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Los secretos de fabricación de los famosos pianos Steinway

El pianista Óscar Acevedo menciona que construir uno tarda un año y que cada uno tiene personalidad.

ÓSCAR ACEVEDO
 En medio de una gran nevada, llegué a Nueva York para cumplir con un sueño que resultó similar al de Willy Wonka en la fábrica de chocolates. Pero en mi caso fue a la legendaria fábrica de pianos Steinway, en esa ciudad.
Siempre había deseado conocer el lugar donde se construyen estos instrumentos de alta precisión, pero ya tenía archivada esta ilusión, aunque esta vez gané el sorteo para realizar la ansiada visita*.
La fábrica de pianos original fue fundada Nueva York en 1853, por el inmigrante alemán Heinrich Engelhard Steinweg, un avezado carpintero que cambió su nombre a Henry E. Steinway para “americanizarse” del todo.
Este personaje patentó varias de sus invenciones y le cambió la anatomía a los pianos de cola, implementando la curvatura de la madera para magnificar la resonancia, ya que el mueble antes se construía con esquinas que no amplificaban el sonido adecuadamente.
Mientras los hombres de la familia elaboraban los pianos, las mujeres daban clases de música en un novedoso esquema comercial para la época: usted compra el piano y nosotros le encimamos las clases.
En 1880 fundaron la fábrica de Hamburgo; estas dos son las únicas plantas donde hoy día se producen estos magníficos aparatos. El éxito de la empresa les permitió trasladarse a Astoria, en Queens, a finales de la década de 1880, donde hoy funciona la sede principal de la compañía, en unas instalaciones que alojan un total de 350 empleados.
Cuenta la leyenda que esta familia creó parques, escuelas y viviendas para sus empleados, en los terrenos donde hoy funciona el aeropuerto La Guardia. La empresa ha cambiado de manos en repetidas ocasiones durante sus 162 años de existencia y hoy es propiedad del empresario John Paulson.
El piano, por dentro
La construcción de un piano de cola tarda un año entero y, a pesar de la estandarización del proceso constructivo, cada producto final tiene su propia personalidad y su sonido único, aún teniendo en cuenta que todos llevan los mismos materiales.
El 75 por ciento del instrumento es madera. Se hace con arce proveniente de Vermont como componente principal, pero se utilizan además enchapes de palisandro, cerezo y caoba provenientes de lugares tan diversos como Bolivia, India y África.
La tabla armónica o tambor, que está ubicada debajo del encordado, es vital para el sonido, puesto que reproduce la vibración de las cuerdas con calidez siempre y cuando tenga una curvatura adecuada y la calidad acústica de la madera reproduzca de manera balanceada todo el espectro auditivo. Cuando esta pieza envejece, después de muchos años o por quiebres en la madera, el instrumento deja de sonar adecuadamente y debe ser reconstruido.
Una característica que determina la calidad del piano es la estabilidad de la afinación, que, en el caso de Steinway, se obtiene por la solidez del arpa de acero y el esqueleto de madera que le da firmeza a su estructura, manteniendo las clavijas que sostienen las cuerdas en su sitio.
Según mi anfitrión David Kirkland, “la presión que ejerce cada cuerda tensionada en sus extremos es de entre 160 y 200 libras. Sumando las 236 cuerdas en un piano de cola, este resistente armazón soporta un total de 20 toneladas de presión”.
La armazón de las 236 cuerdas en un piano de cola soportan un total de 20 toneladas de presión.
El proceso de fabricación de los martillos es otra delicada operación que garantiza el ataque parejo a cada nota. Esta etapa lleva un exhaustivo control de calidad que incluye la perforación de la felpa hasta que todas las notas suenen con la misma intensidad.
Esta sección de la fábrica me llamó mucho la atención puesto que es atendida principalmente por mujeres. Un detalle importante del teclado es su capacidad de absorción del sudor, para que el dedo no resbale sobre la tecla, pero en el caso de las teclas negras lo sorprendente es el uso de ébano de Gabón, sin ningún retoque o lacado en su superficie.
Curiosamente, la tapa está construida con maderas sin condiciones acústicas particulares, buscando que reflejen el sonido hacia afuera. Aquí, el guía me hace una simpática comparación “…es una función similar a la del cartílago de nuestras orejas, que con su dureza refleja el sonido hacia el oído interno…”.
La fábrica de Nueva York produce 7 pianos diarios y, sumando las dos plantas, Steinway produce alrededor de 3.000 pianos al año.
Linaje de artesanos
Las actividades artesanales como esta llevan un proceso de aprendizaje que toma largos años y la forma como los empleados acceden a este oficio es muy particular. El caso del tallador payanés Luis Forero, a quien tuve la oportunidad de conocer, resulta ilustrativo: “Fui reclutado y nacionalizado en EE. UU. específicamente por Steinway para la restauración de pianos antiguos, por mi experiencia, que viene de cuatro generaciones de talladores de Popayán especializados en altares y muebles antiguos”.
