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'No somos lo que soñamos, somos lo que hacemos': Álex de la Iglesia

Con la presentación del realizador, evento patrocinado por EL TIEMPO, se inauguró el Hay Festival.

Álex de la Iglesia no vino a Cartagena a hablar de cine: "Vine a hablar de sexo... y de la vida", fue la primera aclaración que hizo el director bilbaíno, este jueves, durante la charla inaugural del Hay Festival en el Teatro Adolfo Mejía. La segunda fue más contundente aún: "No esperéis de mí coherencia. No soy Álex de la Iglesia; soy un actor". Sin embargo (o quizá por eso mismo), la vida para él es el cine; y su cine, sexo, violencia, esperpento y humor.
De la Iglesia, conocido como uno de los cineastas más arriesgados del cine contemporáneo español, más que un director se considera un sobreviviente de un mundo lleno de confusión, soledad y miedo.
"Yo me siento atacado. Hay pocos momentos en que la realidad no es áspera. Y tenemos dos opciones: salir corriendo o luchar. ¿Y cuál fue la que tomé? Salir corriendo. O hacer humor", le respondió De la Iglesia a Roberto Pombo, director de EL TIEMPO, su interlocutor de ayer, cuando le preguntó acerca del papel del humor en su obra.
El público estalló en risas. Pero detrás de sus palabras hay algo de esperanza y una filosofía de vida.
"El principal humorista fue Cristo -continuó-. Dijo: 'Si te pegan, pon la otra mejilla'... ¿Qué quería decir? No te rindas, golpea a quienes te golpean a ti con la indiferencia de tu humor".
Y es que la violencia tiene un papel central tanto en la vida como en la obra del director. Balada triste de trompeta, su más reciente película, quizá sea la mejor confirmación.
Ambientada en gran parte durante la Guerra Civil Española, en sus escenas la sangre, el odio y la violencia se mezclan con imágenes absurdas, cuyo único sentido es hacer reír.
Porque para él, según contó en Cartagena, la vida es una lucha contra el mal, contra "nuestros propios demonios, lo que más tememos y lo que más odiamos". Sin esa lucha, "la vida no tendría sentido".
Derrumbando mitos
Muy acorde con el objetivo de sus películas, en las que 'lo bello' y 'lo bueno' se subvierten por completo, Álex de la Iglesia también aprovechó su visita a Cartagena para derrumbar mitos.
Habló de Mario Vargas Llosa, a quien conoció en una fiesta el miércoles ("supe que era un genio apenas dijo que había visto mi última película"); de Tintín ("un tipo muy poco interesante: es bello e inteligente); de Buñuel y de Dalí, de quienes reveló los secretos de su creación colectiva ("ese no es mi caso; lo mío es solventar una serie de problemas. Lo hago con un poco de odio").
Y habló de sus comienzos en el cine de la mano de Pedro Almodóvar, quien según cuenta la leyenda lo inició. "Pedro es una gran persona, pero no me descubrió".
Cuando se conocieron, a principios de los años 90, De la Iglesia era un joven que buscaba trabajo. Tenía unos 24 o 25 años y había rodado un corto (Mirindas asesinas) y se lo mostró. "No tenía sonido, yo mismo hice las voces -recordó De la Iglesia, mientras le mostraba al público lo que hizo entonces (básicamente gesticular)-. Pedro debió haber pensado: 'Pero esto es imbécil.
¿Qué tipo de drogas toma este tío?'. Y luego me ayudó a financiar mi siguiente película".
Más risas del público.
De hecho, De la Iglesia admitió que la razón por la que siguió haciendo cine es porque siempre hay un error, y nunca ha podido producir la obra perfecta. "El cine no es una secuencia de planos, es una manera de hacer que las ideas se parezcan a la realidad.
El problema es que tienes una idea, pero lo que te imaginas es muy distinto al resultado final". Y en ese sentido, su vida también sería una obra inacabada. "No somos lo que pensamos ni lo que soñamos. Somos lo que hacemos".
El director bilbaíno es un poco más solemne si se le pregunta sobre la identidad de su cine. Admite que nunca se había preocupado por sentirse vasco ni español, "si acaso me había sentido como persona".
Nunca fue consciente de la existencia de un cine nacional, de un cine español, hasta que un día escuchó en un bar a un hombre que despotricaba de las películas de su país. "En ese momento pensé: ¿cine español? Esto tiene que ver conmigo".
Años más tarde, una noche, en otro bar, en Madrid, hizo un descubrimiento en el mismo sentido. Pidió un trago y, cuando el barman no entendió lo que decía (lo había pedido usando el apelativo vasco), lo comprendió: "Cuando te das cuenta de que todos te odian, eso te da más fuerza, fuerza para creer en lo que eres y serlo".
