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Tradición milenaria de China, reconstruida en 90 minutos

Llega a Bogotá 'Redescubriendo la música china', el espectáculo con 100 artistas en escena.

JULIO CÉSAR GUZMÁN
Sobre un fondo de azul intenso, dos mujeres se retan en la interpretación de la pipa, una especie de laúd chino de cuatro cuerdas. Zhao Cong y Yu Yuanchun, las dos jóvenes músicas, rasgan con sus dedos virtuosos la tradición de más de 2.000 años de antigüedad que tiene ese instrumento.
Mano a mano, a partir de notas alternadas, las dos van construyendo uno de los momentos cumbres de la obra ‘Redescubriendo la música china’, un espectáculo de 90 minutos de duración, pero con varios siglos a cuestas.
En este caso, las intérpretes llevan a escena un duelo musical dentro de una pagoda, a manera de recreación de la legendaria batalla de Gaixia, que en la vida real enfrentó a las dinastías Chu y Han en el año 202 antes de Cristo.
El ritmo sube incesante con los golpes de tambor que ejecuta el histriónico percusionista Zhu Jianping, hasta que sobre la pagoda parece caer un chorro de sangre, como quien vierte tinta roja en un acuario. La escenografía cambia y reconocemos entonces la presencia de un telón transparente sobre el cual se proyecta la imagen de la sangre, y la pagoda se abre en dos, separando a las dos contendientes.
Pasado y presente se funden en el montaje, gracias a la tecnología multimedia que aporta imágenes estáticas o en movimiento y que puede llevar a los solistas a las montañas nubladas o al ardiente desierto, con un simple cambio de proyección. Un entorno de vanguardia para la tradición oriental.
La Orquesta Tradicional Nacional de China trajo a Bogotá 100 personas en escena y otras 20 de apoyo técnico.
“Como todos saben, China es un país milenario, tiene una cultura de larga historia y la música también tiene sus propias particularidades (...). Mientras persistimos en preservar el valor original de su cultura musical, queríamos darlo a entender mejor e introducir nuevos elementos para que sean más representativos. Por eso, la obra se llama ‘Redescubriendo la música china’”. Esta es la explicación del presidente de la Orquesta Nacional Tradicional de China, Xi Qiang, quien habló con EL TIEMPO minutos antes de presentar la obra ante el público de la ciudad de Suzhou.
La orquesta fue creada en 1960 por el compositor Li Huanzhi, quien dedicó buena parte de su carrera a realizar arreglos orquestales a las tonadas folclóricas chinas y a los textos ancestrales de su país. Por ello no es de extrañar que haya sido el primer conjunto chino en presentarse en el Festival de Salzburgo, meca de la música clásica, o que en el 2014 haya adaptado a los instrumentos vernáculos de China la canción ‘Roar’, de Katy Perry, para su visita a ese país. La vocación de innovar se mantiene intacta, según se pudo ver en Suzhou, a una hora en tren de Shanghái.
Para entender la magnitud de las dimensiones en la nación más poblada del mundo (y comprender también la distancia cultural que nos separa), le pregunto al traductor Kou Zegang si Suzhou es una ciudad intermedia, y él sin alterarse me responde: “No. Es una ciudad pequeña. Tiene 5 millones de habitantes”. En realidad son 10 millones, pero para el ciudadano chino promedio está lejos de ser una de las grandes metrópolis.
La víspera de Año Nuevo
‘Redescubriendo la música china’ se presentará en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, el próximo jueves 17 de noviembre y el viernes 18, a las 8 p. m. Incluye 12 canciones tradicionales, con el respaldo de la orquesta sinfónica de casi 100 intérpretes, que es administrada por la empresa estatal China Arts and Entertainment Group, adscrita al Ministerio de Cultura de ese país.
La obra es el resultado de la apertura hacia Occidente y punta de lanza de la actual celebración del Año de Intercambio Cultural entre China y América Latina y el Caribe, promovido por el jefe de Estado del gigante oriental, Xi Jinping. El espectáculo fue exhibido en Washington D. C., entre el 11 y el 13 de diciembre del año pasado, en el John F. Kennedy Center Opera House.
A Colombia ya llegaron cinco contenedores llenos de equipos, con 100 personas en escena y otras 20 de apoyo técnico, la misma infraestructura que fue aplaudida en la capital estadounidense. Sobre ella, escribió Lauren McEwen en el diario ‘The Washington Post’: “Creativamente organizadas y dando un giro moderno, cada pieza se eleva por la iluminación, el diseño de la escena y la adición de poesía y narración”.
