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'Hacer películas es como tener un matrimonio': Conchita Airoldi

La productora de cine colomboitaliana presentó en el Carnaval de las Artes la película 'Pasolini'.

CARLOS RESTREPO
 La productora de cine colomboitaliana Conchita Airoldi no se cambia por nadie: la brisa cálida acaricia su cara, mientras recorre los pasillos del hotel de El Prado, de Barranquilla. Hace 20 años no venía a la ciudad donde pasó su infancia.
“Era una Barranquilla de la que me acuerdo muy bien porque es un amor muy fuerte, pues la familia de mi mamá vivía aquí y yo estaba muy apegada a ellos”, dice en un suave español, acompasado por el acento italiano.
Vino invitada por el Carnaval de las Artes, organizado por la Fundación La Cueva, para presentar Pasolini, la controvertida película del director estadounidense Abel Ferrara, sobre las últimas horas del genio italiano del cine Pier Paolo Pasolini (1922-1975), antes de su asesinato en confusas circunstancias.
Mientras Airoldi habla, sus historias viajan desde Dubái hasta China, siempre mirando la posibilidad de producir nuevas aventuras. De allí –como anota– que permanezca tan poco tiempo en su residencia en Italia. “Además, soy la embajadora de la Asociación del Cine Italiano. Visito muchos festivales, pero también viajo en misión, para tratar, con el ministerio italiano, de crear proyectos de coproducción con otros países”.
Usted ha producido desde terror (‘Dellamorte Dellamore’) hasta filmes de Peter Greenaway (‘The Belly of an Architect’)...
Salto de uno a otro por la calidad de los directores y porque, antes que todo, son autores con los que me llevo muy bien. Hacer una película es como tener un matrimonio. Uno tiene que sentirse y entenderse bien con el director. Saber que tenemos la misma idea de la película y una relación de honestidad. Hay que tener mucha honestidad creativa y económica, porque hay mucho dinero involucrado (no todo es mío, claro), y siempre tengo que explicarles a mis socios lo que estamos haciendo.
Si ves, todo el cine que yo he producido, aunque sea de horror o intimista, siempre tiene contenido, quiere decir algo y no es banal.
¿Qué tanto ha evolucionado su mirada, cuando asume un nuevo proyecto?
En cada película se aprende algo: en lo creativo, en la psicología de lo que se hace y en los nuevos modelos de financiación. Creo que luego de 35 o 40 películas que he hecho sigo aprendiendo. Ahora sé que es un trabajo muy peligroso, hay que estar muy atento, pues se puede perder muchísimo dinero.
¿Cómo es la relación suya con los directores?
He aprendido a practicar la psicología con el director, los escritores, los actores. Hay que saber manejarlos, sin que ellos sientan que uno los intenta controlar. No soy de esas productoras agresivas, sino más bien de las que quieren saber las cosas; estoy siempre en el set, sigo todos los momentos de la película, la preparación, la financiación, el guion.
¿Cómo llegó al proyecto de ‘Pasolini’?
Fue Abel Ferrara quien me buscó. Él quería hacer la película, obviamente, en Italia. Entonces encontramos un coproductor francés, que nos dio bastante dinero para hacerla, aunque, en verdad, costó poco.
¿Cómo le fue con Ferrara?
Nos llevamos muy bien, aunque es un director muy particular. Él es un fanático de Pasolini y también es una persona muy difícil: exalcohólico y exdrogadicto. Ahora está limpio, no toma nada, pero tiene un equilibrio muy frágil.
¿Cuál es el resultado final de la película?
Es difícil, muy visceral, cruda y apasionada. No es una biografía de Pasolini, sino que son sus últimas 24 horas; además, es lo que Ferrara piensa de Pasolini, aunque nunca lo conocimos. Pero Abel Ferrara se obsesionó con el director italiano y, claro, uno ve el Pasolini rebelde. Pienso que a Pasolini le hubiera gustado mucho esta película, porque en algunos momentos es dulce, pasional, sentimental, y en otros es de una violencia extrema. También porque Pasolini era un poco bipolar, como Abel Ferrara. Él un día te besa y te abraza, y al otro estalla.
‘Saló: los 120 días de Sodoma’ es el filme más polémico de Pasolini. ¿Le gusta esta película?
No. La encontré interesante, pero a mí, Pasolini me gusta más como intelectual, como poeta, como escritor. Me han gustado otras de sus películas, pero Los 120 días de Sodoma no es de mis preferidas.
Pasolini fue un autor en todo el sentido de la palabra. Se nota más hoy, cuando lo que se produce parece estar hecho con fórmula...
El cine que se está haciendo tiene el mismo modelo. Es más bien americano. El europeo es, aún, un poco más de autor. Lo que a mí me gusta es encontrar a la persona, trabajar con ella; pensar una idea, desarrollarla y discutirla. Esa parte me apasiona.
¿Cómo lidia con las nuevas tecnologías y formas de acceso a las películas?
Es muy difícil seguirlas porque cada día hay algo nuevo. La televisión se ve ahora en internet, y la digitalización del cine ayuda mucho a bajar los precios de los laboratorios y de la adquisición de películas. La parte de derechos de autor ha cambiado, porque antes yo misma vendía derechos para TV y video; ahora es complicadísimo. Sin abogado no puede hacerse nada.
Venir a Barranquilla puede ser la oportunidad para nuevos proyectos, ¿no cree?
La situación económica en Colombia está mejorando mucho en los últimos años. Me he encontrado con varios productores colombianos y en Roma están promoviendo la idea de que los extranjeros vengan a hacer películas aquí, con los nuevos incentivos. Ya tuve algunos acercamientos al respecto, durante el pasado Festival de Venecia.
¿Cómo es su cotidianidad?
Tengo que estar muy enterada de lo que pasa en el mundo, sea por los aspectos económicos o por los aspectos de historias y contenidos. En este momento estoy haciendo una película en Dubái, y allí la censura es tremenda. Antes de empezar el rodaje, debes enviar el guion y pedir un permiso especial.
La censura en los países árabes tiene que ver con el estado de la mujer, la religión o la relación entre el hombre y la mujer. Y alguien se preguntará: ‘Si tengo que pasar por esto, por qué rodar allá?’. Pues porque son los países que a mí me interesan, porque son el futuro.
¿Cuál es el siguiente paso en su trabajo?
Quiero ir a los países más complicados. A aquellos que tienen las historias más interesantes, porque son países emergentes. Pronto tengo un rodaje en China que, pese a estar ya consolidado, se sigue extendiendo en todos los sentidos. Creo que voy a hacer la primera coproducción entre Italia y China, aunque sea muy complicada la cosa. Lo mismo pasa con algunos países árabes. He viajado mucho por Oriente Próximo, África, Yemen... son lugares que me llaman mucho la atención.
¿Cuál ha sido la película más complicada de producir?
Titus, de 1999. Fue muy difícil porque era la primera película de Julie Taymor (que llevó El rey león al teatro y dirigió los filmes Frida y Across the Universe). Además era Shakespeare, un proyecto costosísimo, con un equipo italiano, y ella hablaba solo inglés. Estaban actores como Anthony Hopkins y Jessica Lange, y tardamos seis meses en rodarlo. En esa época, costó 30 millones de dólares.
CARLOS RESTREPO
CULTURA Y ENTRETENIMIENTO
* Por invitación del Carnaval de las Artes y de la Fundación La Cueva
CARLOS RESTREPO
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