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‘Caída del consumo es razonable para el ajuste’

Ana Fernanda Maiguashca completó cuatro años en la junta directiva del Banco de la República.

Ana Fernanda Maiguashca completó cuatro años en la junta directiva del Banco de la República.

Foto:Claudia Rubio / EL TIEMPO

El Banco de la República está en una senda de recortes paulatinos de sus tasas.

Ana Fernanda Maiguashca logró lo que hasta ahora nadie ha conseguido: pasar de estudiante en práctica del equipo técnico del Banco de la República a ser miembro de la junta directiva de la entidad, lo que de paso la convirtió en la segunda mujer en la historia del Emisor en ocupar esa posición.
No sucedió de la noche a la mañana. Tuvieron que pasar casi dos décadas, tiempo en el que adquirió el conocimiento, la experiencia y la confianza necesarias para sentarse a discutir ‘de tú a tú’ sobre política monetaria y macroeconómica con quienes años atrás habían sido sus jefes.
Dice que, por fortuna, le tocó una junta directiva que ha sido muy generosa con ella, por lo que el cambio de roles no fue traumático. “Cuando debato mis opiniones (en las reuniones), se me olvida que fueron mis jefes; es más, creo que cuando eran mis jefes les daba la misma lora... era muy famosa por eso”, recuerda entre risas.
¿Qué le dejan esos primeros cuatro años en la junta?
Ha sido una experiencia de gran aprendizaje para la cual yo contaba, por fortuna, con muchos años (11) de trabajo en el Banco de la República. Pero tener sobre los hombros la responsabilidad del diseño y la decisión de política monetaria y cambiaria requiere de un aprendizaje adicional. Tuvimos la oportunidad de enfrentar una de las coyunturas económicas más complejas que el país haya vivido, por lo menos desde que estamos dentro del marco de política actual de inflación objetivo. Ha sido un gran aprendizaje porque no servían mucho las recetas, pues este choque se salía de situaciones que, llamémoslo así, prescriben los libros de texto.
¿Y cree que esa coyuntura ya es prueba superada?
El choque de términos de intercambio que sufrimos a mediados del 2014 ha sido extraordinario dentro de la historia económica del país, y el que haya venido acompañado de un fenómeno del Niño, y lo que esto conllevó en términos de inflación, ha hecho que este periodo sea de un manejo muy complejo de la política y de comunicación. Creo que todavía hay espacios en los que necesitamos explicar más cómo es que esa complejidad de la coyuntura se ha desarrollado, lo que ha implicado de la política macroeconómica y la monetaria, en particular.
¿Cómo reciben el mercado y el público ese mensaje?
En ocasiones, sobre todo en la parte reciente de esta coyuntura, no logramos transmitir el mensaje. En este momento hay una idea más clara de que estamos en una senda de recortes paulatinos de la tasa de interés, pero en gracia de discusión, en diciembre, cuando se hizo el primero, la forma en que los analistas entendieron la decisión fue mirando hacia atrás y pensando que haríamos recortes sistemáticos.
Estamos reaccionando ante un choque distinto de manera diferente, y ese mensaje ha sido de difícil transmisión, por lo que tenemos que seguir insistiendo en que sí estamos recortando, pero de forma gradual porque estamos combatiendo una persistencia de la inflación que no es lo que típicamente se ve en el actuar del banco.
Además de la inflación, ¿qué es lo que más les preocupa?
Tenemos que actuar, por mandato constitucional, en armonía y coordinación con el resto de la política macroeconómica. La inflación sigue siendo prioridad, pero no podemos desechar el resto del equilibrio y la sostenibilidad macro. Uno de esos aspectos fue el aumento del déficit en cuenta corriente, que se ha ido cerrando, pero ha sido para mí quizás el punto de vulnerabilidad más importante en todo este choque.
¿Se logrará la meta allí?
Por fortuna, el año pasado tuvimos un proceso de ajuste con una dinámica, incluso, mejor que la esperada. Estimamos que ese déficit cierre el 2016 cerca del 4,5 por ciento del PIB y que este año volvamos a niveles de 3,5 o 3,7 por ciento, muy similares a los que teníamos antes de que empezara todo este fenómeno; eso sí reduce mucho la vulnerabilidad en la que estábamos. Ese ajuste es muy importante para la economía del país.
