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'Estamos viviendo la resurrección del campo': Aurelio Iragorri

En año y medio de paz, la producción agrícola se disparó. En arroz se sembró más en ese lapso que en los últimos 20 años.

En año y medio de paz, la producción agrícola se disparó. En arroz se sembró más en ese lapso que en los últimos 20 años.

Foto:Archivo / EL TIEMPO

Colombia está en camino de ser uno de los 7 mayores productores de alimentos del mundo, dice la FAO.

La paz comenzó a cambiar a Colombia. Pero, fundamentalmente, la gran transformación ocurre en el campo.
El ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri, revela en la siguiente entrevista impresionantes cifras sobre el aumento vertiginoso de la producción agrícola del país.
Iragorri asegura que si la paz se consolida, como está seguro que ocurrirá, Colombia podría convertirse en los próximos años en uno de los siete países que alimentará al mundo. La misma FAO lo vaticina.
“Este semestre logramos sembrar 12 veces más que en los últimos 20 años –dice–. En Colombia se venían sembrando 16.000 hectáreas nuevas por semestre y subimos a 185.000 hectáreas. Hoy llegan los alimentos a los centros de abastos con un incremento que supera el 80 por ciento. En un día, en promedio, en Corabastos se reciben 14.000 toneladas, y eso provoca que bajen los precios. Hay una bonanza verde."
Los altos precios de los alimentos provocaron la altísima inflación del primer semestre. ¿También los alimentos en este segundo semestre motivarán la baja?
Llevamos 3 meses siendo el sector que más aporta en la disminución de la inflación. Noviembre y diciembre serán también de bajos precios en alimentos.
Hace muchos años, Colombia pasó de ser un país productor de cereales a ser importador de arroz, maíz, trigo, etc. ¿Cuál es la situación de hoy?
Los cereales, que según la FAO son los alimentos más importantes para la seguridad de un país, venían en una línea desastrosa. Hoy somos autosuficientes en arroz por primera vez en la historia. Aún importamos el 100 por ciento del trigo y de la cebada, y todo el maíz que se necesita para los concentrados de animales, que es el maíz amarillo industrial. Por eso lanzamos la política 'Colombia Siembra' y logramos sembrar, durante el 2015 y el primer semestre de este año, 16.000 hectáreas nuevas en cereales. En arroz sembramos 176.000 nuevas hectáreas. Casanare pasó de ser uno de los mayores productores de petróleo del país a ser el mayor productor de arroz en Colombia.
¿Volveremos a ser exportadores de arroz?
Primero hay que consolidar los niveles de producción que requiere el producto interno en Colombia y, después, el país podrá exportar este producto. Hace apenas 2 años nos inundaba el contrabando de arroz proveniente de Venezuela y Ecuador; ahora es nuestro arroz el que ayuda en la alimentación de los vecinos. Sembramos 40.000 nuevas hectáreas de maíz blanco y maíz amarillo. En trigo no somos competitivos y en cebada estamos trabajando conjuntamente con la empresa Bavaria, que es el gran consumidor de este producto, para incrementar las áreas sembradas en campo, focalizando Cundinamarca y Boyacá.
¿Por qué se presentó el fenómeno del arroz y algo del maíz?
Porque necesitábamos un Presidente que reconociera la crisis histórica del sector y tomara la decisión política de cambiar las cosas para lograr estos resultados: herramientas sencillas para beneficiar a los productores, con créditos subsidiados, acceso a semillas, fertilizantes y maquinaria. Ya no es la habladera sino la sembradera. Hacemos, no prometemos. Vivimos la resurrección del campo.
Usted presentó el viernes pasado un informe detallado de su gestión como ministro de Agricultura, ¿Qué destaca de su gestión?
La multiplicación de los alimentos sanos. Es un gran logro sembrar en un solo semestre 12 veces más de lo que se sembraba en 20 años, y esto fue posible en los últimos dos años. Mire: la FAO dice que habrá un incremento en la población mundial de 7.000 millones de habitantes que hay hoy a 9.000 millones en el 2050. Y agrega la FAO que en siete países se va a sembrar el 50 por ciento del incremento de la demanda de comida. Uno de esos siete países es Colombia. Lo dice la FAO.