Sus proyectos
No es la primera vez que De la Iglesia visita a Colombia. El año pasado, vino al Festival de cine de Cartagena a presentar su película La chispa de la vida*, protagonizada por Salma Hayek y José Mota, sobre un publicista que ha perdido su trabajo.
Ayer, en el Adolfo Mejía, confirmó que espera seguir rodando en la región (ya lo hizo en México). Le preocupa la crisis en la que está sumida Europa, cuya industria, que vivió sus años dorados en la década del 50 con las películas de Fellini, ha sido reemplazada por TV 5, la cadena de Berlusconi. "En Europa nadie se escandaliza por la falta de cultura en la vida de las personas; hemos asistido a la muerte de una cinematografía y nadie se lamenta".
Aunque todavía no ha recibido propuestas -y espera que las haya, dejó claro durante su charla-, De la Iglesia lleva a América Latina en su corazón.
"Aquí, la vida es más salvaje, se vive con pasión. Acá se preocupan por vivir con cultura -este festival es una muestra de ello- y me gustaría aprender a vivir con las ganas con las que se busca aquí comprender la vida".
Recomendados para el viernes en Cartagena
El español Javier Cercas conversa con el novelista colombiano Juan Gabriel Vásquez.
12:30 - 1:30 p.m.
Teatro Adolfo Mejía.
Diálogo de Mario Vargas Llosa con el ensayista Carlos Granés.
3:30 - 4:30 p.m.
Centro de Convenciones Julio César Turbay Ayala.
La premio Nobel rumana Herta Müller charla con su traductor al inglés, Philip Boehm.
17:30 - 18:30.
Teatro Adolfo Mejía.
El escritor cubano Leonardo Padura será presentado por el periodista Rodrigo Pardo
17:30 - 18:30.
Centro de Formación de la Cooperación Española (patio).
Daniel Bermúdez y la gramática de la arquitectura
Cultura y Entretenimiento
En la arquitectura, como en la literatura, hay metáforas excesivas o construcciones esenciales; edificios que dicen tanto por fuera que son como un libro hermoso pero sin alma; y estructuras sencillas a las que no les sobra nada, como un texto redondo que conserva su belleza en lo sencillo.
De esas similitudes y diferencias hablará en el Hay Festival el reconocido arquitecto Daniel Bermúdez, quien sostiene que estas artes tienen más cosas en común de lo que podría pensarse.
"La arquitectura, como la literatura, debe conmover, comunicar. Un edificio público debe decir 'soy un edificio público, soy importante' ", explica Bermúdez, famoso por haber diseñado el Centro Cultural Julio Mario Santo Domingo (la biblioteca y el teatro), así como la Biblioteca El Tintal, entre otras obras.
En su charla, 'La gramática de la arquitectura', Bermúdez conversará con el columnista de EL TIEMPO Carlos Castillo sobre esta relación, a la vez que explicará la propia literatura que ha nutrido sus obras arquitectónicas.
"La arquitectura puede ser sustantiva o adjetiva. Hay arquitecturas llenas de florituras que, a veces, son innecesarias o en otras oportunidades muy finas", agrega Bermúdez, quien tiene a Fernando Vallejo como uno de sus escritores de cabecera.
Para él, tanto el arquitecto como el escritor enfrentan "el trauma de la hoja en blanco", estructuran sus proyectos (novelas/edificios) de formas similares y ambos apelan a que una obra se "vuelve universal en la medida en que sea local".
"Hay muchos parecidos -dice-, pero la diferencia es que un mal libro reposa en una biblioteca empolvado, pero el mal edificio se queda en la ciudad. Por eso, lo que necesitamos en las ciudades son edificios correctos, no obras de arte en todos lados".
Su idea es que, partiendo de esas referencias, la charla derive en pensar en el tipo de ciudad que están construyendo los arquitectos, en un momento en el que "prima la imagen y no el contenido".
"Los arquitectos, como los escritores, tenemos cada uno nuestros lenguajes. Hay gente que cree que la estructura debe ser un elemento visible, o que se preocupan más porque el edificio parezca y no sea lo que debe ser", concluye.
Actualmente, Bermúdez trabaja en el proyecto del Centro Internacional de Convenciones de Bogotá 'ÁgoraBogotá', en compañía de Juan Herreros, ganador de una convocatoria mundial para la construcción de este espacio de 60 mil metros cuadrados destinado a la ciudad. Además, está diseñando la Facultad de Arquitectura de la Universidad de los Andes.
MARÍA ALEJANDRA PAUTASSI
ENVIADA ESPECIAL DE EL TIEMPO
CARTAGENA
* Este artículo, que fue publicado en la edición impresa del 25 de enero, tenía datos incorrectos sobre la locación del rodaje de La chispa de la vida, que fue rodada en Cartagena (España).
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