Otra colombiana dedicada a este oficio es Gloria Mora, quien produce 900 piezas diarias llamadas ‘manga del martillo’, una parte de la acción del teclado. En Colombia no hay ningún centro de enseñanza para esta labor. Aquí el conocimiento también se adquiere de padre a hijo, como es el caso de Guillermo Quevedo y su hijo Alexis, o el de la familia Forero, que lleva décadas pasando este conocimiento a las nuevas generaciones. Es un oficio de bajo perfil y de alta demanda para el que se requiere paciencia y amor al arte.
Ron Losby, presidente de Steinway, dice que “el principal mercado de pianos lo representa el sector aspiracional, término que se refiere al comprador que busca exhibir un trofeo en la sala de su casa, algo que retribuya su inversión”. Es el caso de un cliente colombiano que declinó comprarse un auto deportivo para invertir en un piano de cola, confirma la tendencia.
Para los estudios de grabación, los teatros y los conservatorios, un piano de gama alta representa una garantía en todo sentido: se logra un sonido inigualable, se estudia en un instrumento exigente y da una imagen de prestigio.
Artistas como Billy Joel o Diana Krall acuden a la sala de pruebas para alquilar el piano preciso para su próxima grabación o para sus conciertos de gran cartel. Losby afirma categóricamente que “esta marca tiene como política no patrocinar a ningún artista, basados en la tesis de que somos los líderes del mercado”.
El lector se preguntará: ¿Un piano es una buena inversión? Por ser este un mercado de baja demanda, el vendedor de un piano usado recibe pocas ofertas, y las que recibe no siempre colman sus deseos. He visto casos en los que algún vendedor pone un precio a su usado más caro que el de uno nuevo.
Sin embargo, como en todos los productos de lujo, los compradores piensan más en disfrutar su compra que en recuperar la inversión. La verdadera rentabilidad de esta compra esta en su uso. Tocar piano es un ejercicio físico y mental que le ayuda al ser humano a conocerse mejor y a comunicarse con su entorno.
Precios
La vendedora principal de la sala de Nueva York me explicó entre sonrisas que “llegan estudiantes de música a probar sus pianos con la ilusión de adquirir uno, pero desisten rápido al verificar los precios”.
La versión de concierto en Colombia, que equivale al modelo D con un largo de 2,74 m, cuesta $ 473 millones, mientras que el modelo equivalente fabricado en Alemania, llega a la astronómica cifra de $ 732 millones, diferencia que se debe al cambio del euro y al transporte, aunque el actual cambio del dólar tampoco ayuda al precio de la versión americana.
Algunos profesionales curtidos prefieren el sonido alemán y no el americano, y el conocedor nacional podrá apreciar la diferencia en varios teatros del país.
Un Steinway alemán de concierto vale $732 millones.
En el Teatro Mayor de Bogotá y en el auditorio Luis A. Calvo de Bucaramanga disponen de modelos alemanes que responden de maravilla en concierto. El Conservatorio del Tolima y el Teatro Santander, próximo a inaugurarse en Bucaramanga, estrenarán versiones americanas que serán un deleite para espectadores e intérpretes. Cabe anotar que otras marcas como Yamaha, Bechstein o Fazzioli fabrican pianos de alta gama que ofrecen condiciones similares y también requieren abultados presupuestos.
Para oír, para entender
El lector que me ha acompañado hasta aquí, podrá atestiguar los méritos de estos pianos en concierto escogiendo de una larga opción de videos disponibles en Youtube. Los amantes de la música clásica podrán ver a Lang Lang tocándolos en diversas salas del mundo; los que prefieren el jazz tienen a su disposición un sinnúmero de presentaciones de Keith Jarret haciendo uso de estos pianos.
La página oficial de Steinway ofrece amplia información sobre la ciencia del piano y sobre aspectos comerciales y artísticos de sus instrumentos. En la red también se consiguen detalles sobre pianos verticales y sobre otras marcas que quizás se acerquen más al bolsillo colombiano.
En el enlace ‘The Piano Deconstructed’ http://www.pianochristophersmit.com/index.html podrán conocer los métodos de ensamblaje y los principales aspectos que rigen la física de este instrumento, que se compone de más de 12.000 piezas. También recomiendo el libro del crítico de The New York Times James Barron, titulado The Making of a Steinway Grand.
Espero haber aclarado algunos misterios de esta labor, que es otra pieza más en el engranaje de una multiplicidad de fenómenos que hacen posible el disfrute de la música.
ÓSCAR ACEVEDO
Gran figura del jazz en Colombia
* La visita fue el resultado de un sorteo realizado entre profesores de música por Musicales Ortizo, distribuidor en Colombia de estos instrumentos.
ÓSCAR ACEVEDO
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