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Así está la economía del país luego de tres años de desaceleración

El gasto de los hogares en abril, medido por la firma Raddar, cayó en 1 por ciento.

El gasto de los hogares en abril, medido por la firma Raddar, cayó en 1 por ciento.

Foto:Abel Cárdenas - Archivo / EL TIEMPO

El segundo trimestre fue decepcionante, pero este será más estable en consumo, dicen analistas.

A tres años de haberse iniciado la desaceleración de la economía aún no hay señales de que de nuevo levante un vuelo alto y sostenido, pese a que con frecuencia los colombianos escuchamos decir que ya se tocó fondo.
El crecimiento de la producción del país en aquel recordado primer trimestre del 2014, en el que la cifra de 6,4 por ciento causó alborozo, impidió que el resultado total del año fuera más débil (4,3 por ciento), puesto que en julio empezó el freno a la economía, el cual, hasta ahora, no se ha podido destrabar.
Las razones están más que desglosadas.
Pasar de un precio de más de 100 dólares por barril de petróleo, hasta el 30 de julio del 2014, a uno de 27,9 dólares, como llegó a negociarse en los primeros meses del 2016, considerado como el nivel más bajo desde noviembre del 2003, fue nefasto para una economía que dependía por completo –y aún sigue colgada– de ese producto.
Como la relación del crudo con el dólar es inversamente proporcional, la divisa estaba en ese momento ligeramente por encima de los 1.800 pesos, aporreando a las empresas exportadoras, que recibían menos pesos por sus ventas externas, mientras que los importados se beneficiaban con la tasa de cambio barata.
Esto significaba un golpe para la industria nacional, que durante ese año tuvo un pobre resultado (0,2 por ciento), sin que hasta ahora el sector, aun con el precio del dólar en la estratosfera, lo que debería estar reduciendo el consumo de importados y aumentando el de lo producido en el país, haya podido despegar nuevamente (0,3 por ciento en el primer trimestre del 2017 y -0,6 por ciento a mayo).
La ola que desencadena este panorama es interminable: la industria no produce, el comercio no vende porque no hay quien consuma si los precios de los productos están altos debido a la inflación que llegó a niveles cercanos al 9 por ciento (8,97 por ciento en julio del 2016).
Mientras tanto, las voces oficiales han destapado su optimismo, exponiendo el lado bueno del dólar barato cuando está abajo, o lo contrario si está por las nubes. Pero lo cierto es que la descolgada del precio del petróleo llevó a Colombia a perder todo el ingreso proveniente de la renta petrolera y no había sectores listos para reemplazarla. Inclusive, la rama de la minería no ha podido ni medio levantar cabeza, pese a la aferrada búsqueda de nuevos yacimientos. En el primer trimestre de este año cayó en 9,4 por ciento.
Hay que reconocer que no han faltado los intentos. Por ejemplo, durante todo el 2016 y lo que va de este año, se intervino la política monetaria, con reducción en las tasas de interés (se han bajado en 200 puntos básicos), para hacerle frente a la inflación que se desbordó en los últimos tres años por encima de la meta fijada por la Junta Directiva del Banco de la República (entre 2 y 4 por ciento).
También se ha intervenido para capotear lo que, para algunos expertos, es la mayor vulnerabilidad de la economía: el déficit en la cuenta corriente de la Nación, que tuvo picos de -6,4 por ciento del PIB en el 2015. Este déficit no es otra cosa que un gasto en las importaciones de bienes y servicios superior a los ingresos por las exportaciones.
En este sentido, la calificadora Standard & Poor's recomienda que “Colombia reduzca su dependencia estructural del ahorro externo (déficit de la cuenta corriente como proporción del PIB), para lo cual puede aumentar su ya elevada (en comparación con el estándar de la región) tasa de ahorro nacional (inversión menos ahorro externo como porcentaje del PIB) o invertir un poco menos y mejor”.
Y uno de los indicadores transversales de todo este paquete es el empleo, que a la larga es uno de los claves, pues una economía debe crecer, principalmente, para proporcionarles bienestar a los ciudadanos. Alrededor del empleo se destaca que si bien ha tenido leves caídas (el desempleo a mayo fue de 9,4 por ciento, tras haber estado en 8,4 en mayo del 2014), estas han sido inferiores a lo que normalmente sucede cuando se produce un choque como el que completa ya tres años en el país.

Algo empeora

El primer trimestre del 2017 sorprendió negativamente, con un dinamismo tenue, de solo 1,1 por ciento, lo que llevó a estimar que la producción de todo el año no dará más allá del 2 por ciento, según los analistas (el Gobierno, que ha ido bajando su pronóstico, le apuesta a un crecimiento de 2,2 por ciento).
La expectativa para el segundo trimestre, cuyo resultado se conocerá al final de agosto, era mejor, pero las señales emitidas hasta ahora, con datos preliminares entregados por el Dane, no dan muchas esperanzas.
Anif, por ejemplo, estima que “los faltantes fiscales del Gobierno central rondan valores cercanos al 3,5 y 4 por ciento del PIB, donde infortunadamente la reforma tributaria de la Ley 1819 del 2016 se estará quedando corta en su cometido de lograr recaudos adicionales de al menos un 2 por ciento del PIB (tan solo llegando al 0,6 por ciento del PIB/año)”.
Mientras tanto, el gasto público sigue creciendo, aunque para el 2018 ya el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, anunció una reducción, dentro del proyecto de presupuesto de 5 billones en gastos del Gobierno central.
El director de Fedesarrollo, Leonardo Villar, dice que es preocupante que las exportaciones no hayan repuntado a pesar de la devaluación tan fuerte del peso.

Inversión y exportaciones, con perspectivas favorables

Para los expertos, sin embargo, hay algunos indicios de que la inversión se está recuperando. “Las cifras más recientes son favorables en términos relativos frente a lo que fueron el año pasado. Las exportaciones están empezando a repuntar”, agregó Leonardo Villar, presidente de Fedesarrollo. Por su parte, Daniel Velandia, director de asuntos económicos de Credicorp Capital, aseguró que “en el primer semestre tocamos fondo. Pese a que los resultados de industria y comercio hayan salido débiles, el promedio del segundo trimestre contra el primero indica que habrá una mejora”.
El Índice de Confianza del Consumidor, de Fedesarrollo, en junio continuó siendo negativo, pero, según Villar, “la tendencia es de recuperación”. La expectativa de que en el segundo semestre la economía mejore está cifrada en el gasto público, por lo que, indicó Velandia, “este año hubo adición presupuestal por 8,56 billones, casi 1 punto del PIB. Ese dinero se va a gastar en este semestre”.
MARTHA MORALES MANCHEGO
Redacción Economía y Negocios
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