En efecto, las imágenes que se proyectan sobre los telones, unas veces opacos, otras transparentes, son verdaderas obras de arte. En algunos casos literalmente, ya que muestran pinturas tradicionales o textos construidos en la fina caligrafía china.
Pero además el montaje se aproxima a una obra teatral por sus monólogos a cargo de los propios solistas. Ellos cuentan sus nombres, su origen, sus sueños y formación. Es el caso de Niu Jiandang, entrañable intérprete de suona, una forma de clarín. Antes de liberar el quejido agudo de este instrumento, él habla de su abuela, de la provincia lejana en la que vive y de cuánto la extraña en las fechas familiares. A su espalda, un decorado de papel simula los tejados de su pueblo, bajo la fría luz nocturna. Y a continuación desata los suspiros del auditorio con la ‘Obertura de la Fiesta de la Primavera’, una canción que se escucha en la víspera del Año Nuevo chino, a finales de enero o comienzos de febrero.
La melodía cargada de nostalgia se conjuga con la nieve proyectada, que cae sobre los techos hasta dejarlos blancos. Y entonces se vuelve a romper la rutina, cuando la orquesta asciende del foso en toda su magnitud e irrumpe en el escenario la arreglista Jiang Ying, compositora en residencia de la obra, para narrar cómo todos los años, en esa fecha, los músicos tienen que estar en presentaciones y no en casa con su familia, a pesar de que es la fecha más tradicional del calendario chino.
“Como compositora, presento a mis colegas e introduzco las innovaciones. Lo que hicimos fue diseñar cada papel según las características de cada músico y de cada instrumento”, le dijo Jiang a este diario en Suzhou. Su labor estuvo al servicio de la directora teatral Wang Chaoge, cuya fama la catapultó a ser una de las responsables de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín, en el 2008.
Wang se vinculó al proyecto dejando de lado su prolijo éxito comercial y según directivos de la empresa China Arts and Entertainment Group no cobró un solo yuan, la moneda china.
En Washington, el público también se conmovió cuando un coro de niños estadounidenses unió sus voces a los compases de la orquesta sinfónica, en un mensaje de integración muy necesario en estos días. En Bogotá, algo similar se está preparando para las dos presentaciones.
Cancionero popular
Los títulos de todas las piezas rebosan de historia y de poesía. Para conocer lo que implica cada una, así como el parlamento del músico que habla, en Bogotá habrá textos en español acompañando la música.
Por ejemplo, ‘Tres variaciones de las flores de ciruelo’ es una canción compuesta por el general Heng Yi hace más de 1.500 años. Las flores de ciruelo tienen en China un carácter sublime por su resistencia a la nieve y al crudo invierno; de ahí que la canción sea una alabanza a lo que significan.
Por su parte, la cantata ‘Río Amarillo’ fue compuesta por Xian Xinghai, sobre la base del poema patriótico que escribió el poeta Guang Weiran en 1939, en medio de la ocupación japonesa del territorio chino. Su letra pronto se convirtió en un himno que exalta el entusiasmo del levantamiento contra la opresión.
Otro pasaje se denomina ‘Agua que fluye en alta montaña’ y es una de las más antiguas, anterior a la dinastía Qin, es decir que tiene cerca de 3.000 años. Está inspirada en la ejemplar amistad entre un intérprete de guqin y un leñador, que era el único en comprender a la perfección el significado de sus tonadas. Cuando el leñador murió, el músico rompió las cuerdas de su instrumento y nunca volvió a tocar, en señal de lealtad.
Al indagarle al presidente de la Orquesta Tradicional Nacional de China qué podemos aprender los colombianos de este tipo de leyendas, responde: “La historia de China está llena de guerras, que generaban el cambio de las dinastías, pero lo que rige la mentalidad china es la armonía. El justo medio. El confucionismo. Los mismos guerreros, aunque se peleaban, al final llegaban a un acuerdo de reconocimiento. El ganador no deseaba la humillación de su rival. El perdedor no se siente decepcionado, porque luchó. Cada parte reconoce que debe haber una armonía, sin la cual nadie gana. Y se llega a un acuerdo”.
JULIO CÉSAR GUZMÁN
Editor Cultura y Entretenimiento
Suzhou (China).*
* Por invitación de China Arts and Entertainment Group y el Ministerio de Cultura de China
JULIO CÉSAR GUZMÁN
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