¿El ajuste fue exitoso?
Sí, y es un mensaje que hay que trasladar; no voy a decir que no ha sido doloroso, pero el choque fue tan extraordinario que el hecho de que la economía se haya reacomodado con una desaceleración que probablemente, para los que la viven, es muy fuerte, si se mira a nivel de la región fue más bien moderada; pero salimos bien librados de un choque exógeno que nadie tenía en el radar.
¿Se tocó fondo en materia de desaceleración?
Este año, la estimación del equipo técnico del banco apunta a un crecimiento del 2 por ciento, igual al del 2016, porque, en mi lenguaje, es un año de consolidación del ajuste en el que terminaremos absorbiendo una caída en las exportaciones de casi 27.000 millones de dólares.
Eso nos permite ir recuperando la capacidad de crecimiento de largo plazo, que depende de otros elementos en los que el país debe embarcarse para que su capacidad productiva, en lo que llamamos bienes transables distintos del sector minero-energético, sea cada vez más amplia.
¿Cree que el esfuerzo del Gobierno es suficiente?
Era fundamental para la sostenibilidad del país que se aprobara la reforma tributaria; el ajuste sí dependía de que tuviéramos ese elemento fiscal. Creo que hay una discusión respecto de la calidad del gasto, que no es materia de discusión de la junta del banco, pero que se atienda la calidad de este es muy importante.
La caída en el consumo es muy fuerte, ¿qué les dice esto?
Estamos terminando de poner la casa en orden para empezar a reconstruir esa capacidad de crecimiento sostenible en el tiempo. Esa desaceleración que vemos en el consumo y en la inversión es la forma en que se traduce el ajuste. Cuando acabemos de ajustarnos a los nuevos niveles de ingreso, tenemos que empezar, ahí sí, a buscar algo más de crecimiento. Esa capacidad productiva ojalá esté enfocada a otros bienes que podamos exportar para evitar ser menos vulnerables a futuro.
¿En qué nivel ese freno del consumo es peligroso?
Es difícil decir cuál es ese nivel. Cuando miramos las cifras, hasta el momento, con lo proyectado pareciéramos estar en un escenario razonable para el ajuste. Si vemos que hay una caída mucho mayor, podría indicarnos una desaceleración más allá de la necesaria.
El indicador de confianza cayó mucho en los primeros meses del año, ha perdido mucha correlación de cómo se comporta el consumo, pero es una variable que tenemos que monitorear para ver si ese pesimismo se materializa en una contracción más acentuada del consumo.
¿Y la inflación de febrero les envió alguna señal?
Es una buena noticia que siga su senda descendente; sin embargo, hay que examinar qué viene dentro de esos indicadores de inflación. El fenómeno que estamos tratando de combatir es la persistencia. Como tuvimos una inflación alta durante tanto tiempo, las personas se acostumbran a que ahora ya no forman sus precios con la meta del 3 por ciento, sino mirando la inflación observada.
¿Qué tan malo es el freno del crédito empresarial?
Cuando uno analiza qué se tiene que desacelerar, el consumo y la inversión son esos elementos.
Por fortuna, veníamos de niveles muy altos de inversión, entonces, tenemos un buen colchón de capacidad productiva que construimos en los años previos al choque; eso es parte de lo que muestran las cifras de caída en la cartera comercial.
¿Del frente externo, qué los tiene en alerta?
La política monetaria de Estados Unidos y qué pasará con la senda de tasas de interés globales que están muy determinadas por las decisiones que tome la Fed (banco central de Estados Unidos), sobre todo por el cambio de las condiciones y de las decisiones que tomará en el nuevo gobierno. Ese es un elemento importante para mirar qué tipo de volatilidades nos puede generar: impacto sobre el tipo de cambio y sobre nuestras propias consideraciones de tasa de interés.
CARLOS ARTURO GARCÍA M.
Redacción Economía y Negocios
En Twitter: @CarlosGarciaM66
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