¿Y cómo podrá Colombia llegar a semejante nivel de producción de alimentos?
Sembrando paz. La guerra espantó la inversión en el campo. Hace 50 años no se invierte como se debería para aprovechar los potenciales de nuestro territorio.
¿Ya se está sintiendo la inversión en el campo?
El cese del fuego disparó la inversión en el campo. En un año de cese del fuego con las Farc pudimos llegar a donde nunca habíamos podido. Estuve, por ejemplo, en una zona del Cauca que se llama López Adentro, en Caloto, en donde la presencia de la guerrilla era muy fuerte. Ahora los indígenas sembraron allí 450 hectáreas de arroz. Nunca lo habían hecho por su pelea con las Farc.
En Toribío, los indígenas tienen hoy una embotelladora de agua, una productora de jugos y una alta producción de fresas y truchas. Esa población llevaba 30 años confinada a sus casas. No podían salir al parque porque les disparaban desde las lomas. Allá ocurrió el caso de la chiva bomba. Hubo 680 incursiones guerrilleras. Allí florece ahora la paz.
Ese es un ejemplo sencillo de una de tantas cosas que puede hacer un país en paz. Si se logra consolidar la paz, como estoy seguro que será, pasaremos a ser uno de los primeros productores de alimentos del mundo. La tierra estaba inutilizada, abandonada. La tierra hoy es más verde y poco a poco se borra la enorme mancha roja que dejaron 50 años de guerra y casi 8 millones de víctimas.
¿De quién es esa tierra que estuvo desaprovechada tanto tiempo?
Pongámoslo así: 12 millones de personas están arrumadas en el 5 por ciento de la tierra, en un país que tiene 114 millones de hectáreas. Es decir, el 75 por ciento de la población rural es dueña tan solo del 5 por ciento de la tierra; si eso no se llama inequidad, yo no sé qué es. Cuando se ratifique el acuerdo de paz, nos tenemos que dedicar a reconstruir a Colombia, porque a mí no me vengan con el cuento de que después de 50 años de guerra con firmar un papel todo quedó arreglado. Cinco décadas de guerra generaron hasta el cambio de la cara de los campesinos, que hoy todavía miran con tristeza, desesperanza y miedo, temiendo que les caiga un cilindro encima.
¿Pero la tierra sí es de quienes la cultivan?
Vamos a crear un banco de tierras con tres fuentes de ingresos: uno, el subsidio agrario integral, con recursos del presupuesto; es decir, comprarles a privados tierra para redistribuirla entre los que no la tienen; dos, las tierras baldías y tres, las tierras que han sido objeto de extinción de dominio. Quiero reiterar que no es cierto, como algunos afirman, que el Gobierno Nacional, irrespetando la propiedad privada, va a redistribuir las tierras. No habrá expropiación.
Pero el acuerdo sí habla de expropiar tierra inexplotada…
Ese texto corresponde a lo establecido en la Ley 160 de 1994, y lo que está en el acuerdo es copiado de esa ley. Allí se establece que se podrán expropiar por vía administrativa las tierras que no estén en producción. Jamás se negoció con las Farc el modelo económico de Colombia. Este tema no es, no ha sido y no será jamás objeto de negociación con las guerrillas. En el acuerdo no se negocia la propiedad privada. Ahí se hace referencia a la informalidad de la propiedad rural.
En Colombia hay cuatro millones de predios rurales, y solo el 35 por ciento de ellos tienen escrituras; o sea, la informalidad de la propiedad de la tierra rural es total. El acuerdo señala que se deben formalizar en los próximos 10 años siete millones de hectáreas. Es una tarea titánica, dada la complejidad del tema. Aquí los procesos de formalización de títulos son muy lentos. Esos pleitos tienen que ir a la Rama Judicial, que demora entre dos y cinco años, si no más.
¿Cómo enfrentará semejante situación?
El Presidente está esperando estos proyectos que le apuestan a la implementación de los acuerdo de paz. Ya tenemos un paquete de seis proyectos en discusión interna. Uno de ellos es el de la formalización de la propiedad rural. Otro es el de asistencia técnica. Eso está en el acuerdo, pero necesitamos una reforma normativa para que la asistencia efectivamente llegue y no sea, como hoy, el negocio de unos pocos. Son una especie de ‘EPS del campo’, por llamarlas de alguna manera.
