haberla hecho. Cuando la hice, pensé que nadie iría a verla, y, sin embargo, fue nominada a los Goya.
El próximo 8 de abril se estrena ‘Julieta’. Cumplió el sueño de trabajar con Pedro Amodóvar...
Fue la oportunidad de trabajar al lado de un cineasta reconocido internacionalmente. A Pedro me lo encontraba en muchísimas ocasiones y nunca salía la oportunidad de trabajar con él. Es un cineasta que tiene muy claro lo que tiene y con quién lo puede hacer. Y yo tenía clarísimo que no pertenecía a su cine, que nunca sería una actriz que le gustara y que nunca sería una chica Almodóvar... De hecho, más que chica Almodovar soy señora Amodóvar.
La experiencia fue descubrir a un cineasta que controla absolutamente todo lo que sale, desde el vestuario, el maquillaje, la peluca, el cordón del zapato, la flor en el jarrón, el brillo, todo. Con lo cual, trabajar con Pedro te pone en una situación de presión constante, pues tienes que exigirte el triple. Ha sido maravilloso porque el hecho de que se exige a sí mismo y te exige a ti significa que no se conforma. Puede repetir un plano hasta 25 veces.
Ha hablado mucho de su carrera, pero nada de su vida privada.
No me he casado, creo que no lo voy a hacer. Soy una mujer autónoma, independiente, madre y con todas las complicaciones que esto lleva. Ya dije que elijo lo difícil. Tengo dos hijos y siempre los he mantenido al margen de la vida social.
¿Se ha preocupado de mantener la vida íntima al margen?
Esto tiene una explicación: soy actriz y creo que lo importante son los personajes que interpreto. Si el público sabe más de mí misma que de las películas que hago, es posible que cuando se sienten en la butaca a ver la película estén condicionados por la información que tienen sobre mí y no se dejen llevar libremente por el personaje.
¿Cuál ha sido su mejor y su peor experiencia en Colombia?
La mejor experiencia: todo el amor que recibí, los cuidados y atenciones, los amigos y las personas que conocí.
Nunca pensé que tardaría tanto en volver pues me fui con el sentimiento de volver en seguida. La peor experiencia es que, como interpretaba a una guerrillera, en la habitación tenía cargas de dinamita (efectos especiales), mis botas, pantalones militares, todo eso. El último día de rodaje invité al equipo a cenar e hice una fiesta. Todo lo que no había bebido durante el rodaje lo bebí esa noche, con lo cual no pude hacer mi maleta. Entonces, cuando por la mañana tenía que partir, un compañero metió mis cosas y me llevó. Y cuando abrieron la maleta me encontraron las cargas explosivas, los cables de efectos especiales, las botas, los pantalones militares, todo aquello. Es una anécdota que todos los de la película recordarán y hoy la estoy compartiendo con vosotros.
LILIANA MARTÍNEZ POLO
Enviada especial de EL TIEMPO
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