¿Y el tercer proyecto?
La reforma agraria integral, que está en revisión en Presidencia. El acuerdo de paz habla del acceso a tierras, pero se requiere reestructurar lo establecido en la Ley 160 de 1994, que fue el último gran esfuerzo para lograr ese objetivo. Este proyecto no afectará la propiedad privada; eso no forma parte de la negociación. La paz pasa por el campo, y el campo necesita modernizar la legislación existente. Hay que vencer los miedos al cambio. Un nuevo país necesita mejores leyes que garanticen el acceso a la tierra. No podemos echarle tierra a la paz, sino darles tierra a millones de compatriotas que reclaman paz y una oportunidad para sembrar una vida mejor.
Es decir, ¿la reforma agraria será solo con predios de propiedad del Estado?
Sí, especialmente, y cuando hablamos de la parte privada. Eso ya está inventado. La ley establece la forma como se le compra la tierra a un privado para entregársela a más personas que no tienen tierras.
¿Y los demás proyectos?
Garantizar el derecho a la vivienda a la Colombia rural, con altos estándares de calidad. Para que nuestros campesinos tengan viviendas no de 30 metros cuadrados, sino de 54 metros cuadrados mínimo. La ley establece que el 20 por ciento de lo que se invierta en vivienda de interés social urbana debe invertirse en vivienda de interés social rural.
La Misión Rural dice que no debe ser el 20 sino el 40 por ciento. Hay que cumplir esa recomendación. Lo voy a proponer en un proyecto de ley para que el Banco Agrario no sea para construir viviendas, sino para dar crédito al campo.
Sobre el tema de la reforma tributaria, ¿cómo hará para que el IVA no se refleje en el precio de los alimentos?
Hay tres grupos de productos: 1) los que están excluidos: son 72 que no pagan IVA y los sube la reforma a 101; básicamente incluimos maquinaria. 2) bienes exentos que presentan declaración, pero no tienen que pagar ni un peso de IVA; eran 24 y siguen siendo los mismos, y 3) bienes grabados tan solo con el 5 por ciento, que eran 48 y siguen siendo los mismos. En conclusión, la reforma tiene beneficios para el sector agropecuario.
En las reformas tributarias, todo el mundo se siente afectado, pero esta vez el sector sale beneficiado. La cosa se resumen así: en Hacienda quieren el campo, y en Agricultura cuidamos la hacienda.
Otro tema: ¿por qué han caído tanto las exportaciones agrícolas?
Durante el 2015 exportamos 2,8 millones de toneladas de productos agropecuarios, por un valor de 5.140 millones de dólares. La transformación de un país para convertirse en exportador de alimentos no es de la noche a la mañana. Sin disculpas, es un hecho cierto que la contracción de las exportaciones se dio a nivel mundial, y además con Colombia Siembra estamos buscando sustituir importaciones.
Estamos muy próximos a exportar aguacate a Estados Unidos. Mucha gente se pregunta cómo puede esa potencia mundial ayudar en el posconflicto, y nuestra respuesta es breve: abriendo sus mercados a la importación de carne colombiana o de aguacate, entre otros productos.
Eso tiene un gran impacto en la paz en el campo. Además, estamos buscando mercados alternativos: abrimos 18 mercados para 14 productos. Por ejemplo, está la posibilidad de exportar carne a China.
¿Y Venezuela?
Ellos cerraron la frontera y nosotros maduramos otros mercados. Antes, el 97 por ciento de la exportaciones de carne iba a Venezuela, hoy exportamos carne a Argelia, Jordania, Egipto, Rusia, entre otros mercados.
¿En que quedó su precandidatura presidencial?
Estoy sembrando paz, no cosechando ambiciones. Hoy estoy más pendiente de la cosecha de arroz que de la caza de votos.
Si mantiene su aspiración, ¿aspiraría a ser candidato de ‘la U’?
Por ahora soy consecuente con mi pensamiento de hace dos años: mi aspiración es ser un ministro de Agricultura del partido de ‘la U’ recordado por haber recuperado el campo.
¿Le gustaría ser presidente?
Quién siendo colombiano no quisiera serlo. Es muy temprano para responder esa pregunta. En términos democráticos, me gusta más el ‘Sí’ que el ‘No’.
YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO
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